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La fórmula de Einstein:   o la relación entre la materia y la energía

La fórmula de Einstein: o la relación entre la materia y la energía

La fórmula de Einstein que relaciona la energía y la materia por medio del cuadrado de la magnitud más elevada que existe que es la velocidad de la luz ha resultado subyugante a muchos seres humanos que tienen la mente despierta al igual como la tenía el autor de la fórmula.

La fórmula de Einstein ha sido descalificada por algunos científicos cuando se ha demostrado que la velocidad de la luz no es constante. En nuestra opinión este detalle es irrelevante ya que lo único que cuenta de la fórmula magistral es el hecho de que la materia y la energía permanezcan relacionadas por medio de la exponencial de la magnitud más elevada de todas las que existen sea la que sea.

El concepto de la luz ha sido explicado, hasta cierto punto, por la ciencia empírica cuando se ha estudiado el elemento esencial constitutivo de la misma al que se ha dado el nombre de fotón. Este elemento posee naturaleza corpuscular y también constituye la mínima expresión de una onda electromagnética. El concepto del fotón, que apareció en la mente de Einstein al igual que la fórmula magistral que relaciona la materia y la energía, constituye un misterio que desborda la inteligencia de cualquier hombre de ciencia por mucho que haya estudiado.

La fórmula de Einstein adquiere una dimensión inesperada cuando se cae en la cuenta de que la materia, la energía y, por supuesto la luz, poseen una dimensión material y una dimensión espiritual ya que ésta es la única manera de explicar la potencia de los ritos religiosos del lado de la luz y el lado de la oscuridad que han sido mantenidos en secreto por las escuelas sagradas y las sociedades secretas a lo largo de los siglos y los milenios.

Bernard Mong Tse tuvo la oportunidad de conocer a un científico eminente que le reconoció que su mujer tenía una tienda de ropa de moda femenina que había conseguido ser un negocio rentable desde el día que recurrieron a una bruja que les había cobrado ocho mil dólares para celebrar un ritual que estaba presidido por el sacrificio de un gato negro una noche de luna llena.

Los hombres de ciencia que tienen la mente mínimamente despierta no tienen más remedio que descender de sus pedestales respectivos y ponerse a estudiar, en serio, porque razón se sacrifican miles de gatos negros en todos los países del mundo, las noches de luna llena, hasta el punto de que, en algunos de ellos, las sociedades protectoras de animales han recurrido a los parlamentos y les han pedido que hagan leyes que prohíban la práctica bárbara de la que son víctimas los gatos negros inocentes lo cual obligaría a la policía a investigar la cría y el comercio clandestino de felinos del color del carbón y a reforzar los efectivos los días que anteceden a las noches de luna llena, sobre todo de la que coincide con el punto medio del otoño que es cuando se celebran los rituales que dan lugar a los negocios más rentables de todos.

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