Galileo Galilei: una vida dedicada a la búsqueda de la verdad
Los chinos inventaron la mecánica en tiempos inmemoriales. Las antiguas máquinas chinas usaban artilugios diversos para medir el paso del tiempo, pero a ningún constructor de aquellas máquinas se le ocurrió el concepto del péndulo.
El descubrimiento de las propiedades del péndulo fue obra de Galileo que, al parecer, se sintió atraído por este tema mientras observaba la oscilación de una lámpara que colgaba de una larga cadena que permanecía sujeta al techo de un templo.
Galileo cumplió al mandato de Jesucristo de buscar la verdad a lo largo de toda su vida. Están documentados varios de sus descubrimientos en ámbitos distintos y queda claro que el hombre fue uno de los precursores del método científico de conocimiento
Galileo fue el inventor del telescopio. A lo largo de varios años se ganó la vida construyendo telescopios que los diletantes de la época pagaban muy bien. Sin embargo este invento le traería más desgracia que beneficio porque le sucedió que su afición a contemplar los cuerpos celestes, por medio del telescopio, le llevó a convencerse de que la Tierra y el resto de los planetas giraban alrededor del Sol y la Luna lo hacía alrededor de la Tierra.
Galileo fue enjuiciado por el Tribunal de la Inquisición por divulgar una tesis que era contraria a la letra de la Biblia de acuerdo con la opinión de los clérigos que tenían el monopolio de la interpretación del libro sagrado que, en aquella época, eran los Jesuitas.
Galileo era un investigador infatigable de temas diversos pero sus conocimientos de astronomía eran precarios y no estaba al corriente del estudio acerca de los movimientos, aparentemente retrógrados, de los planetas que sólo se explican cuando se comprende como funciona el sistema solar. Al parecer este tema, en la primera mitad el Siglo XVII, sólo era conocido por los astrónomos de Persia.
Galileo no fue capaz de probar su tesis por medio de argumentos irrefutables y fue condenado por el tribunal nada menos que a cadena perpetua aunque la condena le fue conmutada por la del arresto domiciliario a cambio de que se retractara de su tesis.
La imagen del científico italiano retractándose de una tesis que explicaba la verdad, aunque por medio de argumentos insuficientes, con objeto de evitar la prisión perpetua constituye una de las páginas más amargas de la historia de la humanidad.
La condena de Galileo fue una expresión clara de la derrota de la razón y la ciencia frente el poder de la doctrina y la intransigencia e incluso la mala fe ya que quedaría constancia de que las actas del proceso fueron manipuladas en beneficio de los acusadores.
Una vez hemos rendido el homenaje merecido a Galileo, no hay más remedio que reconocer que la tesis que trata de sostenerse en la letra de la Biblia y proclama que la Tierra es el centro del Universo tiene algo de verdad. La prueba de ello es que la astrología es un arte milenario que sigue ocupando un espacio relevante en la sociedad del Siglo XXI y no deja de contemplar la Tierra, como centro del Universo, en el momento que levanta la carta astral del nacimiento de una persona o de un momento determinado de su vida.
La página del Laberinto de la Verdad tiene previsto aportar tesis novedosas acerca del rigor que posee el arte milenario de la astrología y acerca de los misterios de los objetos voladores no identificados que es un fenómeno evidente que nadie ha logrado explicar por un procedimiento racional. Las tesis acerca de estos dos temas serán fruto de la experiencia de personas responsables ya que no admitimos argumentos de otro tipo. Las tesis a las que no referimos pueden permitirnos alcanzar un peldaño bastante elevado de la escalera larguísima que lleva al conocimiento de la verdad.
Las tesis que tienen derecho a ser contempladas como las piezas estructurales del Laberinto de la Verdad cumplen la función de la búsqueda del equilibrio entre la realidad del Universo tal como ha sido descubierta por la ciencia y el hecho de que la especie humana, que tiene el deber de llevar a cabo su proceso de evolución en el Planeta Tierra, tenga una misión cósmica que incluya el atributo de la centralidad.
Es legítimo contemplar esta pieza del laberinto una vez se ha aceptado la singularidad del proceso de evolución del que estamos hablando que sólo se explica si se acepta que es verdad que el ser humano fue creado a imagen y semejanza del Creador del Universo.
La historia de Galileo es bastante conocida, pero son muy pocas las personas que conocen la historia de su contemporáneo y amigo José de Calasanz que consiguió poner en marcha el proyecto templario de la escuela pública y gratuita al cabo de casi tres siglos de la desaparición de la Orden del Temple.
Está documentado que las Escuelas Pías de Roma, fundadas por José de Calasanz, consiguieron escolarizar a casi todos los niños de la ciudad incluso los que vivían en los suburbios más pobres lo cual repercutió en la disminución de la delincuencia.
