La excepción y su inmenso potencial de conocimientos
Queremos recordar, una vez más, el antiguo proverbio chino que proclama que en la excepción puede haber más conocimiento que en la regla.
Existe un principio de la historiografía que proclama que todos los seres humanos actúan de la misma manera frente a las mismas circunstancias. Por medio de esta tesis se han podido explicar, de forma más o menos coherente, muchísimos hechos de la historia de la humanidad que antes permanecían ensombrecidos por las leyendas.
Algunos estudiosos se han sentido fascinados cuando han descubierto excepciones a la regla general que dice que todos los seres humanos actúan de la misma manera frente a las mismas circunstancias.
Proponemos que nos detengamos en el caso de un hombre que, en medio de una guerra civil encarnizada y sangrienta, se ocupó de proteger a otros hombres que eran nada menos que sus enemigos políticos. Casos de este tipo han sido descritos en las guerras civiles de Rusia, México, España y China que tuvieron lugar en la primera mitad del Siglo XX.
Los casos que hemos descrito han permitido alimentar la curiosidad de algunos estudiosos, pero no han alcanzado a modificar la tesis general de la historiografía que proclama que todos los hombres se comportan igual frente a las mismas circunstancias. Estos descubrimientos se han limitado a proporcionar alimento a la creencia que afirma que la excepción confirma la regla.
En los campos de exterminio nazis la mayoría de prisioneros se limitaron a dejarse matar como corderos. También hubo una minoría de ellos que se comportaron como criminales cuando aceptaron colaborar con sus guardianes con la esperanza de librarse de la muerte aunque fueron pocos los que lo lograron. Por fin hubo una tercera minoría de hombres y mujeres que alcanzaron la condición de héroes por una razón u otra. Algunos de ellos consiguieron sobrevivir y se convirtieron en el testimonio vivo de unos hechos que no deberán ser olvidados jamás. En las situaciones límite se demuestra que no es cierto que todos los seres humanos actúen igual en las mismas circunstancias.
La segunda mitad del Siglo XX ha contemplado varias guerras civiles en África en las que han perecido unas cuantas decenas de millones de seres humanos. Se ha divulgado la extrema crueldad de los contendientes que se empeñaron en exterminar al enemigo y, en algunos casos, lo consiguieron hasta el punto de producirse el fenómeno que recibe el nombre de genocidio. Sin embargo en estos hechos históricos también hubo casos de personas concretas que se ocuparon de proteger a sus enemigos. Lo más interesante de todo es que estos casos estuvieron más generalizados que en las guerras civiles de China, España, México y Rusia.
Es probable que después de estudiar las experiencias, que tuvieron lugar en la primera y la segunda mitad del Siglo XX, los historiadores de mente despierta reconozcan que es verdad que la mayoría de seres humanos se comportan igual frente a las mismas circunstancias, pero hay una minoría significativa de hombres y mujeres que se comportan de otra manera. Estos historiadores incluso pueden aceptar que en este comportamiento minoritario puede adivinarse un cambio de peldaño en un hipotético proceso de evolución de la especie humana.
Es probable que el ser humano moderno sea exactamente igual que el ser humano que poblaba la Tierra hace diez mil años que es cuando se inició la Revolución Neolítica en las cuencas del río Nilo y los grandes ríos de Asia. Dicho esto conviene contemplar la hipótesis de que siempre haya habido una minoría de hombres y mujeres distintos de los demás por el hecho de que han llevado dentro los impulsos de la compasión, la conciliación, la búsqueda de la verdad y la fuerza creativa en un grado superior a sus semejantes.
La hipótesis debe proseguir con la suposición de que el factor evolutivo de la humanidad estaría en la influencia que los hombres y las mujeres de este tipo han tenido sobre el conjunto de los colectivos.
Hace cincuenta años los niños que llevan dentro los impulsos de la compasión, la conciliación, la búsqueda de la verdad y la fuerza creativa, en un grado destacado, eran una minoría insignificante hasta el punto de que se quedaban marginados en los colectivos. Aquellos pequeños tendrían muchas posibilidades de autodestruirse, por causa del alcohol, el tabaco, las drogas, la promiscuidad sexual, la marginalidad, la depresión o la psicosis, en el momento que llegaran a la edad adulta y muchos de ellos corrieron esta suerte.
En las postrimerías del segundo decenio del Siglo XXI, sucede que muchos niños, del tipo que hemos mencionado, no permanecen marginados en los colectivos sino que tienen influencia en los mismos hasta el punto de que los compañeros de escuela que se sienten atraídos por los impulsos de la compasión, la conciliación e incluso la búsqueda de la verdad dan lugar a una masa crítica en algunos casos. Los niños que participan de esta experiencia tienen menos posibilidades de autodestruirse en el momento de alcanzar la edad adulta e incluso puede sucederles que se conviertan en líderes sociales en temas, de orden práctico, que tengan que ver con la defensa de los derechos de los ciudadanos frente a los atropellos de todos los tipos.
