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El Templo del Cielo:  patrimonio invaluable de la civilización china

El Templo del Cielo: patrimonio invaluable de la civilización china

El estado del Imperio del Centro se sustentaba en los ritos que celebraban el emperador y el colectivo de altos dignatarios en el Templo del Cielo. Los ritos tenían el propósito de solicitar al Cielo cosechas abundantes de trigo y arroz y agradecer las cosechas con independencia de su abundancia.

El Templo del Cielo que se mantiene en pie en Pekín es uno de los edificios más bellos del mundo. El edificio fue testigo de las ceremonias fastuosas que se celebraron en aquel lugar a lo largo de las dos últimas dinastías que presidieron la larga decadencia del Imperio del Centro. Las cosas de las que se enteran los turistas que acuden al Templo del Cielo de Pekín son propias de la época de la decadencia de la Civilización China que fue muy larga aunque no tanto como la de su máximo esplendor de la que no queda en pie ningún testimonio comparable.

El maestro de Bernard Mong Tse explicó a su discípulo que en la época, de máximo esplendor de la civilización, fue posible que algunos altos funcionarios del estado que eran ancianos muy respetados y habían alcanzado el privilegio de estar presentes en las ceremonias rituales, sin participar de la disciplina durísima que debían seguir los actores de las mismas, tuvieran la posibilidad de atestiguar la relación que había entre el rigor de los ritos y la abundancia de las cosechas. El hecho de que la eficacia de un rito religioso pudiera ser evaluada por un procedimiento objetivo, de tipo práctico, es específico de la Civilización China y resulta inconcebible en el resto de las culturas humanas.

La experiencia de los ritos sagrados, acumulada por la Civilización China, alcanzó una duración de cinco mil años y penetró la cultura del conjunto de la sociedad de forma irreversibles hasta el punto de que todas las personas tenían conciencia de le existencia de una interrelación misteriosa entre el Cielo y la Tierra.

Este fenómeno explica porque se inventó el principio del estado sometido a las leyes del Cielo pero independiente de los poderes religiosos de todos los tipos que sólo podían tener carácter privado. Este principio práctico de la Civilización China inspiraría la Constitución de los Estados Unidos y, en cambio, no formaría parte de la esencia de la República Popular, heredera del Imperio del Centro, lo cual da lugar a una paradoja muy interesante de examinar.

A lo largo del período larguísimo de decadencia de la Civilización China, la experiencia de los ritos sagrados degeneró al igual como sucedió con el sistema de exámenes que permitía seleccionar a los altos funcionarios del estado. Sin embargo la escuela sagrada que se encargó de vertebrar el lado luminoso de la civilización, mantuvo viva la experiencia de los ritos al margen del estado y en la más absoluta discreción.

La mayoría de los chinos se proclaman irreligiosos e incluso ateos pero es difícil hallar a uno que no participe de algún tipo de superstición y no esté dispuesto a confiar en la eficacia de un rito en un momento concreto de la vida lo cual da lugar a otra paradoja de primera clase.

En los inicios del Siglo XXI se hizo una encuesta que averiguó que había cerca de cien millones de chinos que se consideraban cristianos. Por supuesto que la mayoría de ellos no estaban bautizados y no se identificaban con la tradición evangélica, católica u ortodoxa. Debemos suponer que algunas de estas personas, que tendrían la mente más despierta que la mayoría de sus semejantes, habían descubierto un rito sencillo que celebraban en su casa y les permitía conectarse con la energía mental de Jesucristo que posee un poder superior a cualquier otra en el ámbito de la canalización de los flujos del dinero para una causa justa. Debemos suponer que este fenómeno diera lugar a una superstición que funcionara bien y alcanzara a muchísimas personas que llevaran una protección en forma de crucecita, colgada del cuello, sin saber nada de la Religión Cristiana.

Es posible hacer la hipótesis de que la experiencia, tanto de los ritos sagrados como de los ritos oscuros, sea la más importante de todas las experiencias humanas en la medida que sólo afecta a hombres y mujeres que tienen la mente despierta. Los ritos sagrados constituirían el sustento del largo proceso de evolución de la humanidad mientras que los ritos oscuros constituirían el sustento de todos los sistemas de poder que han existido en la Tierra a lo largo de los siglos y los milenios incluidos los sistemas de poder religioso de todos los tipos.

