El Rompecabezas de Dios ( I )
A continuación se reproduce el capítulo 43 del libro que se titula “El Rompecabezas de Dios” y que será editado en un futuro no lejano por Ediciones Mong Tse. El capítulo recrea una reunión del equipo ejecutivo de una compañía que tiene la sede en Hong Kong y está en el momento delicado de dejar de ser una compañía unidimensional eficiente con objeto de convertirse en una pequeña corporación multidimensional.
Los protagonistas del diálogo son tres hombres y una mujer. Sus nombres son Cheng, Michael, Uthman y Karín. La lectura del texto permite adivinar un mínimo la psicología de cada uno de ellos. Hay dos miembros del equipo ejecutivo que no asisten a la reunión por estar de viaje. Sus nombres son Mouslism y Christopher. El primero de ellos es el fundador y presidente de la compañía.
Hay que explicar que Cheng es un hombre típico del norte de China que fue educado en los valores confucianos más estrictos en una familia de funcionarios que se mantienen dóciles al sistema político del país. Cheng es diplomado en economía y es un comercial muy bueno que ha conseguido tener a una serie de agentes eficientes en unas cuantas provincias del país más poblado del mundo.
Michael es un hombre del sur de China que fue educado en los valores del Budismo en una familia de campesinos y, en la edad adulta, elegiría la tradición del Karma Yoga que tiene carácter cien por cien experiencial. Michael es un tipo dotado de voluntad de hierro al igual que su padre que tuvo la audacia de emigrar a Hong Kong sin saber apenas leer el periódico, pero lograría que sus dos hijos se diplomaran en la universidad. Michael consiguió hacer su master en administración de negocios en una universidad de los Estados Unidos por medio de un crédito y, con el paso de los años, se ha convertido en el cerebro del equipo ejecutivo de la compañía por lo que hace a la elección de las iniciativas estratégicas y la obtención de la financiación que precisan.
Uthman nació en Malasia donde fue educado en los mejores valores del Islam en una familia de campesinos. Antes de alcanzar la mayoría de edad emigró a Singapur y más tarde lo hizo a Hong Kong donde conseguiría diplomarse como ingeniero eléctrico. Uthman es un organizador y un líder nato de equipos humanos formados por jóvenes, de ambos géneros, que son ingenieros que están en la época del aprendizaje imprescindible que los convertirá en buenos profesionales.
Karín llegó a Hong Kong siendo una niña hija de una familia de diplomáticos australianos y su punto fuerte sería el bilingüismo perfecto que es uno de los factores que ayudan a despertar la mente. Karín es la responsable de la contabilidad y las finanzas de la compañía y ejerce su labor con la ayuda de un equipo de administrativas que son chicas muy jóvenes. Karín es cristiana, ha recibido la influencia de tres iglesias que son la Anglicana, la Presbiteriana y la Ortodoxa Rusa, además de permanecer unida, por la amistad, con dos curas católicos filipinos a los que entrega dinero, de tanto en tanto, porque no tiene ninguna duda de que ayudan a la gente más necesitada de un barrio de la ciudad.
Cheng, Michael y Uthman han cumplido cuarenta y pocos años y Karín es bastante más joven. Uthman y Karín están unidos en matrimonio y tienen dos criaturas. Su relación de pareja funciona como una seda, pero, a veces, les sucede que discuten un poco más de la cuenta en las reuniones del equipo ejecutivo de la compañía.
A medida que una persona avance en la lectura del capítulo irá penetrando en la psicología de los cuatro personajes del equipo que están presentes en la reunión e incluso en la de los dos personajes que están ausentes de la misma.
El diálogo permite que aparezca un séptimo personaje cuyo nombre es Guó. Es necesario explicar que este hombre había sido un empleado de la compañía, pero había protagonizado una acción tremendamente desleal que Mouslim había descubierto y había resuelto por medio del despido fulminante del empleado. El personaje ha aparecido de nuevo en la vida de la compañía en calidad de proveedor de un tipo de servicios de los que se habla muy poco, pero juegan un papel determinante en la vida de las compañías del tipo de la que aparece en el relato novelado.
En el caso que estamos contemplando sucedió que alguien tuvo poder para meter un palo en la rueda de un proyecto importante y Guó ofreció el servicio de sacar el palo a cambio de una comisión generosa.
El capítulo que reproducimos a continuación sigue el esquema de iniciarse en un escenario propio del mundo aparente y, a medida que avanza el diálogo, descubre elementos propios de un escenario que se corresponde al mundo real. Por medio de este criterio que se aplica a docenas y docenas de capítulos de la obra de Bernard Mong Tse, en los que se abordan temas muy distintos, aparece con toda nitidez la posibilidad del cambio de paradigma que tantas personas reclaman.
Por supuesto que el cambio de paradigma exigirá que todas las experiencias que son divulgadas en estos libros sean demostradas por medio de tesis doctorales serias. Nadie puede saber cuanto tiempo ocupará un proceso de esta magnitud que sin duda tendrá carácter apasionante. Los redactores de esta página pensamos en un período de entre una y dos generaciones. De lo único que estamos seguros es que ya se ha iniciado este cambio colosal que no tiene ningún precedente en la historia de la humanidad.
Capítulo 43
El equipo directivo de la compañía de Hong Kong se reunió en el comedor privado del restaurante tailandés en ausencia de Mouslim y Christopher que estaban en Nueva York por razones distintas y no tenían previsto verse en aquella ciudad.
