El ritual de la última cena de Jesucristo
El jueves de la Semana Santa rememora la tarde que Jesucristo y sus doce apóstoles celebraron una cena, que resultó ser la última que los reunió, y lo hicieron de acuerdo con una tradición del Pueblo Judío que se había mantenido viva a lo largo de mil quinientos años.
En el momento culminante de la cena, sucedió que Jesucristo tomó en sus manos un bollo de pan ácimo, lo bendijo y lo partió en trozos que entregó a sus apóstoles mientras les decía que era su cuerpo y debían comerlo. Lo mismo hizo, a continuación, con el cáliz, lleno de vino, mientras proclamaba que era su sangre y los comensales debían beberla.
Debemos suponer que el rito sagrado que inventó Jesucristo en la Última Cena todavía no ha sido comprendido, en toda su dimensión, ni siquiera por los hombres y las mujeres que tienen la mente más despierta. Debemos suponer que las cosas han sucedido así porque todavía no había llegado el momento de la historia en que debe ser conocida la verdad acerca de todas las cosas sin excepción.
Debemos suponer, por último, que el rito sagrado que inventó Jesucristo en la Última Cena es el más potente de todos los ritos religiosos. No es sencillo demostrar esta afirmación, por el lado de la luz, a pesar de que están descritos unos cuantos casos de personas que pasaron muchos años alimentándose, día tras día, de una hostia consagrada y nada más lo cual contraviene, por completo, la experiencia de la ciencia médica y sólo puede tener una explicación de orden sobrenatural. Es interesante saber que algunos de los casos, a los que nos referimos, fueron documentados por profesionales de la medicina que disponían de la máxima credibilidad incluso entre los enemigos de la Iglesia por lo que el testimonio obtuvo carácter incontrovertible.
En el segundo decenio del Siglo XXI existen elementos de información suficientes para hacer la hipótesis de que el rito sagrado que inventó Jesucristo en la Última Cena se ha desarrollado más por el lado de la oscuridad que por el lado de la luz.
Esta hipótesis es muy fuerte pero se asienta en la experiencia de algunos discípulos de Jesucristo que, en un momento clave de su vida, no tuvieron más remedio que hacer la elección tremenda entre el dios del dinero y el verdadero Dios e hicieron lo correcto. Estas personas se vieron obligadas a soportar el escarmiento ejemplar que provino de los adoradores del dios del dinero. El escarmiento tuvo la forma de agresiones, en el plano de la energía, que tendrían como consecuencia el alejamiento de los seres queridos, una grave enfermedad o la ruina de un negocio próspero.
Las personas a las que nos referimos no tuvieron más remedio que sufrir muchísimo, a lo largo de un período más o menos largo de su vida, pero mantuvieron la mente cuerda y contemplaron la acción de la Ley Cósmica de la Armonía que, un día u otro, pone las cosas en su lugar. En el momento que estas personas pudieron reflexionar, con la serenidad imprescindible, acerca de las cosas que habían sucedido en su vida llegaron a la conclusión de que habían sido víctimas de un rito terrible del lado de la oscuridad que había sido celebrado por sus enemigos.
Una sola de las personas de las que estamos hablando pudo acceder a la información de que el rito terrible del lado de la oscuridad, del que había sido víctima, era nada menos que la misteriosa Misa Negra que es el rito sagrado de la Eucaristía ofrecido a Lucifer. Esto fue posible porque los ritos religiosos auténticos se rigen por unas reglas del juego muy estrictas que deben ser divulgadas precisamente en fecha de Jueves Santo.
Los enemigos de un guerrero del lado de la luz que ha elegido el verdadero Dios, en vez del dios del dinero, tienen el deber de conseguir la autodestrucción del guerrero del lado de la luz con objeto de hacer un escarmiento ejemplar. Pero sucede que si la víctima del rito terrible consigue resistir las agresiones, también consigue apoderarse de información que los celebrantes del rito mantienen en sus mentes. Ésta es una de las reglas del juego de un tema que se rige por medio de la Ley Cósmica de la Correspondencia que conocen muy bien tanto las sociedades secretas como las escuelas sagradas.
En el momento que gozamos de una información, a la que habrán accedido poquísimas personas, tenemos el deber de completar la hipótesis hasta el punto de contemplar el rito de la Misa Negra como el sustento de los sistemas de poder que son más importantes que los demás porque cumplen la función de controlar el dinero en mayúsculas que tiene la forma de tramas de grandes patrimonios financieros.
Está comprobado que el dinero en mayúsculas tiene poder para tapar bocas y comprar voluntades con lo que domina el resto de los sistemas de poder entre los que cabe situar los centros de poder religioso que se autoproclaman administradores de la Salvación. Este razonamiento es muy difícil de refutar y da lugar a la más insoportable de las paradojas.
Debemos hacer la hipótesis de que el rito de la Misa Negra permite invertir, hasta cierto punto, la energía mental de Jesucristo y es precisamente esta energía, de densidad extrema, la que constituye el sustento de los sistemas de poder que tienen el control sobre el dinero en mayúsculas.
Esta hipótesis tan atrevida se sostiene en un experimento del que son testimonio un número reducido de personas que son fieles de las religiones más importantes del mundo y poseen la experiencia de haber celebrado un rito inter-confesional que tiene el cometido de canalizar la energía mental de Jesucristo. Es demostrable que este rito consigue su propósito hasta el punto de abrir los flujos de dinero que han sido cerrados por un rito del lado de la oscuridad, de extrema potencia, que puede ser el rito de la Misa Negra o puede ser otro.
