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Las expresiones de la Ley Cósmica de la Correspondencia

Las expresiones de la Ley Cósmica de la Correspondencia

Extracto del diálogo que mantienen Ismael, Yasmina, Joan y Pierre y que forma parte del capítulo 81 del libro, “El Laberinto de la Verdad”

                        –  Con independencia de cual fuera el origen del fuego, que había arruinado su negocio, el hombre fue capaz de asimilar la lección tremenda de la vida – dijo Ismael -. En medio de un sufrimiento, que no podía compartir con nadie, el hombre emprendió el regreso al piso tercero de la pagoda de la evolución de la consciencia desde donde podría iniciar el ascenso al piso cuarto de la misma una vez hubiera elegido el lado del Yang de la energía. Mi amigo y yo fuimos testigos del sufrimiento mayor que jamás habíamos contemplado en nadie y mantuvo aprisionado a aquel hombre a lo largo de algo más de un año hasta que, por fin, tuvo lugar la primera señal del cambio positivo que debía llegar en algún momento por causa de la misma Ley Cómica de la Correspondencia que había ocasionado su desgracia.

                          –  ¿Qué sucedió? – preguntó Pierre.

                          –  Sucedió que el hijo mayor del hombre que era un chico que había cumplido quince años tuvo noticia de la academia de aprendizaje de lenguas extranjeras que gestionábamos los tres discípulos del sacerdote y se presentó un buen día en aquel lugar con objeto de conversar con su padre – respondió Ismael -. A partir de aquel día padre e hijo se verían a menudo a espaldas de la madre de familia que era una mujer que tenía la mente muy dormida y mantenía un resentimiento injusto hacia el padre de sus hijos por el hecho de que éste no hubiera guardado unos ahorros al margen del almacén de tejidos.

                          –  Me hago cargo de la tragedia que le había caído encima al hombre que era vuestro traductor – dijo Pierre.

                          –  Al cabo de tres o cuatro semanas de la primera señal del cambio positivo sucedió que quien se presentó en la academia fue uno de los antiguos proveedores de nuestro hombre y le propuso que fuera el agente de ventas de sus productos que estaban depositados en el almacén de un caravasar – prosiguió Ismael -. Aquel comerciante del este de China había contactado a un traductor para que le asistiera en la labor de la venta de los tejidos pero había sucedido que el traductor había sufrido un accidente que lo tendría inmovilizado todo el período en que tenía lugar la campaña de ventas. En medio de aquella incidencia el comerciante obtuvo la noticia de que su antiguo cliente se dedicaba a enseñar la lengua de los turcos en una academia y decidió ofrecerle un trabajo que encajaba muy bien con su experiencia profesional.

                          –  Supongo que vuestro maestro interpretó aquel hecho como una manifestación, más potente que otras, de la Ley Cósmica de la Correspondencia.

                           –  Exacto – dijo Ismael -. A partir de aquel acontecimiento la Ley Cósmica de la Correspondencia empezó a actuar en serio en la vida del hombre que se había ganado el premio a lo largo de un año en que no tuvo más remedio que llorar por las noches en la medida que no disponía de ningún recurso para contener su sufrimiento.

                          –  Entiendo muy bien el caso de un ser humano que no tiene más remedio que entregarse al llanto en soledad con objeto de dejar fluir el sufrimiento cuando éste alcanza un grado que no admite el consuelo de nadie – dijo Yasmina -. No me avergüenzo reconocer que he pasado por la misma experiencia.

                         –  Mi amigo y yo fuimos testigos de múltiples manifestaciones de la Ley Cósmica de la Correspondencia que se sucedieron a lo largo de la primera parte del verano y permitieron a nuestro traductor volver a ganarse muy bien la vida con la variante de que, esta vez, no disponía de ningún capital y sus ingresos eran sólo el resultado de su talento profesional sobre todo en calidad de negociador, habilísimo e infatigable, de contratos comerciales que incluían lotes de tejidos distintos – prosiguió Ismael -. Por fin sucedió que el hombre alquiló una buena casa y consiguió que su mujer se instalara en ella junto a sus hijos. Pero justo en aquel momento tuvo lugar una manifestación añadida de la Ley Cósmica de la Correspondencia que el hombre no esperaba.

                       –  ¿Qué sucedió? – preguntó Pierre.

                       –  Sucedió que se topó con él una chica muy joven que estaba dotada de un rostro bellísimo – respondió Ismael -. Aquella chica mostró un sentimiento muy extraño de afecto por el hombre al que no conocía de nada y lo eligió como protector. La chica, que estaba dotada de un rostro bellísimo, se convertiría en la concubina del hombre una vez éste le hubo montado una casa pequeña y confortable con el propósito de hacerle un par de hijos.

                       –  ¡Qué fuerte! – dijo Pierre en tono de exclamación.

                       –   Las expresiones de la Ley Cósmica de la Correspondencia tienen la cualidad de que, cuando ha habido una acción desmesurada, procedente del lado del Yin de la energía, tiene lugar una acción, también desmesurada, que procede del lado del Yang de la energía – prosiguió Ismael -. Estos hechos son los que hacen pensar que las leyes cósmicas, que fueron dictadas por Dios en el inicio de los tiempos, se rigen por medio de las reglas de las matemáticas aunque el factor tiempo siempre es una incógnita en la medida que está regido por el lado del Yin de la energía al igual como sucede con el factor del dinero.

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