La imperecedera Divina Comedia de Dante Alighieri
Dante escribió el relato imperecedero de la “Divina Comedia” siendo muy cuidadoso de no apartarse, en ningún momento, de la doctrina oficial de la Iglesia. Parece evidente que si no lo hubiera hecho así, su obra y él mismo habrían sido pasto de una hoguera encendida por los esbirros de un tribunal de la Santa Inquisición Pontifica.
El mundo del Siglo XXI precisa de un autor que tenga el talento de Dante y sea capaz de escribir un relato comparable al de la “Divina Comedia”, pero que se sostenga en las percepciones, acerca del mundo espiritual, que comparten los hombres y las mujeres que tienen la mente despierta. Hay que decir que estas percepciones se han generalizado a medida que han transcurrido los últimos dos siglos y sobretodo la segunda mitad del último de ellos.
Los redactores de la página de “El Laberinto de la Verdad” están muy lejos del genio de Dante y no pretenden emular su obra colosal escrita en tercetos rimados. Lo único que tienen la posibilidad de hacer, estos profesionales, es transmitir el conocimiento acumulado por las escuelas sagradas que se sostiene en la experiencia de hombres y mujeres que tenían la mente despierta, eligieron el lado de la luz de la energía y se mantuvieron cuerdos.
En una publicación anterior nos referimos a las vivencias que han recibido el nombre de “vida después de la muerte” cuyos protagonistas han sido hombres y mujeres que estuvieron clínicamente muertos, a lo largo de un determinado período de tiempo, pero regresaron a la existencia terrenal.
El tema de la “vida después de la muerte” está siendo estudiado por equipos de profesionales serios que acostumbran a ser médicos y técnicos sanitarios. No podemos hacer nada más que esperar a obtener la información que será suministrada por estos equipos en la medida que su trabajo lo permita.
Debemos suponer que no será fácil obtener esta información porque las sociedades secretas tratarán de impedirlo por medio de problemas que surgirán tanto desde el poder académico como desde el poder religioso. Hemos visto, en otras publicaciones, como ambos poderes tienen mucho miedo a la generalización del conocimiento acerca de la realidad del mundo espiritual aunque por razones de signo distinto.
En esta publicación nos proponemos reflexionar acerca de un tema que, al igual que el que recibe el nombre de “vida después de la muerte”, se ha beneficiado de una cierta avalancha de información a medida que ha transcurrido la segunda mitad del Siglo XX.
Nos referimos a las vivencias humanas acerca de las llamadas “almas perdidas” y los fenómenos que pueden ser atribuidos a las acciones de otras almas que se manifiestan en la existencia espiritual. Estas últimas no dan la impresión de estar perdidas sino de tener el cometido claro de interactuar con alguien del mundo terrenal con objeto de transmitirle una determinada información usando medios muy diversos que todos ellos han sido estudiados por las escuelas sagradas.
Las vivencias de las que hablaremos en esta publicación son patrimonio de las escuelas sagradas desde hace muchos siglos. Lo que ha cambiado, a lo largo de la segunda mitad del Siglo XX, es la generalización de estas vivencias que es un fenómeno que se ha desarrollado en paralelo a la religión del “New Age” o “Nueva Era”.
Esta nueva religión tiene el defecto de que cualquier indocumentado puede erigirse en maestro supuestamente iluminado lo cual da lugar a un fraude, pero también tiene un punto fuerte y es que no se sustenta en creencias indemostrables sino que lo hace en experiencias reales acerca de los hechos que tienen que ver con la energía que fluye del Cielo a la Tierra y de la Tierra al Cielo. Este fenómeno, que ahora mismo se mantiene rodeado de subjetivismo y confusión, algún día podrá adquirir carácter objetivo. Esto sucederá cuando pueda ser estudiado por medio de tesis doctorales serias.
La existencia de las almas que permanecen “perdidas” entre el mundo del lado de la luz y el mundo del lado de la oscuridad ha sido descrita en todas las civilizaciones. Lo cierto es que, en todos los continentes, es posible conocer a personas que aseguran poseer la experiencia de haber ayudado a un alma perdida (o a muchas de ellas) a orientarse, en el plano indefinido de la existencia en el que permanecían, con objeto de que pudieran dirigirse al mundo de la luz.
Las escuelas sagradas han descubierto la existencia de los centros conscientes del lado de la luz y el lado de la oscuridad de la energía que forman parte del mundo espiritual y mantienen una confrontación constante entre ellos desde tiempos inmemoriales.
Los descubrimientos de las escuelas sagradas se han sostenido en vivencias humanas acerca de este hecho que se han sucedido a lo largo de los siglos. Estas vivencias han incluido el fenómeno de las almas que se marchan, del mundo terrenal, en un estado tan bajo de conciencia que no tienen la posibilidad de orientarse, en el mundo espiritual, con objeto de elegir un lado u el otro de la energía que procede de los centros conscientes.
Las almas perdidas precisan alimentarse al igual que el resto de las almas. En la medida que no son capaces de detectar la energía, de mayor calidad, que procede de los centros conscientes lo que hacen es convertirse en parásitos de la energía que canalizan sus hermanos del mundo terrenal. Estos últimos apenas notan el incidente ya que las almas perdidas precisan de muy poco alimento.
Los poderes religiosos, por lo general, no aceptan el fenómeno de las almas perdidas a pesar de que ha sido descrito por personas bienintencionadas que habitan en todos los continentes. La actitud desconcertante de estos poderes, que cumplen la función de ejercer el dominio espiritual sobre los fieles que mantienen la confianza en ellos, tiene una explicación más política que religiosa.