En las Escuelas Pías, además de la catequesis y la Historia Sagrada, se enseñaba a los niños a leer y a escribir y también se les enseñaba gramática, aritmética y geometría. Los escolares recibían la comida del mediodía y se proporcionaba ropa y calzado dignos a los que no disponían de ellos.
José de Calasanz admitía niños judíos y musulmanes en sus escuelas y respetaba sus creencias lo cual constituía un hecho insólito en el Siglo XVII. A todos los escolares les transmitía su experiencia acerca de la protección de la Virgen María que sin duda debía ser muy potente ya que jamás le faltaron las fuentes de financiación imprescindible para mantener abiertas las escuelas.
En la ciudad de Roma sucedía que un segmento relevante de los niños escolarizados por José de Calasanz eran hijos de hombres y mujeres que eran sirvientes de clérigos de la Curia y éstos tenían la costumbre de confundirlos y no pagarles la totalidad del salario comprometido. El hecho de que los hijos de los sirvientes dominaran el arte de las sumas y las restas al igual que los clérigos terminó con el atropello, pero creó un ambiente de rechazo ante el invento de la escolarización de los hijos de los pobres que dio lugar a la materia prima de una intriga vergonzosa que llevó a José de Calasanz a correr la misma suerte que su amigo Galileo.
El hombre que tenía el mérito histórico de haber llevado a la práctica el proyecto templario de la escuela pública y gratuita fue destituido de sus responsabilidades, las Escuelas Pías fueron disueltas y los discípulos de José de Calasanz que eran los Padres Escolapios que se habían formado concienzudamente como maestros de escuela, fueron enviados a Polonia a machacar luteranos.
Hay que explicar que José de Calasanz no sólo fue el creador de las primeras escuelas públicas y gratuitas, de la historia de Europa, sino que fue el impulsor de cuatro conceptos educativos que asombran por la lucidez que entrañaban en la sociedad del Siglo XVII. Estos conceptos, en los que es obligado educar a los niños, son: la libertad, la veracidad, la responsabilidad y el servicio. Hay que concluir esta reflexión recordando que todas las escuelas serias de pedagogía se sostienen en estos cuatro conceptos que permanecen incombustibles al paso de los siglos.
Deberían pasar doscientos años para que el proyecto de la escuela pública y gratuita fuera, por fin, una realidad en todos los países de Europa y América. Esto sucedió cuando los estados modernos dispusieron de recursos para poner en marcha el proyecto. La escuela pública definitiva no sería muy fiel a los conceptos pedagógicos anunciados por José de Calasanz y tampoco tendría carácter cristiano sino que lo tendría laico y, en algunos casos, incluso anticristiano.
Hubo dos momentos de la Historia de Europa en los que hubo la posibilidad de extender por el continente el concepto de la escuela pública y gratuita que además habría sido una escuela cristiana, pero en ambos casos el proyecto fue abortado por el lado oscuro de la Iglesia de Roma que demostró poseer una potencia inmensa.
La Iglesia Católica no ha tenido más remedio que pedir perdón por el número incalculable de crímenes que cometieron los tribunales de la Inquisición a lo largo de bastantes siglos. Es lícito hacer la hipótesis de que la autocrítica no sea sincera en el momento que se descubre que la Curia Vaticana mantiene viva una oficina que es heredera de la Santa Inquisición Pontificia.
La oficina que se mantiene viva se denomina Congregación para la Doctrina de la Fe. Sucede que las personas que tienen experiencia real acerca del valor de la fe saben muy bien que la experiencia superior de la confianza incondicional en la protección de Dios es antagónica con el fenómeno oscuro de la doctrina. Este detalle lo dice todo acerca de la verdadera función de la oficina que se mantiene viva y puede suceder que no sea otra cosa más que un centro de poder que atraiga a clérigos que poseen un grado de ambición superior a sus colegas.
Los sacerdotes católicos que se esfuerzan en ser discípulos de Jesucristo saben muy bien que la oficina heredera de la Santa Inquisición Pontificia constituye un lastre tremendo para la Iglesia de Roma, pero ninguno de ellos se atreve a proponer su disolución aunque fuera por una cuestión de coherencia con la memoria histórica.
En el momento que en los países de Europa la mayoría de las familias dejan de bautizar a los niños y los obispos cuentan con los dedos de las manos a los jóvenes de sus diócesis que sienten la vocación de ser sacerdotes, no hay más remedio de que aparezcan personas lúcidas que caigan en la cuenta de que lo único que puede salvar la Iglesia es la divulgación de la experiencia superior de la fe, pero para ello es preciso contemplarla tal como realmente se manifiesta, en todos los continentes, que siempre es al margen del concepto oscuro de la doctrina, sea la que sea.
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