Los padres de la iglesia: algunas preguntas pendientes
Los Padres de la Iglesia explicaron que la humanidad fue salvada por Jesucristo cuando venció el mal, el pecado y la muerte por medio de su sacrificio en la cruz y su resurrección gloriosa. Esta explicación resulta convincente a una persona que tiene la mente dormida pero resulta problemática a una persona que tiene la mente despierta porque no le cuadra que, al cabo de veinte siglos de que Jesucristo venciera el mal, el pecado y la muerte, las sociedades secretas que agrupan a los adeptos de Lucifer dominen, de forma férrea, todos los centros de poder relevantes que existen en la Tierra incluidos los centros de poder religioso.
Es cierto que Jesucristo es el líder de la salvación de la humanidad del poder del lado de la oscuridad que la mantiene oprimida desde hace siglos y milenios pero no lo es en base a los argumentos problemáticos de los Padres de la Iglesia sino en base a argumentos sólidos que resultan convincentes a las personas que tienen la mente despierta y sólo confían en el método científico de conocimiento. El Laberinto de la Verdad se compromete a divulgar unos cuantos de estos argumentos sólidos a través de los libros escritos por Bernard Mong Tse.
Nadie puede demostrar que Jesucristo es el Hijo Unigénito de Dios. En cambio son muchos los que tienen el convencimiento de que Jesucristo es el maestro más elevado de la historia de la humanidad y el único líder que tiene la posibilidad de encabezar su liberación del dominio del poder del Infierno y además tiene el compromiso de cumplir esta labor y dispone de poder para ello aunque es preciso que sus discípulos estén a la altura del maestro lo cual no es nada fácil.
Bernard Mong Tse participa de la creencia de que Jesucristo es el Hijo de Dios por el hecho de que un maestro de escuela, que era un hombre de fe probada, le explicó este tema justo en el momento del final de la infancia en que todavía hay alguien que tiene credibilidad absoluta frente al niño, pero la experiencia de la vida, desarrollada en países distintos en los que predominan culturas y religiones distintas, le ha obligado a reflexionar hasta que ha llegado a la conclusión de que Dios no ha dicho todavía la última palabra acerca del misterio de Jesucristo y es obvio que la capacidad de Dios de descolocar a sus hijos no tiene límites.
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