Los Guerreros de la Luz y el conflicto con Dios
Ha llegado el momento de adentrarnos en el mundo real que se esconde detrás del mundo aparente que nos rodea. Para ello es imprescindible referirnos, antes que nada, a la experiencia de los guerreros del lado de la luz que tratan de cumplir su destino hasta el final por duro que sea. Estos hombres y mujeres son muy pocos pero su experiencia personal es muy importante por el hecho de que permite acceder a información que pasa desapercibida al resto de los mortales.
Hemos explicado en otra publicación que los hombres y las mujeres, que tratan de llegar hasta el final en la tarea de cumplir el destino que tienen escrito en el Cielo, no tienen más remedio que pasar por la prueba tremenda del conflicto con Dios. Esto sucede porque las personas de este tipo desarrollan, hasta un grado muy elevado, la experiencia del servicio y la empatía con sus semejantes.
Esta experiencia permite comprender el concepto del Padre Celestial revelado por Jesucristo por medio de la oración del Padrenuestro. Este concepto es común a todos los hombres y todas las mujeres que contemplan a sus semejantes como hermanos que deben llevar a cabo su propio proceso de evolución y se desarrolla, de forma parecida, entre los fieles de las grandes religiones de la humanidad.
Los guerreros del lado de la luz que desarrollan la experiencia del amor a sus semejantes, en un grado elevado, llega un momento que contemplan una clara contradicción entre el Dios Padre que nace de la experiencia del amor al prójimo y el Dios Padre real que no se inmuta frente a las desgracias de su hijos incluso cuando éstas son extremadamente injustas. En el momento que aparece esta reflexión en la mente de un hombre o una mujer se desencadena el conflicto con Dios en su corazón.
El conflicto con Dios no tiene solución en el plano de los sentimientos, pero la tiene en el plano de la reflexión, cien por cien racional, que puede hacer la mente del ser humano precisamente por el hecho de haber sido creada a imagen y semejanza de la mente de Dios.
Puede darse el caso de un guerrero del lado de la luz que, en el momento que no tiene más remedio que pasar por la prueba tremenda del conflicto con Dios, halle ayuda de un musulmán que haya pasado por la misma experiencia y la haya resuelto, con gran facilidad, en la medida que él no se siente prisionero de ningún sentimiento acerca de Dios y se limita a someterse a su voluntad, de forma incondicional, lo cual le permite descubrir la verdadera conducta de Dios hacia la humanidad.
Este descubrimiento resulta imprescindible porque permite conocer a Dios tal como Él quiere ser conocido. Este hecho exige trascender los razonamientos que forman parte de los libros de teología escritos por pensadores que pueden estar orientados por la buena voluntad, pero tienen la mente demasiado dormida para adentrarse en el conocimiento del Ser que expresa la cualidad de la suprema armonía.
La armonía es el más elevado de los conceptos filosóficos por el hecho de que permite integrar todos los demás y trascenderlos en el momento que dejan de ser útiles a la reflexión intelectual.
Los cristianos que han conocido la experiencia de recibir ayuda de un musulmán, nada menos que en relación a la comprensión del concepto correcto de Dios, no tienen ninguna duda de que la última de las grandes religiones de la humanidad es una pieza muy importante del Laberinto de la Verdad.
Los musulmanes que tienen la mente despierta pueden ayudar a los cristianos a comprender el concepto correcto de Dios, mientras ellos tienen la oportunidad de reflexionar acerca de la transmisión de divinidad que favoreció al Cristo y quizás a ningún otro hombre a lo largo de la historia de la humanidad. En el momento en que el diálogo entre los cristianos y los musulmanes, de mente despierta, aborda estos temas esenciales tiene lugar un acercamiento irreversible entre las dos religiones que agrupan a más de la mitad de los habitantes de la Tierra.
Los adeptos de Lucifer que permanecen encuadrados por las sociedades secretas explican a las personas de mente despierta, que tratan de captar para su trama, que Dios es todopoderoso, en el plano cósmico, pero no lo es en la Tierra desde que su maestro le ha arrebatado el poder sobre el dinero y el tiempo humano.
Las cosas que explican los adeptos de Lucifer están cerca de la verdad por lo que hace al mundo aparente, que tenemos a la vista, pero están lejos de la verdad por lo que hace al mundo real que se rige por las Leyes Cósmicas de la Correspondencia y la Armonía.
Lo cierto es que Lucifer puede tener el control de la Ley Cósmica de la Correspondencia, en una grado elevado, lo cual le permite engendrar todos los pares de cuernos del Diablo que precisa para absorber la energía mental de miles de millones de seres humanos, pero el único dueño de la Ley Cósmica de la Armonía es Dios y puede demostrarse que esta ley siempre actúa, en el largo plazo, aunque también es verdad que el largo plazo a veces resulta exasperante en términos humanos.
