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Pascuas de resurrección:   algunos apuntes sobre esta celebración cristiana

Pascuas de resurrección: algunos apuntes sobre esta celebración cristiana

El día de Pascua se celebra cada año en una fecha distinta. Esto es así porque esta fiesta se rige por un calendario lunar y se corresponde al domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera.

La Pascua Cristiana fue heredera fiel de la Pascua Judía a lo largo de tres siglos. En el momento que la Religión Cristiana fue elegida para convertirse en la religión oficial del Imperio Romano, la Iglesia, tendría el deber de convertirse en el más eficiente de los aparatos del estado y, para ello, debería celebrar un concilio, convocado y presidido por el emperador, que tendría la función de terminar con la pluralidad tradicional de las comunidades clandestinas de fieles y definir una doctrina unificada. En aquel concilio se decidieron unas cuantas cosas problemáticas que condicionarían la historia de la Iglesia, e incluso la historia del mundo occidental, a partir de aquel momento. Cabe recordar, por ejemplo, que el concepto del Sacro Imperio se mantuvo vigente hasta el Siglo XIX.

La primera cosa problemática fue aceptar que la Religión Cristiana se convirtiera en religión oficial del Imperio lo cual obligaría a la Iglesia a transformarse en un aparato del estado dotado de gran poder político y espiritual. Esta decisión comportaría que pronto se pondrían fuera de la ley a las otras creencias religiosas e incluso se perseguiría a sus fieles.

Es extraño que la Iglesia Cristiana, que había permanecido articulada por comunidades clandestinas a lo largo de tres siglos, y tenía el signo de identidad de que los miembros del colectivo que eran los más valientes y consecuentes recibieran el premio del martirio, se plegara a las exigencias del emperador cuyo único objetivo era consolidar el sistema de poder político que regía el Imperio de Roma en el momento que su centro de gravedad se había trasladado a Constantinopla que era el lugar clave del mundo de la época.

Debemos hacer la hipótesis de que, en el momento histórico en que apareció el hábil emperador que decidió declarar oficial la Religión Cristiana, los discípulos de Jesucristo que estaban al frente de las comunidades clandestinas objetaran que la decisión no era acertada de acuerdo con la máxima del maestro que proclama: “Mi reino no es de este mundo”.

También es probable que los discípulos de Jesucristo que se esforzaban en transmitir a sus hermanos la experiencia de la fe, tal como había sido divulgada por los escasos hombres y mujeres que eran depositarios del carisma del maestro más elevado que había pisado la Tierra, se percataran de que la experiencia que los unía era fruto de la pluralidad que era propia de las comunidades clandestinas y que, en el momento que se terminara con la pluralidad, sucedería que la experiencia de la fe sería sustituida por el acatamiento a la doctrina que resultara proclamada oficial en el concilio convocado y presidido por el emperador.

Debemos tener por seguro de que los discípulos de Jesucristo, que se habían curtido al frente de las comunidades clandestinas, sabían que la fe es incompatible con la doctrina porque sucede que donde hay fe no hace ninguna falta la doctrina y donde reina la doctrina es imposible que fructifique el valor de la fe.

Las cosas son de esta manera porque la experiencia de la fe se construye por medio de vencer la duda y ésta no es hija de la doctrina sino de la pluralidad. Si encima sucede que la doctrina es de tipo monolítico el resultado es que la fe se convierte en un valor clandestino.

Debemos hacer la hipótesis de que, tal como sucede siempre en las situaciones en que aparece la posibilidad de la conquista del poder, los discípulos de Jesucristo fueran desplazados por otros individuos de perfil oportunista y fueran estos últimos los que asistieron al concilio que sería presidido por el emperador y anotaría la extraña ausencia del pontífice que decidió no moverse de Roma.

Algunos historiadores han hecho el cálculo de que las comunidades de la iglesia clandestina agrupaban a unos ocho millones de fieles en el conjunto del imperio y han averiguado que el número de obispos era superior a mil. Los que asistieron al concilio fueron poco más de trescientos a pesar de que tenían los gastos del viaje pagados por el emperador. Este solo detalle muestra la falta de legitimidad de un evento que tenía un sentido para los hombres que ambicionaban el poder pero no tenía ningún sentido para los discípulos de Jesucristo.

Es preciso recordar el hecho incomprobable que relató el emperador con objeto de convertirse en un líder de los cristianos a pesar de que él no lo fuera. La historia es que, antes de la cruenta batalla que lo había enfrentado con el otro candidato a la jefatura del estado, contempló una cruz en el cielo junto a un texto que decía: “Con este signo vencerás”. Ningún discípulo de Jesucristo pudo confundirse con esta extraña visión que seguramente fue inventada por el propio emperador y, en caso de ser real, sin duda provino del lado de la oscuridad que quiso crear el mensaje de que el símbolo de la cruz era un instrumento bueno para la conquista del poder.

Están documentados los debates, sumamente abstractos, que presidieron el concilio y afectaron a temas que desbordan, por completo, la posibilidad de comprensión de la mente humana lo cual comporta que todos los puntos de vista sean igual de legítimos y las resoluciones sean irrelevantes. Es obvio que a ningún discípulo de Jesucristo le interesaban aquellos debates abstractos que resultaban apasionantes a hombres carentes de la experiencia de la fe.