En los libros de Bernard Mong Tse se describe el rito inter-confesional en varias ocasiones y, en un grado de detalle suficiente, para que pueda ser reproducido por colectivos que tengan un parecido con los que fueron sus inventores y residían en las ciudades cosmopolitas de Hong Kong y Nueva York en los primeros años del Siglo XXI.
Los adeptos de Lucifer explican, a las personas que se proponen captar para sus tramas secretas, que la energía que constituye el sustento de los sistemas de poder procede de la mente de su maestro, pero saben muy bien que esto sucede por medio de la celebración del rito terrible de la Misa Negra que incluye crímenes monstruosos. Si el adepto del Diablo es un hombre inteligente sabe que la fuerza del rito no proviene de los crímenes sino de que ha sido celebrado por un hombre, o una mujer, ordenados sacerdotes, en secreto, por alguien que tiene poder para ello y resulta que el sacerdote secreto tiene el poder de convertir el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesucristo.
La mayoría de las iglesias cristianas se han olvidado del Rito Sagrado de la Eucaristía o se limitan a rememorarlo pero no lo celebran tal como lo hizo Jesucristo en la Ultima Cena. Las ceremonias religiosas de estas iglesias son respetables pero no tienen ninguna posibilidad de hacer frente al rito terrible que permite invertir la energía mental de Jesucristo y, por esta razón, constituye el sustento de los sistemas de poder sobre el dinero en mayúsculas.
La Iglesia Católica, las iglesias ortodoxas y las iglesias que se mantienen agrupadas en la Comunión Anglicana, sobre el papel, mantienen vigente el rito sagrado que celebró Jesucristo en la Última Cena. En algunas comunidades de fieles y algunas comunidades monásticas este rito es celebrado con un grado de fe elevado en las palabras del maestro, pero, en la mayoría de los templos, el rito se celebra de una forma rutinaria por el hecho de que las mentes de los fieles se mantienen sumidas, por completo, en el estado del sueño psíquico. Parece obvio que la eficacia del rito sagrado, celebrado en estas condiciones, es escasa e incluso nula.
Debemos tener la certeza de que los adeptos de Lucifer celebran el rito terrible de la Misa Negra con un grado de fe absoluto en el poder de su maestro. Estos semejantes no tienen ninguna duda de que el pan y el vino, que constituyen el sustrato material del rito terrible, se convierten realmente en el cuerpo y la sangre de Jesucristo y es precisamente este hecho el que sostiene el sistema de poder que los une.
En los libros de Bernard Mong Tse se describe nada menos que una batalla de ritos que permitió mantener un pulso, bastante largo, a los grupos de carácter inter-confesional de Hong Kong y Nueva York con las sociedades secretas correspondientes arraigados en dos lugares del mundo que son plazas importantes del poder financiero. Aquella batalla de ritos tuvo un desenlace que fue favorable al lado de la luz. Ésta es la razón por lo que esta experiencia puede ser divulgada sin que el poder del lado de la oscuridad pueda impedirlo lo cual es un hecho que quizás no tiene precedentes. Ésta es otra de las reglas del juego al que nos hemos referido antes.
El rito inter-confesional que se describe en los libros de Bernard Mong Tse fue inventado a partir de una ocurrencia que tuvo el maestro del autor de los textos y está descrita en uno de ellos en forma novelada. La descripción incluye un nivel de detalle que es impropio de una novela y permite adivinar a una persona seria que se trata de una historia verdadera.
Todo lo que se explica en los libros de Bernard Mong Tse puede ser reproducido por un colectivo de hombres y mujeres de mente despierta que posean la experiencia de la fe, sean fieles de las grandes religiones de la humanidad y tengan la mente razonablemente despierta sin haber sucumbido a los delirios que son propios de un segmento relevante de las personas de este tipo.
El rito inter-confesional que se describe en los libros de Bernard Mong Tse no incluye el sacramento de la Eucaristía. La razón de ello es la existencia de preceptos canónicos que lo impiden. Estos preceptos, que forman parte del ámbito de la mente dormida, podrían ser dejados de lado ante una razón de orden superior que parece muy clara cuando es contemplada desde el ámbito de la mente despierta.
Existen razones de peso para pensar que el rito que instituyó Jesucristo en la Última Cena, convertido en un rito inter-confesional generalizado, tendría poder para liberar a la humanidad del sistema de poder del lado de la oscuridad que la mantiene oprimida desde hace siglos y milenios.
El hecho de que la energía mental de Jesucristo sea la única fuerza conocida que tiene poder para deshacer los efectos de los ritos religiosos del lado de la oscuridad, que tienen la máxima potencia en el ámbito de los flujos del dinero, permite reflexionar acerca de la naturaleza de esta energía en términos cien por cien científicos.
Los cristianos que tienen el convencimiento de que Jesucristo es el Hijo unigénico de Dios no deben tener ningún inconveniente en creer en la potencia de su energía mental. Es más el hecho de no creer en ella mostraría que dudan del principio número uno de su religión.
Los musulmanes que tienen la mente despierta pueden aceptar que Dios transmitiera divinidad a Jesucristo al que el Corán denomina Cristo o Ungido. Parece claro que la acción de ungir es extremadamente sutil y nadie puede determinar si tiene algún límite. Pero, por encima de las opiniones de los guardianes de la doctrina, los musulmanes que están dotados de un pensamiento independiente no deben tener ningún reparo en contemplar el papel determinante de Jesucristo en el proceso de liberación de la humanidad del poder del mal que la mantiene oprimida desde hace siglos y milenios.
Los hijos de otras religiones que aceptan que Jesucristo es un profeta singular tampoco deben tener ningún problema en experimentar la singularidad de su energía mental por medio del rito inter-confesional que se describe en los libros de Bernard Mong Tse.
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