Encuentro en Granada: sobre el amor, el coraje y la cobardía
Extracto del diálogo que mantienen Ismael, Yasmina, Joan y Pierre en la sala de estar de la casa magnífica de Granada y forma parte del capítulo 119 del libro, “El Laberinto de la Verdad”.
Ismael no sintió la necesidad de decir nada acerca de las Cruzadas y decidió proseguir la conversación por otro camino.
– La cualidad principal que caracteriza al guerrero es el coraje que, en algunos casos, debe manifestarse en el campo de batalla pero, en la mayoría de veces, debe hacerlo en otros escenarios más tranquilos – dijo -. No es fácil definir el concepto del coraje. De acuerdo con mi experiencia la definición correcta de coraje es ausencia de cobardía.
Joan se apresuró a decir:
– Es importante aprender a distinguir el sentimiento del miedo del sentimiento de la cobardía. El miedo es un atributo de todos los seres humanos mientras que la cobardía es un atributo sólo de los cobardes.
– Estoy de acuerdo – dijo Yasmina en un tono de voz que revelaba que la reflexión del caballero templario le había llegado al fondo del alma.
Joan tomó la palabra en un tono de solemnidad y añadió.
– La experiencia de mi vida, cuando ya sólo me faltan cuatro años para cumplir medio siglo, demuestra que el amor transforma el miedo en coraje mientras que el egoísmo lo transforma en cobardía.
Pierre asintió con la cabeza y agregó.
– La sentencia que proclama que el amor transforma el miedo en coraje mientras que el egoísmo lo transforma en cobardía debería ser grabada en letras de oro, al igual que otras que han aparecido en nuestras conversaciones.
– El miedo es inherente a la condición humana en la medida que nadie puede saber si se mantendrá con vida el día siguiente – dijo Joan mientras pronunciaba las palabras una por una con la máxima lentitud -. Tampoco hay nadie que pueda saber si cualquiera de sus seres queridos se mantendrá con vida el día siguiente.
– Esto es cierto – dijo Yasmina -. Pero es posible vivir en un estado de confianza que no excluye contemplar la posibilidad de la desgracia imprevista que es inherente a la condición humana. El arte de vivir en un estado de confianza es un atributo de los guerreros que se proponen cumplir el destino que tienen escrito en el Cielo.
– Lo que ha dicho Yasmina es verdad porque si bien es imposible conocer el futuro en cambio es posible conocer el destino – dijo Ismael -. Cuando se conoce el destino y se abraza el destino, sea el que sea, cualquier evento de la vida deja de tener el sabor de la fortuna o la desgracia y se convierte en una prueba de la que siempre se desprende una lección. Esto es así porque nada sucede por casualidad y todas las cosas tienen un sentido de acuerdo con una voluntad superior y lo mismo sucede en el lado de la luz y en el lado de la oscuridad. Hasta que no se contempla este hecho, que rige sobre todos los demás, no se inicia el aprendizaje que lleva consigo el cumplimiento del destino. Es obvio que sólo el ser humano que posee la psicología del guerrero es capaz de descubrir su destino y entregarse al mismo sabiéndose protegido por una voluntad superior que, en el largo plazo, tiene asegurado el triunfo.
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