Los verdaderos guerreros del lado de la luz son hombres y mujeres que tenían escrito en su destino pasar por la prueba de no tener más remedio que elegir entre el dios del dinero y el verdadero Dios. Detrás de esta prueba se esconde otra que todavía es más tremenda ya que estos hombres y mujeres tuvieron conciencia de que tenían la posibilidad de elegir entre ser discípulos definitivos de Jesucristo o conseguir el grado de poder elevado que seguramente permite acceder, con el tiempo, al Club de los Dueños del Mundo y luego mantener el poder en el Infierno, por los siglos de los siglos, hasta que la manifestación definitiva de la Ley Cósmica de la Armonía alcance el conjunto de la Creación.
Los verdaderos guerreros del lado de la luz son hombres y mujeres que gozan de una protección sobrenatural que no falla nunca lo cual hace pensar que han accedido al carisma de la victoria, sobre el mal, aunque nadie sabe el precio inmenso que han pagado por ello lo cual les obliga a llevar una hoguera dentro del corazón.
Las personas de las que estamos hablando saben muy bien que si se sintieran importantes por sus logros, aunque fuera un solo instante, todo lo que han conseguido se vendría abajo. Esta experiencia durísima, pero reversible, está escrita en el destino de algunos guerreros del lado de la luz y forma parte del patrimonio de las escuelas sagradas.
Los verdaderos guerreros del lado de la luz acarrean el problema de que desencadenan el sentimiento de la envidia en otras personas, que han venido al mundo con un potencial evolutivo elevado, pero no han seguido un camino correcto de iniciación por la única razón de que se trata de un camino muy duro que exige pasar por multitud de pruebas que cumplen la función de templar la fuerza de voluntad del guerrero acerca de tres temas esenciales que son el trabajo y la carrera profesional, el dinero y el sexo.
Es obvio que estamos contemplando unos temas en los que las tentaciones no tienen ningún límite lo cual supone que la fuerza de voluntad del guerrero, del lado de la luz, tampoco debe tener ningún límite.
El problema que estamos contemplando es la causa de que la mayoría de los maestros entre comillas que están al frente de las escuelas de espiritualidad, de todos los tipos, sean simples envidiosos y la experiencia principal que transmiten a sus seguidores es la experiencia de la envidia disfrazada de los conceptos intelectuales más inauditos.
Las llamadas vivencias cumbres forman parte del ámbito de la mente dormida aunque, en algunos casos, tienen carácter fraudulento y sus protagonistas son simples envidiosos de los guerreros del lado de la luz que son seres cien por cien racionales tal como debe ser el hombre o la mujer que tienen conciencia de que llevan dentro un alma que fue creada a imagen y semejanza de Dios. Los hombres y mujeres de este tipo sólo dan crédito a las vivencias que tienen carácter cien por cien racional y se encojen de hombros frente a los fenómenos de otro tipo.
Jesucristo fue víctima de la envidia al igual como les había sucedido a varios profetas del Pueblo de Israel de la antigüedad. El profeta analfabeto de Arabia que fundó la última de las grandes religiones de la humanidad también fue víctima de la envidia y dejó inmortalizado el testimonio de este hecho en un sura del Corán que transmite un mensaje inequívoco, acerca de este oscuro defecto, que permite encajar una de las piezas más relevantes del Laberinto de la Verdad.
La única manera de tener la certeza de que un hombre o una mujer han sido elegidos hasta el punto de haber alcanzado la condición de guerrero del lado de la luz, e incluso de maestro verdadero, es que despiertan el impulso de la envidia irremediable en personas que se topan con ellos y tienen el convencimiento de que son maestros aunque todavía están lejos de serlo.
La última de las grandes religiones de la humanidad juega el papel de piedra de contradicción que permite distinguir a los guerreros del lado de la luz de los envidiosos por mucho que se esfuercen en disimular su defecto. Todos los guerreros del lado de la luz sienten un gran respeto por el Islam y se sienten dichosos si un día tienen la oportunidad de rezar, junto a una comunidad de musulmanes, lo cual exige practicar el rito sagrado de colocar la cabeza debajo del corazón y el vientre.
Por el contrario los individuos que se consideran maestros y no sienten un gran respeto por el Islam ni llevan dentro el impulso de postrarse ante Dios, sin condiciones, revelan la condición de envidiosos e incluso de impostores aunque se disfracen de caballeros templarios.
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