La afirmación de que la experiencia de los ritos religiosos, de un lado y el otro de la energía, sea la más importante de todas hará que los racionalistas, de mente dormida, se lleven las manos a la cabeza una vez más. Sin embargo la obra de Bernard Mong Tse demuestra la validez de la misma por medio de argumentos que son muy difíciles de refutar por el hecho de que se sostienen en experiencias, de tipo práctico, que el autor tuvo la posibilidad de contemplar en tres continentes.

Existe poca información acerca de la experiencia de los ritos por el hecho de que tanto las escuelas sagradas como las sociedades secretas han mantenido siempre la norma estricta de mantenerlos en secreto. En el lado de la luz existe una tradición de los ritos que se mantiene viva en todos los continentes y se adapta a las peculiaridades propias de la cultura y la religión de cada lugar. En el lado de la oscuridad sucede exactamente lo mismo e incluso sucede que los profesionales del tema se anuncien en los periódicos y en Internet.

En los países de cultura católica hay muchas familias que tienen puesto un pequeño altar en un lugar prominente de la vivienda, El altar puede estar presidido por una imagen del Sagrado Corazón o de la Virgen María con el niño Jesús en brazos. Frente al altar acostumbra a colocarse un jarroncito con flores frescas y una vela metida dentro de un canuto de plástico. La existencia del modesto altar da lugar a un rito sencillo del lado de la luz que tiene carácter continuado en la medida que la vela no se apaga nunca.

En el momento que un miembro de la familia pasa un rato frente al altar, y enfoca la mente en la llama de la vela, la eficacia del rito se incremente. Si sucede que los miembros de la familia tienen la costumbre de rezar unidos delante del altar, en algún momento del día, tiene lugar un rito de eficacia superior. Si el acto incluye el ritual de que los miembros de la familia permanezcan un rato arrodillados, en oración, el rito adquiere una potencia mayor y si renuncian a rezar una oración concreta y se limitan a desear que se cumpla la voluntad de Dios en la Tierra, al igual como sucede en el Cielo, el rito alcanza una potencia que deja asombradas a las personas que participan de esta experiencia.

Existe una práctica acumulada, bastante amplia, acerca de ritos religiosos que no pueden situarse en el lado de la luz y tampoco pueden contemplarse como exponentes del lado de la oscuridad. Los profesionales y los aficionados que tienen experiencia, acerca de este tipo de ritos, saben que funcionan más o menos bien y no tienen interés en averiguar el porque.

Existe una experiencia que está bastante generalizada que es la que tiene que ver con la “limpieza” de un local en el que tuvo la sede un negocio que funcionó mal y, a partir de la misma, acogió un nuevo negocio que funcionó bien. Esta experiencia humana que forma parte de la cultura de la mente despierta de todas las civilizaciones, y acoge un abanico de ritos religiosos muy amplio, está en condiciones de poder ser estudiada por medio de tesis doctorales serias.

Hay bastantes mujeres que conocen la experiencia de haber conseguido retener a su marido cuando éste ya había decidido romper el matrimonio porque se había enamorado de una jovencita. También hay bastantes chicas que tienen la experiencia de haberle quitado el novio a la amiga de un día para otro. Unas y otras saben que para ello precisaron de la ayuda de un profesional competente en el arte de fabricar “amarres” y “filtros de amor”. Los ritos que están detrás de estos temas forman parte del ámbito de la oscuridad y pueden ser la causa de graves enfermedades.

Existen muchísimas personas que llevan encima una protección que cumple la función de mantener al portador inmune a las acciones de sus enemigos. Las personas que tienen conciencia de llevar encima una protección pueden contarse por centenares de millones en el mundo global del Siglo XXI. El fenómeno tiene una envergadura suficiente para dar lugar a tesis doctorales serias en todos los países del mundo.

Hay que recordar que la experiencia de los ritos resulta sugerente a los hombres y las mujeres de mente despierta mientras resulta incomprensible a la mayoría de semejantes que tienen la mente sumida en el estado del sueño psíquico.

Las escuelas sagradas y las sociedades secretas no han divulgado jamás la experiencia de los ritos de un lado y el otro de la energía. Sin embargo se sabe que todo rito para ser eficaz precisa disponer de un sustento espiritual y un sustrato material que tiene un valor dinerario más pequeño o más grande. El sustrato material acostumbra a recibir el nombre de ofrenda. También se sabe que la eficacia del rito depende del poder mental de las personas que lo celebran. Por último se sabe que los sustratos materiales de los ritos del lado de la oscuridad se originan por medio de crímenes espantosos que exigen a los celebrantes haber alcanzado un grado muy elevado de control de la mente.

