Las profecías de Jesucristo
Algunas profecías de Jesucristo han dado lugar a enigmas que nadie ha logrado explicar de forma convincente. Una de ellas es la que dice: “Los ciegos verán y los que creían ver se volverán ciegos”. En esta publicación trataremos de hallar el sentido de esta frase incomprendida del maestro más grande que ha pisado la Tierra.
Debemos recordar el contexto en que Jesucristo pronunció la frase incomprendida. Esto sucedió en el momento de la culminación de un episodio muy importante que sería recogido con bastante detalle por los evangelistas. El episodio al que no referimos es la curación de un ciego de nacimiento que es un hecho que constituye un prodigio comparable al de resucitar a un muerto.
El relato evangélico explica, de forma reiterada, que Jesucristo escupió en la tierra, fabricó un poco de barro y lo colocó sobre los párpados del ciego de nacimiento. A continuación lo envió a una piscina pública donde el hombre se sumergió en el agua con el resultado de que sus ojos, que habían nacido ciegos, quedaron llenos de luz.
El relato evangélico tiene carácter sobrecogedor porque al final de la historia sucede que el único que ve claro es el ciego, mientras que los testigos del hecho prodigioso se ofuscan por razones diversas. Nadie pone en cuestión el milagro aunque los más estúpidos critican a Jesús por haber hecho una curación en sábado lo cual podía infringir la Ley de Moisés. Mientras tanto los más maliciosos atribuyen el poder del maestro, de hacer milagros, a que tiene suscrito un pacto con el Diablo.
La conclusión que debe sacarse de esta historia es que el ciego de nacimiento, con los ojos llenos de luz, constituye una imagen imperecedera del hombre que tuvo fe suficiente para creer en el maestro itinerante a pesar de que había sido desautorizado por los representantes del poder religioso de la época.
Mientras tanto sucedió que los representantes del poder religioso y sus acólitos se volvieron ciegos aferrados a creencias absurdas e hipótesis maliciosas.
Esta situación se ha repetido muchas veces a lo largo de la historia y se sigue repitiendo en la sociedad contemporánea. Las personas que tienen la mente despierta poseen la experiencia de haber visto como sólo unos pocos testigos eran capaces de distinguir la verdad que era la causa de un hecho, más importante que otros, mientras los medios de comunicación explicarían cosas ajenas a la verdad que, con el paso del tiempo, serían reproducidas por los libros que escribirían los estudiosos y los historiadores.
Este fenómeno sucede porque, en el estadio evolutivo en que permanece la humanidad, los hombres y las mujeres que tienen la mente despierta y se mantienen cuerdos, son muy pocos, mientras que los hombres y las mujeres que tienen la mente dormida son muchos y los locos también son bastantes.
Jesucristo acostumbraba a añadir, a sus mensajes más importantes, una frase muy ilustrativa que reza: “El que tenga ojos para ver que vea” o “el que tenga oídos para oír que oiga”. Las personas que entienden el sentido de estas frases tienen la mente despierta y las que no sienten ninguna emoción, cuando los escuchan, tienen la mente dormida.
A lo largo de los siglos han sido muy pocos los que han hallado un sentido a las frases del maestro que dicen “El que tenga ojos para ver que vea” o “el que tenga oídos para oír que oiga”. En los inicios del Siglo XXI las personas que comprenden el sentido de estas frases son bastantes más de los que vivieron en la generación de sus padres y se percatan de que, en la generación de sus hijos, serán todavía muchas más hasta el punto de que alcanzarán un proporción crítica de la sociedad. Este fenómeno que, en términos históricos, está a la vuelta de la esquina obligará a llevar a cabo nada menos que un cambio de paradigma como resultado de que el tinglado de la filosofía racionalista, que tiene carácter totalitario en el mundo académico, se vendrá abajo como un castillo de naipes.
La profecía de Jesucristo que asegura que los ciegos verán y los que creían ver se volverán ciegos se ha cumplido miles de veces, a lo largo de la historia, pero lo hará, en una escala mucho mayor, en algún momento del Siglo XXI. Esto sucederá en el momento que alcancen, una experiencia sólida de la vida, las nuevas generaciones de niños y niñas que han venido al mundo llevando dentro un potencial de evolución elevado y el impulso a elegir el lado de la luz de la energía.
Hay que hacer la hipótesis de que Jesucristo, cuando escupió en el suelo y fabricó el barro que abrió los ojos al ciego de nacimiento, instituyó el sacramento del barro sagrado que tendría la función de abrir una rendija de luz en el velo de ceguera que cubre los ojos de la inmensa mayoría de hombres y mujeres, en el momento que llegan al mundo, aunque la eficacia del sacramento estaría condicionada al grado de fe suficiente del sujeto en el poder del maestro que había abierto los ojos del ciego de nacimiento.
En los textos de los evangelios parece claro que Jesucristo hizo suyo el sacramento del Bautismo cuyo promotor era su primo Juan que había nacido seis meses antes que él. No hay que olvidar que Jesucristo explicó que Juan el Bautista era el más grande de los hombres nacidos de mujer antes de revelar que llevaba dentro la misma alma que el Profeta Elías y añadir la frase recurrente: “El que tenga oídos para oír que oiga”.
