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La Ley del Destino y la Ley del Libre Albedrío: dos caras de una misma moneda

La Ley del Destino y la Ley del Libre Albedrío: dos caras de una misma moneda

Los doctrinarios explican que si el ser humano tuviera un destino escrito en el Cielo no gozaría de libre albedrío. Los doctrinarios tienen la mente profundamente dormida por causa de la potencia de los somníferos que manejan en sus discursos, adornados con adverbios y adjetivos abundantes, y no pueden vislumbrar nada que esté un poco más allá de la punta de su nariz.

Los hombres y las mujeres que tienen la mente despierta se percatan de que la Ley del Destino y la Ley del Libre Albedrío son dos caras de una misma moneda y las cosas no pueden ser de ninguna otra manera de acuerdo con el Plan de Dios.

Dicho en otras palabras: el hombre o la mujer tienen la posibilidad de acatar su destino o no hacerlo pero lo que no pueden hacer es elegir el destino del señor o la señora que viven en la casa de al lado de la misma manera que no pudieron elegir a la mujer del señor o el marido de la señora que eran los más guapos del barrio.

La Ley del Destino

La Ley del Destino forma parte de la revelación que transmite la Biblia y la que transmite el Corán de los musulmanes hasta el punto de que está presente en el pensamiento de algunas escuelas rabínicas y también constituye un elemento importante de la filosofía del Islam.

La Ley del Destino no fue comprendida por los padres de la Iglesia que trataron de explicar la Ley del Libre Albedrío al margen de la misma lo cual daría lugar a la absurdidad de contemplar una cara de la moneda sin contemplar la otra.

Toda persona inteligente puede preguntarse porque razón Dios ha dado libertad al ser humano sino no le ha dado un cometido y no está dispuesto a guiarlo para que éste consiga cumplirlo.

El concepto del libre albedrío, al margen del concepto del destino escrito en el Cielo, se convierte en un somnífero de elevada potencia que es la causa de que la mayoría de los bautizados sean hombres y mujeres que permanecen, toda la vida, sumidos en el estado del sueño psíquico hasta el punto de que este estado mental se haya convertido en el primer signo de identidad de la Civilización Occidental, la filosofía racionalista y la cultura global del Siglo XXI.

Si alguien hace el experimento de contemplar un evento que reúne a personajes importantes, en la pantalla del televisor y con el sonido apagado, obtiene la sensación inquietante de que los personajes importantes son títeres movidos por hilos invisibles que sostiene alguien que es el verdadero dueño del destino de los hombres y las mujeres que constituyen un modelo de conducta para sus semejantes lo cual da lugar a la más penetrante de las paradojas hasta el punto de que sólo ha sido divulgada por medio de escenarios de ciencia-ficción como fueron los que recrearon las películas de la serie Matrix.

La Ley del Destino ha tenido carácter marginal en Occidente y ha alimentado los fenómenos del esoterismo y el ocultismo. Las personas que tienen la mente despierta siempre han sentido un respeto por estos fenómenos ajenos a las enseñanzas académicas porque han adivinado que encierran un conocimiento que está más cerca de la verdad del que emana de la filosofía racionalista y las doctrinas religiosas que jamás han ido más allá del ámbito de la mente dormida.

Los hombres y las mujeres que alcanzaron el estado de la mente despierta por el lado de la luz, a lo largo de la historia de Europa, debieron ser cuidadosos a la hora de abrir la boca con objeto de protegerse de las hogueras de los inquisidores mientras el sistema de poder se sostuvo en la doctrina religiosa y con objeto de no correr el riesgo de ser ingresados en un hospital psiquiátrico, y ser atiborrados de pastillas, a partir del momento que el sistema de poder se sostuvo en la filosofía racionalista.

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