Existen bastantes personas que no están bautizadas pero tienen la mente lo suficiente despierta para haber averiguado que la energía mental de Jesucristo es la única fuerza que permite neutralizar los efectos de los ritos religiosos del lado de la oscuridad que poseen un poder enorme de obstruir los flujos del dinero hasta el punto de arruinar un negocio en cualquier sector de la economía.

Bernard Mong Tse desarrolló la experiencia de un rito religioso de carácter inter-confesional que permite canalizar la energía mental de Jesucristo hasta el punto de ser capaz de neutralizar los efectos de un rito religioso del lado de la oscuridad de la máxima potencia. Este tema tiene suficiente importancia para poder ser estudiado por medio de tesis doctorales serias en ciudades en las que existe una sólida tradición inter-confesional.

Hay razones de peso para afirmar que los ritos del lado de la oscuridad constituyen el sustento de todos los sistemas de poder incluidos los sistemas de poder religioso. Este tema es enormemente delicado porque permitiría hacer la deducción de que las elites, de todos los tipos, están compuestas por hombres y mujeres que han cometido crímenes monstruosos. Las cosas no son así. Las escuelas sagradas saben, desde hace muchos siglos, que las elites están formadas por beneficiarios secundarios de la energía que permanecen controlados por guerreros del lado de la oscuridad que no tienen ninguna visibilidad. Este tema tan delicado será explicado en otra publicación.

El maestro de Bernard Mong Tse explicó a su discípulo una historia muy interesante que debe ser conocida por todos los fieles católicos. La historia tiene como protagonistas a los Padres Jesuitas que lograron romper la Gran Muralla China cuando fueron aceptados en la Ciudad Prohibida después de haber hecho los deberes a lo largo de muchos años. Esto sucedió en la época en que se iniciaba la decadencia de la civilización y los altos funcionarios del estado que permanecían entroncados con la escuela sagrada eran muy pocos.

Hubo un momento en que la escuela sagrada de China, después de examinar la conducta de los jesuitas a lo largo de un siglo, tuvo el proyecto de promover un decreto imperial que situara la Religión Cristiana en el mismo plano que la Religión Budista y la Religión Tradicional de China lo cual hubiera supuesto la construcción de templos cristianos en todas las ciudades importantes del Imperio del Centro. Sin embargo sucedió que los jesuitas recibieron una carta del pontífice de la época que prohibía a los cristianos chinos participar en los ritos sagrados que cumplían la función de solicitar al Cielo las buenas cosechas de trigo y arroz que permitían alimentar a cien millones de seres humanos. Este hecho mostró a la escuela sagrada de China que el lado oscuro de la Iglesia Católica poseía una potencia muy grande y renunciaron al proyecto de hacer de la Religión Cristiana la tercera religión del Imperio del Centro.

El hecho de que la Religión Cristiana no se extendiera en China, una vez los Padres Jesuitas habían hecho lo más difícil de todo que era ganarse el aprecio de los altos dignatarios del estado que estaban influidos por la escuela sagrada de su país, tuvo como causa la mano negra que siempre ha estado metida en la Curia Vaticana y en la Compañía de Jesús.

Es sabido que en el tercer decenio del Siglo XX hubo un intento de desmembrar China que estuvo promovido por el Japón y las potencias europeas de la época. También es sabido que el Estado Vaticano estuvo implicado en el proyecto que tenía el objeto nada menos que de desmembrar la nación depositaria de la civilización más importante de la humanidad y la única que había acumulado una experiencia larguísima acerca de la eficacia de los ritos sagrados.

Los dirigentes de la República Popular China formalmente son marxistas y ateos pero, por encima de todo, son personas entroncadas en los valores de su civilización y saben muy bien que existen factores extra-materiales misteriosos que influyen sobre la realidad y estos factores pueden tener carácter benefactor o carácter obstructor. Estos profesionales de la política han demostrado sobradamente que no tienen nada contra la Religión Cristiana pero es evidente que no permitirán que el Estado Vaticano y su aparato diplomático tengan influencia en su gran país. Estos profesionales constatan que sus sospechas son razonables el día que el embajador de un país católico, que es un señor que asiste a Misa todos los domingos, les explica algo, en voz baja, que sólo puede ser computado por personas que tienen la mente muy despierta.

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