Los Padres de la Iglesia eran hombres que tenían la mente demasiado dormida para aceptar que dos hombres, que han vivido en momentos distintos de la historia, puedan llevar dentro la misma alma. Mientras tanto las sociedades secretas, que empezaron a dominar la institución en el momento que ésta se convirtió en un aparato del estado del Imperio Romano, precisarían crear una doctrina que permitiera controlar a la población tanto en el plano religioso como en el plano político. La doctrina capaz de cumplir estos propósitos sólo podría formar parte del ámbito de la mente dormida y permanecer estructurada por grandes somníferos de masas a los que se daría el nombre del pecado mortal, la gracia, el premio del Cielo y el castigo del Infierno.
Debemos hacer la hipótesis de que Jesucristo además del Bautismo, la Eucaristía y el Orden Sacerdotal, instaurara el sacramento del barro sagrado que cumpliría la función esencial de abrir una rendija, en los ojos humanos, a la visión de la luz que emana del magisterio grandioso que permanecería incompleto.
Los Padres de la Iglesia tenían la mente demasiado dormida para comprender el concepto del barro sagrado que abre los ojos de los ciegos y por esta razón, el sacramento que debía cumplir la función más importante de todas no se incorporó a la tradición de la Iglesia que, más tarde, inventaría otros sacramentos que son harina de otro costal en la medida que no poseen una fuerza comparable a los instaurados por el maestro más grande que ha pisado la Tierra.
La doctrina sostenida en conceptos artificiales, que no proceden del magisterio de Jesucristo, ha permitido mantener el control sobre los rebaños de fieles, de mente dormida, hasta que el proceso evolutivo de la humanidad la ha reducido a un conjunto de tópicos faltados de credibilidad. El resultado dramático de este hecho es que en los países de Europa la mayoría de las familias no bautizan a los hijos y los obispos cuentan con los dedos de las manos a los jóvenes de su diócesis que sienten la vocación de ser sacerdotes.
Debemos hacer la hipótesis de que el sacramento del barro sagrado, que abre los ojos de los “ciegos de nacimiento” haya sido mantenido en activo por las sociedades secretas que controlan los poderes religiosos. Por medio de esta hipótesis podría explicarse el fenómeno de los guerreros del lado de la oscuridad que son seres humanos dotados de una mente excepcionalmente despierta y en este detalle radica el grado de poder, sobre los flujos del dinero, que consiguen alcanzar. Esta hipótesis también permite explicar el hecho de que la carrera que enfrente a estos semejantes a la hora de ocupar una plaza en el Club de los Dueños del Mundo sea una carrera de conciencia de la realidad.
Debemos hacer la hipótesis de que el rito del barro sagrado, junto a los ritos de la Misa Negra y la ordenación sacerdotal puestos al servicio de semejantes que han culminado el proceso de iniciación en la sociedad secreta correspondiente y pagan por ellos sumas de dinero muy elevadas, constituya el negocio principal de las mencionadas sociedades secretas que tienen el control de los centros de poder religioso desde hace muchos siglos.
Uno de los sacramentos que instituyó la Iglesia, al margen del magisterio de Jesucristo, es el que sólo puede ser administrado por los obispos. Este tema da mucho que pensar. Es seguro que existen obispos que se esfuerzan en ser discípulos de Jesucristo, pero también es seguro que muchos de sus colegas son hombres que se han arrimado a las sociedades secretas por causa de la ambición de poder. Por esta razón este sacramento tiene carácter problemático e incluso puede suceder que, en algunos casos, sea un instrumento de absorción de energía mental de los jóvenes que lo reciben.
Todas las personas informadas han oído hablar de las iglesias pentecostales. Este calificativo es usado por algunas iglesias que son serias y por otras muchas que no lo son. Las iglesias, de esta familia, que son serias tienen una experiencia verdadera acerca de la transmisión de la energía divina a un colectivo de personas de fe. En estas iglesias ha dejado de hablarse del concepto abstracto de la Gracia de Dios y se habla del hecho real de la energía divina. La experiencia de estas iglesias está lo suficiente consolidada para que pueda ser examinada, con el máximo rigor, por medio de tesis doctorales que se sostengan el método científico de conocimiento y nada más.
Las hipótesis acerca de la función verdadera de los sacramentos y los efectos reales que tienen sobre las personas que los reciben, podrían ser estudiadas por medio de tesis doctorales serias. Esta posibilidad es real en el Siglo XXI. Por este procedimiento podría ser averiguada la verdad acerca del sacramento del barro sagrado con independencia de que haya tenido carácter clandestino, a lo largo de siglos, hasta el punto de que sólo haya estado al servicio de las sociedades secretas que ejercen el control sobre los centros de poder religioso.
Por medio de las tesis doctorales serias podría ser estudiado el fenómeno de la energía mental de Jesucristo que es la clave de todo de acuerdo con la experiencia reducida, pero clara, de las personas que, en el primer decenio del Siglo XXI, descubrieron que esta energía mental es la única fuerza que es capaz de hacer frente al poder terrible de los ritos religiosos del lado de la oscuridad que influyen, de forma inexorable, sobre los flujos del dinero.
Hay que recordar que el rito, de carácter inter-confesional, que permite canalizar la energía mental de Jesucristo permanece descrito, en los libros de Bernard Mong Tse, en compañía de todos los detalles que hacen falta para que pueda ser reproducido por un colectivo de hombres y mujeres que posean la experiencia de la fe y reúnan la doble condición de ser fieles de las grandes religiones de la humanidad y estar decididas a ser discípulos del maestro más grande que ha pisado la Tierra.
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