Existen algunos políticos que han alcanzado un gran poder y transmiten, por todos los poros, ausencia de respeto por el prójimo e incluso odio y violencia. A pesar de ello no tienen la posibilidad de declarar una guerra porque sucede que hubo muchos ciudadanos que les dieron el voto para que hicieran un discurso agresivo y extendieran el odio, pero hay otros ciudadanos que no les permitirían pasar de las palabras a los hechos y sucede que algunos de estos ciudadanos ocupan responsabilidades muy importantes en la administración y las fuerzas armadas.
De acuerdo con la experiencia de las escuelas sagradas, las cosas que suceden en el plano terrenal de la existencia son un reflejo de otras cosas que suceden en el plano espiritual de la misma. De acuerdo con esta experiencia la situación del mundo, de las postrimerías del segundo decenio del Siglo XXI, refleja un pulso tremendo entre los centros conscientes del lado de la luz y el lado de la oscuridad de la energía que tienen su existencia en el mundo espiritual desde tiempos inmemoriales.
Es probable que un pulso de esta dimensión en el mundo espiritual no haya tenido lugar nunca, a lo largo de la historia de la humanidad, aunque nadie puede saber estas cosas con certeza
El pensamiento académico niega la existencia de un proceso de evolución de la humanidad y explica que lo que ha habido es un proceso de civilización que ha culminado en el paradigma que conforman la filosofía racionalista, el desarrollo de las tecnologías que hacen innecesario el trabajo humano más duro y el llamado estado del bienestar que ha permitido la extensión de la seguridad y la justicia, hasta cierto punto, en una proporción creciente de países.
Mientras tanto se presta credibilidad a la teoría de la evolución de las especies a pesar de que no tiene una base científica sólida y no permite explicar el fenómeno singular de la aparición de la especie humana que, para bien y para mal, está a años luz de cualquier otra especie de la familia de los homínidos con la que seguramente permanece emparentada por lo que hace a la morfología del cuerpo físico.
Es razonable pensar que la especie humana forma parte de la familia de los homínidos, lo cual significa que los gorilas y los chimpancés son nuestros primos lejanos. Pero lo que no es razonable es concluir que la mente humana procede de la misma fuente que las mentes del resto de los homínidos.
La capacidad que demuestra el ser humano tanto de gozar como de sufrir, tanto de hacer el bien como de hacer el mal, tanto de amar y servir como de odiar, despreciar y oprimir al prójimo e incluso maquinar un genocidio, está a años luz de la que es propia de los gorilas y los chimpancés.
No es posible explicar el ser humano si no se contemplan las posibilidades enormes que tiene la evolución de la conciencia que lleva dentro. Este hecho resulta evidente a las personas que tienen una experiencia real de la vida aunque ésta no les lleve hasta el punto de dar la razón a la revelación de la Biblia que explica que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios.
El pensamiento académico no acepta un hecho que resulta evidente a las personas que tienen una experiencia real de la vida y han alcanzado el estado de la mente despierta. Por el contrario lo que hace es resolver el problema por medio de teorías diversas que todas ellas forman parte del ámbito de la mente dormida.
Mientras tanto hay un gran número de iglesias cristianas que han elevado, a la categoría de dogma de fe, el relato del Libro del Génesis que sin duda es brillante, pero tiene la forma de la alegoría. El resultado de este despropósito es que el Creacionismo ha dado lugar a un cuerno del Diablo que se retroalimenta, a la perfección, con el otro cuerno que es el Evolucionismo. El par de cuernos del Diablo, convertidos en somníferos de masas, permite mantener sumida en el estado del sueño psíquico a una parte relevante de la población de los Estados Unidos.
Todas las teorías que se enseñan en las universidades se derrumban en el momento que se accede a la información acerca de los procesos de iniciación que siguen las sociedades secretas que poseen el control de los centros de poder entre los que se cuentan los centros del poder académico.
Lo cierto es que estas entidades invisibles se sustentan en el proceso de evolución de la conciencia del ser humano que puede alcanzar el hito que le permita entregar el alma a Lucifer a cambio de que éste le conceda no sólo el poder, sino también la impunidad en la Tierra y probablemente en el Infierno por los siglos de los siglos.
