Su Tienda de libros para el despertar de la mente y la consciencia
Free Call +34 666269517
Las enseñanzas de la pasión de Cristo

Las enseñanzas de la pasión de Cristo

Extracto del diálogo que mantienen Ismael, Yasmina, Joan y Pierre y que forma parte del capítulo 70 del libro,  El Laberinto de la Verdad.

                       –  Las enseñanzas que impartió Jesucristo después de la Última Cena hasta el momento que murió en la cruz, conforman una secuencia de mensajes que poseen una coherencia inmensa cuando se cae en la cuenta de que el magisterio del maestro incluye una frase recurrente que dice: “El que tenga ojos para ver que vea” ó “El que tenga oídos para oír que oiga” – dijo Joan.

                        –  Trato de tener ojos para ver y oídos para escuchar – dijo Yasmina después de llevar las manos a sus ojos y sus orejas mientras dibujaba en su rostro hermoso el gesto de empujar el labio inferior hacia arriba y antes de estallar en una carcajada que tendría carácter contagioso.

                       –  La primera de las enseñanzas que impartió Jesucristo después de la Última Cena tuvo lugar en el Huerto de los Olivos cuando descubrió que sus tres apóstoles más allegados habían sucumbido al sueño a pesar de que él les había ordenado mantenerse en vela – prosiguió Joan cuando la risa de la mujer se hubo apagado -. Este hecho se repite tres veces y la enseñanza del maestro dice: “No durmáis, permaneced en vela y orad, no caigáis en la trampa del Tentador”.

                        –  Exacto – dijo Pierre -. Esta historia está muy bien relatada en el evangelio.

                        –  Al cabo de un rato el maestro se postra delante de Dios y pide que, si es posible, le sea ahorrado el tormento que le espera pero si no es posible que se cumpla la voluntad de Dios – prosiguió Joan -. Por fin, acata la voluntad de Dios que es nada menos la muerte en la cruz y lo hace en medio del sufrimiento humano más elevado que existe que comporta el fenómeno de sudar sangre. Al cabo de otro rato llegan los hombres que tienen el encargo de arrestarlo y lo hacen acompañados por el apóstol traidor. En aquel momento Jesucristo anuncia que ha llegado el momento en que debe ser entregado a los pecadores. Por fin, poco antes de morir en la cruz, pide a Dios que perdone a los pecadores porque no saben lo que hacen.

                        –  Joan y yo hemos tenido la oportunidad de hablar varias veces de las enseñanzas incomprendidas del fundador de la Religión Cristiana a lo largo del viaje que nos ha llevado a Granada – dijo Pierre -. De acuerdo con nuestra opinión la secuencia de las últimas enseñanzas del maestro sólo puede tener una interpretación.

                        –  ¿Cuál es la interpretación? – preguntó Yasmina.

                        –  La interpretación es que los pecadores eran los hombres que permanecían sumidos en el sueño de la vida porque habían caído en la trampa del Tentador – respondió Pierre -. Por esta razón Jesucristo pidió al Dios Padre, desde la cruz, que los perdonara porque no sabían lo que hacían. Resulta que aquellos hombres no sabían lo que hacían porque dormían el sueño de la vida y el pecado que Jesucristo redimió en la cruz es el pecado de dormir el sueño de la vida.

                       –  ¡Qué ocurrencia más interesante habéis tenido! – dijo Yasmina en tono de exclamación.

                       –  Resulta que la salvación es nada menos que el proceso del despertar del sueño de la vida – prosiguió Pierre -. Resulta que éste es el mensaje más importante de la Religión Cristiana pero ha sido escondido por los adoctrinadores que tampoco saben lo que hacen porque duermen el sueño de la vida con una mitra puesta sobre la cabeza y el corazón repleto de la soberbia inmensa que es propia del hombre que cree que él conoce una supuesta verdad que no puede ser explicada a la mayoría de sus semejantes porque no están preparados para conocerla.

                        –  Los evangelistas explicaron que hubo uno de los hombres que no sabían lo que hacían que consiguió abrir los ojos cuando Jesucristo expiró en la cruz y sucedieron algunos fenómenos extraordinarios – dijo Joan -. Este hombre era nada menos que el centurión que comandaba a los soldados romanos que, de acuerdo con la tradición, se convirtió en cristiano y acabó siendo martirizado. El testimonio del centurión, que fue recogido por los evangelistas, constituye el corolario de la explicación que ha hecho mi amigo y explica, una vez más, que en la excepción hay más conocimiento que en la regla.

                        –   Hay un proverbio antiguo que dice que hay cien maneras de equivocarse y sólo una de acertar – dijo Yasmina -. Siempre me he guiado por este proverbio que coincide con la afirmación de Joan que dice que en la excepción hay más conocimiento que en la regla.

Las palabras de la señora de la casa desencadenaron un silencio que sería más largo que los demás. Los dos amigos mantuvieron un buen rato en la mente el viejo proverbio que afirma que hay cien maneras de equivocarse y una sola de acertar que es otra forma de explicar que en la excepción hay más conocimiento que en la regla.

Add Comment