En la reunión de aquel día quien llevaría la voz cantante sería Uthman que acababa de regresar de la localidad del este del país después de asistir a la culminación del montaje de la planta de aceite de soja que la compañía había conseguido realizar en un plazo de tiempo tan corto que había sorprendido a los propios protagonistas del milagro.
Uthman mostró a sus amigos una estatuilla de hueso de búfalo que el cliente le había regalado, el día anterior, en que celebraron la inauguración de la planta industrial que fue seguida de un banquete que presidieron las autoridades de la ciudad entre las que estuvo el presidente del banco que había concedido el crédito a la compañía cliente con objeto de realizar la inversión después de un proceso tortuoso que seguramente ellos conocían mejor que aquel señor.
La estatuilla representaba a un pescador de caña dotado de una larga barba y de la caña colgaba un pez muy grande. Todos opinaron que el artista que la había esculpido tenía mucho talento. Cheng explicó que la estatuilla representaba el arquetipo de la perseverancia del pescador que resulta premiada por el éxito de la captura de un pez muy grande.
La estatuilla pasó de mano en mano y acabó metida en la caja de madera forrada de seda de color calabaza que Karín depositó sobre el mueble aparador que presidía el comedor.
Después de celebrar el éxito del montaje de la planta de aceite de soja, Uthman explicó que aquella semana iniciaría el curso en el que se había matriculado. El curso tendría lugar en una escuela de post-grado que tenía bastante prestigio en la ciudad, duraría diez meses y le exigiría asistir a clase los jueves por la tarde y los viernes por la mañana además de dedicar bastantes horas de los fines de semana a preparar los casos que deberían discutirse la semana siguiente.
Cheng había hecho aquel curso cuatro años antes y le había resultado satisfactorio aunque reconocía que no lo había optimizado por el hecho de haberse perdido algunas clases y haber asistido a otras, a bajo rendimiento, por causa de falta de tiempo para preparar los casos.
Uthman temía que le sucedería lo mismo pero no había querido esperar más y había elegido aquel año para realizar el curso. Aquella tarde pidió a su colega que lo había hecho cuatro años antes, que le transmitiera un buen consejo antes de iniciarlo.
• El curso es de estilo americano y se basa en el famoso método del caso – dijo Cheng -. Todos los casos que se examinan son reales, se refieren a compañías americanas y han tenido lugar en algún momento desde los años treinta del siglo pasado hasta fechas muy recientes. Los casos contemplan temas de gestión de producción, temas de estrategia comercial, temas de organización del trabajo y los recursos humanos, temas de gestión financiera, temas de marketing y temas de estrategia general de una compañía. Algunos casos son muy buenos y obligan a pensar mucho y otros son más flojos y se digieren en seguida. Algunos casos tienen una única solución y otros admiten varias soluciones. Incluso hay alguno que no tiene ninguna solución y la única salida que le queda a la compañía es cerrar las puertas.
• Cuando hice mi master en los Estados Unidos tuve la oportunidad de contemplar discusiones de casos famosos en la pantalla del monitor que presidía el aula – dijo Michael -. Esto sucedió en el seno de una asignatura. Me percaté de que el método de estudio en base al examen de un caso, del que sólo el profesor conoce el desenlace, resulta ser muy bueno si hay un segmento de los alumnos que son hombres de cincuenta años que tienen mucha experiencia de dirección de compañías. En este supuesto el profesor apenas interviene y se limita a ordenar la discusión y a poner sobre la mesa alguna sugerencia. Si en el curso hay algún veterano que tienen mucha experiencia acumulada en el tema que plantea, el caso estudiado, la discusión puede permitir contemplar escenarios insospechados que desborden al profesor. Si en el curso no hay ningún alumno que reúna estas características la clase puede resultar aburrida y acabar convertida en una lección magistral del profesor que se limite a contar lo que sucedió en el caso en cuestión cuando tuvo lugar en algún lugar de aquel país hace diez o cincuenta años.
• Exacto, ésta es la experiencia que viví yo cuando hice este curso – dijo Cheng -. En algún caso de estrategia comercial me atreví a polemizar con el profesor porque tuve la audacia de poner sobre la mesa una solución distinta a las que examinaron los protagonistas del caso en cuestión. En cambio en los casos propios de otras materias nunca me atreví a abrir la boca porque eran temas que me sobrepasaban por todos los lados.
• Tengo la impresión de que yo no me atreveré a abrir la boca en ninguna materia – dijo Uthman.
• Estoy seguro que tú serás uno de los mejores alumnos del curso en dos materias que son la gestión de producción y la organización del trabajo y los recursos humanos porque en estos dos campos has demostrado tener mucho talento – dijo Cheng -. En la materia de la estrategia general de un negocio Michael sería el mejor de todos los alumnos.
• En mi opinión es conveniente que hagamos estos cursos con objeto de tener la oportunidad de escuchar opiniones de personas que tienen experiencias distintas a las nuestras – dijo Michael -. Es obvio que siempre hay la posibilidad de aprender algo nuevo de una persona que posee una experiencia distinta de la propia. Pero debemos tener claro que en estos cursos nunca se habla de las causas reales de los éxitos y los fracasos de ninguna compañía.
• ¿Por qué en estos cursos no se habla de las causas reales de los éxitos y los fracasos de las compañías? – preguntó Karín.
• Porque estos cursos se mueven en los parámetros propios del mundo aparente y jamás se consideran las acciones que proceden del mundo real – dijo Michael -. De acuerdo con mi experiencia las causas, tanto de los éxitos como los fracasos más destacados de las compañías, siempre tienen que ver con acciones que proceden del mundo real aunque son pocas las personas que se percatan de ello.
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