Los hombres y mujeres, que han pasado por la prueba tremenda de no tener más remedio que elegir entre el dios del dinero y el verdadero Dios y han sufrido las consecuencias de su decisión correcta, no tienen ninguna duda de que el sistema de poder, que tiene el dominio férreo sobre el mundo desde hace siglos y milenios, se sostiene en un largo proceso de iniciación que cumple el objetivo de que un determinado individuo pueda alcanzar un nivel de conciencia muy superior al de las personas ordinarias. El premio al que se hace merecedor el individuo en cuestión es la fiducia sobre un patrimonio financiero cuantioso, domiciliado en un paraíso fiscal, lo cual le da derecho a un asiento en alguno de los tentáculos del pulpo que tiene la cabeza en el Club de los Dueños del Mundo.
Hay muchas pruebas de que el sistema de poder que tiene un dominio férreo sobre el mundo se sostiene en el proceso de evolución de la conciencia por el lado de la oscuridad. Algunos detalles de los ritos monstruosos que articulan el proceso de iniciación y han trascendido, sumamente distorsionados en algunos relatos que pueden hallarse en Internet, permiten adivinar en que consiste el largo camino que debe seguir un semejante hasta que consigue no llevar ni un vestigio de compasión en su interior primero y, por fin, hasta que consigue sellar el pacto con el soberano del Infierno que se seguramente se mantendrá en vigor muchos siglos.
Hay muchos indicios de la existencia de un proceso de evolución de la conciencia, por el lado de la oscuridad, que permite acceder a los centros del poder real. Los hombres y las mujeres que conocen la experiencia de haber podido elegir entre el dios del dinero y el verdadero Dios y haber sufrido las consecuencias que espera a los que hacen la elección correcta son muy pocos, pero los que han contemplado la autodestrucción de un joven que llevaba dentro, en un grado destacado, los impulsos de la compasión, la conciliación, la búsqueda de la verdad y la fuerza creativa, son muchos más.
Estos semejantes pueden aceptar la hipótesis de que existe una estrategia perversa que persigue crear una elite secreta por medio de un proceso de evolución que se lleva a cabo, por el lado de la oscuridad, mientras se consigue abortar este mismo proceso de evolución, por el lado de la luz, por medio de la autodestrucción de los elegidos en un momento u otro de su vida.
Disponemos de una prueba consistente de que lo que hemos afirmado es verdad. Nos referimos a las personas que una vez habían logrado llevar a cabo un proceso serio de evolución de la conciencia, por el lado de la luz, fueron tentadas a pasarse al lado de la oscuridad a cambio de tener la oportunidad de ganar mucho dinero. Debemos recordar a los tres hombres y la mujer que decidieron permanecer en el lado de la luz y fueron objeto de agresiones terribles que procedían de ritos religiosos del lado de la oscuridad y los llevaron al borde de la autodestrucción e incluso de la muerte en uno de los casos.
Debemos recordar, una vez más, que el hilo conductor del proceso de evolución, por el lado de la luz, es la cultura del amor y el servicio al prójimo, mientras que el hilo conductor del proceso de evolución, por el lado de la oscuridad, es la cultura del poder y el dominio sobre el prójimo.
En esta afirmación pueden estar de acuerdo muchísimas personas que, en cambio, permanecerán perplejas ante el contenido de la publicación de hoy. Estas personas deben recordar las palabras que salieron de los labios de Jesucristo cuando, poco antes de la última cena, reconoció que había muchas cosas que no había explicado a sus discípulos porque no habrían sido capaces de soportarlas y aseguró que estas cosas serían reveladas, un día u otro, por el Espíritu Santo.
Las piezas del Laberinto de la Verdad provienen del acerbo de las escuelas sagradas que han cumplido la función de vertebrar el lado luminoso de las civilizaciones y las religiones. Debemos suponer que, detrás de la revelación que benefició a las escuelas sagradas, esté el Espíritu Santo. Desde el punto de vista de la tradición religiosa que tiene su matriz en la Biblia es difícil darle otra explicación.
Es posible dar a conocer una información que tiene un carácter muy penetrante en el momento que hay bastantes millones de seres humanos, de todos los continentes, que poseen la experiencia de que la cultura del amor y el servicio al prójimo tiene mayor fuerza que la cultura del poder, el dominio y el conflicto, aunque esta última ocupe la mayor parte de las páginas de los periódicos y los informativos de las cadenas de la televisión.
Tenemos el deber de concluir, con una nota de esperanza, una publicación que tiene un carácter demasiado penetrante hasta el punto de estar a punto de traspasar el límite de las cosas que pueden ser divulgadas. Tenemos el deber de no esconder nada que forme parte de la experiencia de los elegidos, en aras del compromiso que da sentido al Laberinto de la Verdad, aunque hay que hacerlo de acuerdo con un método que no siempre resulta fácil cumplir.
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