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La Biblia y sus perlas escondidas de conocimiento

La Biblia y sus perlas escondidas de conocimiento

La publicación de hoy prosigue la reflexión acerca de las enseñanzas de Jesucristo que pueden empujar a una minoría relevante de seres humanos a abrir los ojos y despertar del estado del sueño psíquico en el que permanecen sumidos la mayoría de sus semejantes. 

Para ello reproduciremos un fragmento de un capítulo del libro de Bernard Mong Tse que tiene el título de “El Laberinto de la Verdad”. Este capítulo del libro, que tiene más de mil cien páginas, también forma parte de la separata que es el texto que Editorial Mong Tse ha empezado a distribuir en lengua castellana y lengua inglesa.

La conversación, entre dos de los protagonistas del relato novelado, usa la metáfora “perlas escondidas en medio de la paja” y añade que las perlas dan lugar a “fogonazos de conocimiento”. Estas metáforas encajan de maravilla en algunas de las enseñanzas más significativas del maestro más grande que ha pisado la Tierra.

Al parecer el inventor del recurso de dejar escondidas perlas de conocimiento, en medio de la paja del relato, fue el autor del “Libro de Job”. Este recurso fue usado por los autores de otros textos significativos del “Antiguo Testamento”. En publicaciones futuras nos ocuparemos de las perlas de los libros de la antigüedad pero, ahora, conviene dar prioridad a las que forman parte de los evangelios porque son las más potentes de todas.

Hay algunos pastores de iglesias cristianas que son más serias que otras que han hecho este mismo descubrimiento. Estos profesionales de la religión han decidido alternar las citas clásicas de los textos sagrados con otras más novedosas que son las que transmiten destellos de un conocimiento, de nuevo tipo, que es el que interesa a las personas que se proponen despertar del estado del sueño psíquico.

La relectura de La Biblia, en base a los destellos de un conocimiento de nuevo tipo, da lugar a un ejercicio apasionante que sólo pueden hacer las personas que tienen la mente despierta.

Debemos hacer la hipótesis de que dentro de treinta años las iglesias cristianas más serias habrán cambiado por completo su pedagogía y se dedicarán a divulgar el conocimiento que ha permanecido escondido en el “Antiguo Testamento” y el “Nuevo Testamento”, a lo largo de veinte siglos, que es un tema mucho más interesante que las cosas inconsistentes que explican los maestros de la Religión del “New Age” que, en muchos casos, son meros divulgadores de ignorancia.

Por supuesto que las iglesias menos serias proseguirán la tarea de explicar las mismas cosas de siempre con objeto de encuadrar los rebaños de fieles de mente dormida que aclaman al señor que se viste con la sotana de color blanco o a otros señores que lo emulan.

Hay que decir, por último, que las perlas de conocimiento que permanecen escondidas en medio de la paja de libros que se han hecho más famosos que otros, como es el caso de “El Quijote”, dan lugar a piezas del laberinto que son igual de importantes que las que proceden de La Biblia o del acerbo de las escuelas sagradas.

A continuación reproducimos el diálogo que forma parte del libro que lleva el título de “El Laberinto de la Verdad”. El diálogo tiene lugar en medio de una cena al aire libre en la que dos de los protagonistas del libro degustan, con gran satisfacción, una ración abundante de salmonetes recién sacados del mar y fritos en aceite de oliva amargo. Mientras tanto la larga tarde de mayo se extingue con extrema lentitud.

La escena tiene lugar en un pueblo de pescadores del Reino de Valencia, del Siglo XIV, desde donde los dos hombres embarcarán en una balandra que los llevará al Reino musulmán de Granada.

En la ciudad, que era la potencia pre-industrial y comercial de la época, los dos cristianos librepensadores se reencontrarán con Jesucristo, gracias a la Iglesia Mozárabe, mientras permanecerán a salvo de las garras de los tribunales de la Santa Inquisición Pontifica que cometieron un número incontable de crímenes a lo largo de los siglos en que estuvo vigente el poder religioso de carácter totalitario.

El diálogo es muy breve pero goza de gran densidad como podrán comprobar las personas que lo lean:

– Ponme un ejemplo de un fogonazo de conocimiento que surge de una perla que permanece escondida, en medio de la paja, en una página del evangelio.
– Debes recordar un pasaje en el que un joven se acerca a Jesús y le dice que ha tomado la decisión de convertirse en un discípulo más del maestro itinerante pero le pide que, antes de seguirlo, le permita enterrar a su padre que acaba de morir. La respuesta del maestro es de una brutalidad extrema lo cual resulta incomprensible a cualquier persona que no haya empezado a abrir los ojos. Supongo que la recuerdas.
– Creo recordar que la respuesta del maestro es: “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”.
– Exacto, ésta fue la respuesta de Jesús una vez había demostrado ser el maestro del amor y la compasión. ¿Cómo se explica la brutalidad del maestro del amor y la compasión con el aspirante a ser su discípulo que le pide nada menos que le permita enterrar a su padre que acaba de morir?
– Supongo que la lectura correcta de la expresión de Jesucristo debe ser: “Dejad que los hombres que tienen la mente dormida entierren a sus difuntos que tenían la mente dormida”.
– Exacto, la lectura correcta de la frase de Jesucristo sólo puede ser: “Dejad que los hombres que tienen los ojos cerrados entierren a sus difuntos que tenían los ojos cerrados.”
– Debemos suponer que la brutalidad de la respuesta de Jesús tuvo la virtud de despertar la mente del aspirante a convertirse en su discípulo. Debemos suponer que, una vez hubo conseguido su objetivo, el maestro del amor y la compasión estuvo al lado de su nuevo discípulo en la ceremonia del funeral de su padre con el brazo amoroso dispuesto sobre sus espaldas.
– Exacto, ésta es la suposición más probable que debe hacerse de la página del evangelio que resulta incomprensible a los hombres y mujeres que todavía tienen los ojos cerrados o la mente dormida que es la manera más correcta de expresar el estado mental en que permanecen atrapados la mayoría de nuestros semejantes.

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