El poder religioso puede mantener la credibilidad mientras permanece viva la creencia que afirma que, más allá del mundo material, existe un mundo de luz y un mundo de tinieblas que constituyen el premio o el castigo de los humanos en función de su conducta en la Tierra. El mundo de luz recibe el nombre de Cielo y el mundo de tinieblas recibe el nombre de Infierno.
El poder religioso perdería la credibilidad si se aceptara que, más allá del mundo terrenal, existen enjambres formados por millones de almas desorientadas que vagan sin brújula y seguramente sin esperanza. Es obvio que este escenario, que desborda el calificativo de “dantesco”, pondría en cuestión la creencia que proclama que el poder religioso puede asegurar la salvación y la condena a los fieles.
Hay países donde los clérigos sólo tienen la posibilidad de adoctrinar a la gente en los funerales. Hay que suponer que el poder religioso jugará muy fuerte con objeto de conservar esta última trinchera. Para ello precisa mantener, contra viento y marea, la cosmovisión que fue descrita por Dante, de una forma brillante, en la “Divina Comedia” y también es explicada, de una forma más mediocre, en los catecismos de las diversas iglesias.
En todos los países existen personas que poseen el don de canalizar un flujo especial de energía por medio de la imposición de manos. Estas personas acostumbran a tener la experiencia de liberar a sus semejantes de las entidades que se alimentan de la energía canalizada por ellos. Por medio de esta acción aumenta el bienestar de la persona afectada e incluso puede suceder que se diluya una determinada patología.
La técnica de aliviar dolencias del cuerpo, por medio de la imposición de manos, tuvo carácter clandestino mientras existieron los tribunales de la Santa Inquisición Pontifica. En la medida que esta técnica pudo ser estudiada, por medio de tesis doctorales serias, no hubo más remedia que incorporarla al conocimiento académico y a la práctica clínica de los hospitales. Éste es un ejemplo claro de lo que deberá suceder con otros temas que todos ellos tienen que ver con los flujos de la energía que discurre del Cielo a la Tierra y de la Tierra al Cielo y constituye el alimento de los seres inmateriales y también de las almas de los seres materiales.
Algunas personas que poseen la experiencia, que hemos descrito, van más lejos de la acción de liberar a sus semejantes de las entidades del mundo espiritual que precisan alimentarse de la energía que canalizan. Estas personas se ocupan de ayudar a estas almas extraviadas a proseguir el camino de adquisición de conciencia que les permitirá canalizar la energía por ellas mismas sin precisar absorberla a un ser del mundo terrenal. Esta tarea es más complicada ya que no se resuelve por medio de la imposición de manos.
El relato de Dante describe el Cielo, el Purgatorio y el Infierno de acuerdo con la doctrina que proclamaba la Iglesia de Roma en el Siglo XIV mientras los pontífices y su corte residían en la ciudad de Aviñón. Los reformadores protestantes abolirían el concepto del Purgatorio por medio de razonamientos cien por cien abstractos. Los reformadores protestantes eran hombres de buena voluntad que permanecían horrorizados por la corrupción de la Iglesia de Roma, que se había instalado en el negocio de vender la salvación a cambio de dinero, pero tenían la mente dormida al igual que los Padres de la Iglesia y los filósofos escolásticos. Por esta razón la doctrina de las iglesias evangélicas se mueve en el ámbito de la mente dormida exactamente igual que la doctrina de la Iglesia Católica.
Las personas que tienen experiencias serias de haber recibido comunicaciones de almas humanas, que residen en el mundo del más allá, afirman que las vivencias que les han sido transmitidas se corresponden más con un estado de perfeccionamiento del alma que con un estado de premio o castigo. Es probable que el Purgatorio que describe Dante en la “Divina Comedia” no exista, pero lo que si existe es un plano de la existencia en el que las almas prosiguen el proceso de evolución de la conciencia hasta el punto de que llega un momento que tienen la oportunidad de elegir vivir una nueva existencia terrenal, sabiendo muy bien lo que pretenden conseguir por medio de la nueva experiencia.
Algunos sacerdotes católicos tienen acceso a las vivencias acerca de las almas perdidas por medio de los fieles que gozan de ellas. Estos sacerdotes se limitan a situar a estas almas en el cajón de sastre del Purgatorio y se quedan tan anchos.
Existen libritos que se refieren a las supuestas almas del Purgatorio. Hay que reconocer que las cosas que explican estos libritos son interesantes porque se corresponden a experiencias reales mejor o peor documentadas. Estos libritos divulgan una experiencia que tiene millones de testigos de todos los continentes. Sucede que las supuestas almas del Purgatorio causan molestias a alguien con objeto de llamar la atención. Cuando este alguien toma conciencia de ello y lleva a cabo un sacrificio con objeto de ayudar al alma que llama la atención, sucede que ésta consigue dar un salto de conciencia y lo agradece incluso adquiriendo la función de protectora de los humanos que la han ayudado.
Ahora mismo hay en el mundo varios millones de hombres y mujeres que tienen experiencias, más o menos sólidas, acerca del mundo del más allá. Las experiencias se están consolidando por un camino u otro. Poco a poco se está edificando un conocimiento acerca del mundo espiritual que no se sostiene en creencias indemostrables, que incluso han sido proclamadas dogmas de fe, sino que lo hace en la experiencia de personas generosas y responsables. El conocimiento adquirido por estas personas está llamado a tomar carácter científico en la medida que se sostiene en el método empírico de conocimiento y no hace ninguna concesión a la creencia indemostrable.
En este tema, al igual que en otros, el acceso a la verdad no puede venir de la religión que permanece encadenada a la creencia indemostrable e incluso maliciosa, sino de la ciencia incipiente que se ha propuesto averiguar la verdad acerca del mundo espiritual y tiene por delante un largo recorrido hasta que no alcance el estado de madurez.
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