Las expresiones de la Ley Cósmica de la Correspondencia (y II)
Extracto del diálogo que mantienen Ismael, Yasmina, Joan y Pierre y que forma parte del capítulo 81 del libro, “El Laberinto de la Verdad”.
– Entiendo muy bien el argumento de que las leyes cósmicas, que fueron dictadas por Dios en el inicio de los tiempos, se rigen por medio de las reglas de las matemáticas aunque la humanidad todavía dispone de poca información para que esta tesis pueda afianzarse – dijo Pierre.
– El día que mi amigo y yo contemplamos, con la boca abierta, el rostro bellísimo de la concubina, que le había caído del Cielo a nuestro traductor, no nos olvidamos de que aquel hombre se había tirado un año llorando todas las noches mientras llevaba a cabo la proeza de descender del piso cuarto, de la pagoda de la evolución de la consciencia, al piso tercero de la misma con objeto de rehacer el ascenso por el otro lado de la energía – dijo Ismael en un tono de voz que tenía carácter concluyente.
– Estoy de acuerdo en que lo que hizo el súbdito del Imperio del Centro que era vuestro traductor fue una proeza que casi no me cabe en la cabeza – dijo Joan -. Debo explicar que, en la época de mi vida que tuve el negocio que me permitió ganar bastante dinero percibí, con una cierta claridad, el lado oscuro que llevo dentro que se manifestó cuando se me ocurrieron algunas argucias que me permitieron ganar un poco más dinero en base a explotar la ingenuidad de los compradores de tarros de miel y velas de cera de abejas que eran los productos que elaboraba y vendía en el mercado de la población que era la capital de la comarca. Es obvio que aquellas argucias no tenían la raíz en el impulso del servicio al prójimo sino que lo tenían en el impulso del dominio sobre el prójimo por medio de generarle el hábito de comprar mis productos aunque fueran un poco más caros que los que llevaban al mercado mis competidores. Supongo que si hubiera seguido por aquel camino habría conseguido ascender hasta el cuarto piso de la pagoda por el lado de la oscuridad de la energía. Lo que no puedo ni siquiera imaginarme es el proceso que debe hacer un hombre que ha alcanzado este hito y se percata de que no tiene más remedio que retroceder hasta el piso tercero de la pagoda con objeto de elegir el camino del lado de la luz que es el único que permite ascender hasta los pisos más altos del edificio que constituye una imagen afortunada del proceso de evolución del ser humano.
– El hombre que fue nuestro traductor constituyó un ejemplo vivo de que la acción que había hecho y le había comportado un sufrimiento muy grande, a lo largo de más de un año, había valido la pena – dijo Ismael -. Aquel hombre fue capaz de montar, en un plazo de seis meses, un negocio muy bueno con la única ayuda de su hijo de quince años que se convirtió en su mano derecha. El negocio consistió en actuar como agente de ventas de sus antiguos proveedores que eran los comerciantes de tejidos de seda que traían la mercancía que adquirían a los fabricantes residentes en las ciudades del este de China y de los que había millares en la medida que el arte de tejer la seda era conocido por muchas familias en la época que los gusanos ya habían viajado a Occidente y más en concreto al Reino de Granada. Tengo el convencimiento de que el talento que demostró poseer aquel hombre para montar un negocio muy bueno, sin disponer de ningún capital, jamás lo hubiera conseguido por el lado del Yin de la energía.
– Estoy de acuerdo en que aquel hombre obtuvo ayuda de alguien de Arriba cuando consiguió organizar un negocio muy bueno sin disponer de ningún capital – dijo Joan -. Además debió sucederle que, en el momento que cayó la demanda de seda china cuando esta industria se instaló en ciudades de Occidente como Granada, el hombre mantendría su negocio ocupado en otros rublos que prosiguieron la exportación como era el caso de las tazas de porcelana policromada en las que estamos bebiendo la infusión de manzanilla y sólo están al abasto de las familias que tienen la posibilidad de pagar mucho dinero por ellas.
– También estoy convencido de que el talento que demostró poseer aquel hombre, cuando convirtió a su hijo de quince años en un profesional eficiente que era la mano derecha de su padre, no lo hubiera conseguido por el lado del Yin de la energía – prosiguió Ismael -. Además el hecho de que el chico fuera su colaborador eficiente permitía al hombre pasar alguna tarde, de tanto en tanto, en los brazos de la concubina que además de poseer un rostro bellísimo resultó ser muy cariñosa. Aquel detalle de la personalidad de la chica era el regalo mayor que podía hacerle la vida a un hombre, faltado del amor de su esposa, en el momento que ya había cumplido cuarenta y un años.
– Los argumentos más claros que existen para elegir el lado de la luz de la energía, sobre el lado de la oscuridad de la misma, son la posibilidad de educar muy bien a los hijos y la posibilidad de alcanzar una satisfacción muy elevada en la relación íntima de pareja – dijo Yasmina -. Estos dos temas interesan a todos los hombres y todas las mujeres que habitan en todos los reinos de la Tierra.
– Tienes razón – dijo Pierre.
– El hombre que elige el lado de la oscuridad de la energía tiene la posibilidad de convertirse en el más rico de la ciudad a cambio de renunciar a explorar las sensaciones y los sentimientos que están al abasto de cualquier hijo de vecino – prosiguió Yasmina -. He contemplado a un hombre de este tipo que estuvo en esta casa y no fue capaz de llevarse ningún recuerdo de los árboles y los arbustos del patio que, en cambio, dejan extasiados a los mendigos que los contemplan, desde el otro lado de la verja, mientras esperan a que la sirvienta que se encarga de este tema les entregue un pan, una manzana y una moneda de bronce de las más pequeñas.
– Es difícil imaginar la magnitud del precio que paga un hombre a cambio de conseguir una plaza en el Infierno que le permitirá acumular una fortuna en la Tierra y alcanzar la satisfacción de saber que será el más rico del cementerio – dijo Ismael en el tono de voz que iba acompañado de la máxima gravedad.
Las palabras tremendas del maestro fueron seguidas de un silencio que fue más largo que los demás. Yasmina aprovechó el silencio para abandonar la sala de estar y salir al patio con objeto de contemplar la bóveda celeste que le indicó que faltaban apenas tres cuartos de hora para la medianoche.
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