Elegir la oscuridad: o vivir para acumular dinero y poder
El mito del ser humano que entrega el alma al Diablo a cambio de que éste le conceda la eterna juventud, la pareja dotada de belleza extrema, la riqueza o el poder en la Tierra ha sido descrito por algunos autores entre los que es obligado mencionar a Goethe que, sin duda, fue un gigante de la inteligencia humana.
Las personas que han ejercido alguna responsabilidad de primera fila, a lo largo de su carrera profesional, han tenido la oportunidad de conocer a alguien del que sospecharon que había obtenido una determinada cuota de poder sobre el dinero en mayúsculas a cambio de convertirse en un esclavo de Lucifer. Hasta aquí llega el conocimiento, acerca de este tema tan delicado, al que pueden acceder las personas que están mejor informadas.
Mientras tanto sucede que los intelectuales que escriben los libros y los artículos de fondo en los periódicos que cumplen la función de orientar a la opinión pública, son personas que no han tenido jamás ninguna relación con nadie que hubiera obtenido una cuota relevante de poder sobre el dinero en mayúsculas. Estas personas no tienen ninguna razón para creer en la existencia del Diablo ni nada parecido. El resultado de este despropósito es que el ser, que es el auténtico dueño del mundo, es un desconocido para la inmensa mayoría de seres humanos lo cual es la expresión más evidente de su poder inmenso.
Los hombres y las mujeres que tenían escrito en su destino pasar por la prueba tremenda de no tener más remedio que elegir entre el dios del dinero y el verdadero Dios, e hicieron la elección correcta, han tenido la oportunidad de averiguar algunas cosas acerca de los semejantes que han entregado el alma al Diablo a cambio de obtener el poder en la Tierra.
En una publicación anterior explicamos porque razón las personas que eligieron el verdadero Dios cuando tuvieron la oportunidad de elegir el dios del dinero, por medio de acceder a una fiducia sobre un patrimonio financiero cuantiosos domiciliado en un paraíso fiscal, tienen la posibilidad de descubrir los secretos que unen a los elegidos del lado de la oscuridad convertidos en sus enemigos obligados.
En esta publicación no tenemos más remedio que explicar algunas cosas que han descubierto los elegidos del lado de la luz, acerca del poder del mal, sabiendo muy bien que nuestro conocimiento acerca del tema más delicado de todos es, forzosamente, incompleto.
Todas las personas que han hecho alguna cosa seria en la vida han tenido la oportunidad de conocer a un semejante que hacía maldades a conciencia y éstas le salían redondas y le aportaban un beneficio mientras él escampaba el daño entre personas inocentes.
El tema de los individuos que hacen el mal a conciencia, y obtienen un beneficio del mismo, sólo puede explicarse si se acepta que estos individuos están organizados en secreto y llevan a cabo las maldades de acuerdo con una estrategia de la que ellos son simples actores que disfrutan de unos beneficios a cambio de haber entregado la libertad a la sociedad secreta.
La experiencia de los elegidos permite hacer la hipótesis de que Lucifer no compra el alma a cualquiera y sólo está dispuesto a hacerlo como premio de una carrera profesional exitosa en la que el ejercicio de la maldad tiene un tono, cada vez más sofisticado, por el hecho de que el individuo lleva a cabo un proceso continuado de perfeccionamiento humano.
Es posible contemplar a individuos que además de ser profundamente malos también constituyen un exponente claro de depravación moral. En los libros de Bernard Mong Tse se explica que estos individuos forman parte de una sociedad secreta en calidad de postulantes de Lucifer pero no han sido autorizados a celebrar el rito monstruoso que les permitirá entregar el alma a su maestro a cambio de que éste les conceda el poder definitivo en la Tierra.
Esto significa que el poder del que disponen estos individuos tiene carácter provisional. Mientras tanto ellos permanecen agarrados, por los testículos, por la sociedad secreta correspondientes que tiene la posibilidad de hacerlos caer en el abismo en el momento que incumplan alguna de sus reglas del juego.
La caída en desgracia de individuos que llevaban muchos años apoderándose de dinero ajeno, sin que nadie lograra destapar el tema, puede explicarse de esta manera. También puede explicarse el detalle de que todos ellos mantengan la boca cerrada con objeto de salvar la vida y quizás evitar una larga condena de cárcel.
En los libros de Bernard Mong Tse también se explica que los hombres y las mujeres que consiguen entregar el alma al Diablo, a cambio de obtener una plaza en el Infierno que les permite acceder al poder definitivo en la Tierra, son individuos que han alcanzado un grado muy elevado de control de la mente y fuerza de voluntad sobre los impulsos del cuerpo y el alma hasta el punto de que se rigen por principios morales estrictos.
Podemos estar seguros de que los semejantes que han conseguido un asiento en el Club de los Dueños del Mundo son personas que han llevado a cabo un trabajo muy meritorio sobre ellos mismos a cambio de alcanzar un estatuto que les permite tener no sólo el poder sino también la impunidad en la Tierra.