Las resoluciones del concilio que presidió el emperador deben ser contempladas con reservas entre otras el Credo que describe a Jesucristo sentado a la derecha del Dios Padre cuando todas las personas que tienen la mente despierta siempre lo han contemplado al frente del ejército de la Luz que mantiene, siglo tras siglo, una dura batalla de fe y conciencia con el ejército de la Oscuridad comandado por Lucifer.

Hay que recordar que el credo, que fue redactado a toda prisa por razones de tipo político, se sigue rezando en los templos cuando han transcurrido mil setecientos años del concilio problemático que lo promulgó. Este sólo detalle hace caer la cara de vergüenza a los fieles que tienen la mente despierta.

Debemos percatarnos de que tanto el mensaje de Jesucristo sentado, en una actitud pasiva, como el mensajes de la cruz, contemplada como un instrumento para la conquista del poder, calaron profundamente en la Iglesia hasta el punto de que se convirtieron en los signos de identidad de su lado oscuro que alcanzaría el máximo apogeo por medio de las Cruzadas y los tribunales de la Inquisición Pontificia.

El concilio que presidió el emperador decidió fijar la fecha de la Pascua el domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera. Es muy posible que esta decisión también procediera de una iniciativa de los padres conciliares del lado oscuro que tenían la enorme ventaja de estar organizados por medio de las sociedades secretas que han protagonizado todos los episodios históricos que tenían el propósito de la conquista del poder.

El hecho de que el día de Pascua se corresponda al domingo que sigue a la primera luna llena de la primavera obliga a que este evento caiga forzosamente en medio de la semana santa.

Al parecer la primera luna llena que sigue a la fecha del equinoccio de primavera es un momento clave en todas las tradiciones del lado de la oscuridad que celebran los ritos, de la máxima potencia, a la luz de esta luna que acostumbra a reunir características especiales de volumen y coloración que pueden ser observadas por las personas que son profanas en el tema de los ritos religiosos de un lado u el otro de la energía.

Las personas que ejercen la responsabilidad de las páginas de “El Laberinto de la Verdad”, en las redes sociales, tienen la experiencia de haber sufrido en su propia piel, a lo largo de casi veinte años, los resultados de los ritos religiosos del lado de la oscuridad que celebran las sociedades secretas la noche de la primera luna llena de primavera. Estas personas pueden asegurar que los años en que el momento del plenilunio queda dentro de las horas del viernes y el sábado en que Jesucristo estuvo muerto, los efectos destructivos de los ritos son muy superiores al resto de los años.

Al parecer Jesucristo estuvo muerto el período de tiempo que transcurrió entre las tres horas de la tarde del viernes y una hora muy temprana de la madrugada del domingo. A estas alturas de la película las personas que tienen experiencia acerca de las cosas que suceden, una semana santa tras otra, empiezan a estar convencidas que estos detalles podrán ser determinados algún día, de una forma bastante exacta, por un procedimiento científico.

De acuerdo con la experiencia de estas personas existe un período crítico en que los ritos del lado de la oscuridad tienen más posibilidades de acarrear grandes daños a los hombres y mujeres que han elegido el lado de la luz de la energía y sobre todo a los que han elegido al verdadero Dios cuando pudieron haber elegido al dios del dinero y hacerse más o menos ricos. El período crítico se inicia a las tres de la tarde del meridiano de Jerusalén que da lugar a la hora correspondiente de cada lugar del mundo de acuerdo con un cálculo sencillo. El período crítico concluye cuando han transcurrido unos pocos minutos, desde la medianoche del sábado, en aquel lugar.

Debemos suponer que Jesucristo resucitó quizás en medio del primer minuto de la madrugada del domingo y lo hizo con objeto de dar cumplimiento a la profecía que decía que el período de tiempo, en que estaría muerto y enterrado, afectaría a tres días y también lo hizo para reducir, al máximo, las horas en que los ritos del lado de la oscuridad, que sostienen los sistemas de poder, tendrían la máxima eficacia.

Hay personas que piensan que los ritos oscuros que se celebran la noche del Viernes Santo, presidido por la luna llena, afectan sólo al poder eclesiástico y se basan en el hecho de que algunas sociedades secretas se mantengan camufladas detrás de las cofradías que son las protagonistas de profesiones famosas que se celebran en España y algunos países de América Latina.

De acuerdo con la experiencia de las personas que han sufrido las consecuencias de estos ritos, a lo largo de muchos años, puede asegurarse que afectan a todos los sistemas de poder por un igual. Este hecho que es demostrable, por un procedimiento científico, contribuye a comprender el poder superior de la energía mental de Jesucristo aunque sea por la vía negativa.

Todo el día del sábado santo se corresponde al período de tiempo en que Jesucristo estuvo muerto y los ritos que celebran sus enemigos alcanzan la máxima potencia precisamente un año en que el plenilunio tuvo lugar en la primera hora de la tarde del viernes. Las personas que están en el ajo de estas cosas y se mantienen firmemente ancladas en el lado de la luz de la energía contemplan el reloj, con la máxima serenidad, en espera de que llegue la medianoche a los lugares del hemisferio norte que se corresponden al meridiano de Jerusalén.

Debemos suponer que el día que la filosofía racionalista se derrumbe, como un castilla de naipes, sucederá que el fenómeno de los ritos religiosos del lado de la luz y los ritos religiosos del lado de la oscuridad que, al parecer se rigen por medio de la ciencia exacta, podrá ser estudiado en las universidades y este hecho permitirá trascender las ideas absurdas que son fruto del conocimiento estadístico que impide comprender que en la excepción puede haber mucha más información verdadera que en la regla.

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