Las personas que se mantienen sumidas en el estado del sueño psíquico no tienen ninguna posibilidad de comprender la psicología de un guerrero del lado de la oscuridad que ha alcanzado la condición de miembro del Club de los Dueños del Mundo.
Los estudiosos que asimilan la condición de dueño del mundo a sujetos que poseen unos apellidos más famosos que otros o a los líderes de determinadas familias reales son personas que tienen la mente profundamente dormida y no saben de lo que hablan.
Debemos explicar estas cosas con objeto de descalificar la creencia de que cualquier persona tiene la posibilidad de vender el alma al Diablo a cambio de poder ganar dinero y llevar una vida depravada. Esta creencia procede de relatos de ficción cuyos autores tenían la mente cien por cien dormida y cumplían la función triste de alimentar la ceremonia de la confusión.
La confusión acerca de los semejantes que han vendido el alma al Diablo ha dado lugar a una creencia secular que se retroalimenta con las creencias acerca del Infierno que han sido divulgadas por las doctrinas religiosas tanto la que asegura el castigo eterno a los hijos de vecino, que conviven con la pareja sin estar unidos a ella por el vínculo del matrimonio, como la que proclama que el Infierno no puede existir ya que constituiría un espacio que se mantendría al margen de la misericordia de Dios, lo cual mostraría que ésta no tiene carácter infinito.
La creencia religiosa, que se sostienen en el concepto del pecado mortal que merece el castigo eterno del Infierno, es maliciosa, pero acarrea el inconveniente de que sólo mantiene la credibilidad entre los semejantes que tienen la mente muy dormida. Por el contrario la creencia religiosa que niega la existencia del Infierno está igual de lejos de la verdad y encima tiene el problema de que resulta convincente a las personas que tienen la mente despierta.
El desbarajuste intelectual y religioso acerca del centro de poder del mal que mantiene el dominio sobre el mundo, desde hace siglos y milenios, tiene carácter dramático y es una muestra del poder inmenso de Lucifer que es el soberano indiscutido de este centro de poder que constituye el Infierno verdadero.
El Infierno es una realidad profundamente elitista en la que sólo tienen cabida los campeones de la ambición de poder que a la vez son campeones de la conciencia. Estos semejantes son los únicos que han conseguido suscribir un pacto con Lucifer lo cual les obliga a mantener la lucha por el poder, entre ellos, quizás por los siglos de los siglos.
Debemos suponer que la revelación tremenda de Jesucristo acerca del llanto y el crujir de dientes se refiere a los individuos que se beneficiaron de los servicios de las sociedades secretas pero no llegaron a celebrar el rito que permite entregar el alma a Lucifer a cambio de poseer el poder en la Tierra que se mantiene activo en el Infierno. Debemos suponer que estos infelices acceden al centro del poder del mal sin tener suscrito un pacto con su soberano y no tienen más remedio que entregarse a la desesperación.
Debemos tener la certeza de que a Lucifer no le interesan los codiciosos y los depravados. Por el contrario exige a sus discípulos llevar a cabo un laborioso proceso de evolución que los convertirá en guerreros de lado de la oscuridad que deberán ejercer el poder, sin tener ninguna visibilidad, mientras sostendrán una batalla tremenda de conciencia con los guerreros del lado la luz.
Esta batalla de conciencia entre guerreros del lado de la luz, liderados por Jesucristo, y guerreros del lado de la oscuridad, liderados por el soberano del Infierno, se perpetúa siglo tras siglos y constituye el hilo conductor de la historia de la humanidad.
Debemos recordar que las dos experiencias que son creadoras de conciencia son la confianza en Dios y el servicio al prójimo por el lado de la luz y la ambición de poder por el lado de la oscuridad. La experiencia creadora de conciencia es muy distinta en el lado de la luz y el lado de la oscuridad, pero el proceso de iniciación que debe llevar a cabo el ser humano para convertirse en un guerrero tiene muchas cosas en común en los dos lados de la energía.
Los poderes religiosos se ocupan de crear confusión por medio de la especulación intelectual acerca del llamado misterio del mal que suena muy bien en lengua latina. Los poderes religiosos han inventado una filosofía fraudulenta porque no tienen ninguna posibilidad de explicar la verdad acerca de la realidad del mal. Lo cierto es que los poderes religiosos permanecen controlados por sociedades secretas que agrupan a guerreros del lado de la oscuridad que han sucumbido a la pasión de ejercer el poder nada menos que en el ámbito que permite el dominio espiritual sobre los semejantes.
Debemos reiterar, una vez más, que las sociedades secretas no tienen nada que ver con las agrupaciones elitistas que tienen nombres más o menos rimbombantes y gozan de una cierta visibilidad o incluso no gozan de ninguna lo cual permite pensar que constituyan un producto de ficción que cumple la función de confundir a los incautos.
Las sociedades secretas, al igual que las escuelas sagradas, forman parte del ámbito de la mente despierta mientras que las agrupaciones elitistas forman parte del ámbito de la mente más o menos dormida por lo menos en el tema de la simbología y los detalles de los ritos de iniciación que practican y han sido divulgadas por los estudiosos.
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