El mundo espiritual y su influencia en la mente humana
Hay bastantes personas que tienen conciencia de que, en algún momento de su vida, ha sucedido que su mente ha sido influida, e incluso confundida de manera maliciosa, por alguien ajeno al mundo terrenal. Sólo tienen conocimiento de este fenómeno los hombres y las mujeres que han construido una mente razonablemente despierta y se mantienen cuerdos.
Cualquier intelectual racionalista se lleva las manos a la cabeza cuando se entera de que hay alguien que afirma que la mente de un ser humano puede ser influido por otra mente ajena al mundo terrenal. Este intelectual podrá argumentar que el hecho de prestar credibilidad a esta tesis permitiría abrir la puerta a las supuestas acciones de los ángeles y los demonios, en el mundo, lo cual comportaría retroceder varios siglos en el proceso de civilización y regresar a la época en que la sociedad permanecía dominada, de forma inexorable, por el poder religioso que disponía del instrumento espantoso de los tribunales de la Inquisición y las hogueras correspondientes en las que fueron quemados vivos un número incalculable de hombres y mujeres.
La obra de Bernard Mong Tse demuestra, por medio de múltiples relatos que poseen el sabor inconfundible de la veracidad, que las mentes de los seres humanos son influidas por alguien ajeno al mundo terrenal en muchas ocasiones. Estos relatos tienen la virtud de despertar el entusiasmo de las personas de mente despierta y no dejan indiferentes a los racionalistas honestos que llegan a la conclusión de que hay que estudiar estas cosas con rigor con objeto de averiguar si son verdad.
La única manera seria que existe de estudiar las cosas es por medio de tesis doctorales que se sustenten en la aplicación del método científico de conocimiento y sean evaluadas por un tribunal académico integrado por profesores honestos. Debe reconocerse que, hasta este momento, existen muy pocas tesis doctorales que se ocupen de un tema que sin duda es uno de los más importantes de todos.
Para adentrarse en el conocimiento de la psicología de la mente despierta conviene recurrir al concepto de la pagoda de la evolución desarrollado por la escuela sagrada de China hace varios miles de años.
En la planta baja de la pagoda de la evolución jamás ocurre que la mente de alguien reciba una influencia del mundo espiritual. Hay que reconocer que la mayoría de seres humanos permanecen anclados en la planta baja de la pagoda toda la vida y no sienten ninguna curiosidad por lo que puede suceder en los pisos superiores. Esta situación se ha mantenido invariable a lo largo de los últimos tres siglos y ha permitido edificar la filosofía racionalista que sólo contempla el estado de la mente cien por cien dormida y supone que cualquier fenómeno que no tiene su origen en este estado mental tiene carácter de anormalidad e incluso de patología.
Cuando una persona acepta la hipótesis de que tiene un destino escrito en el Cielo y dispone del don del libre albedrío con objeto de que se entregue a cumplir su destino, o no lo haga, también descubre la existencia de una fuerza de carácter espiritual y signo luminoso que le ayuda a descubrir su destino y otra fuerza, de signo contrario, que trata de impedirlo. Las personas que poseen esta experiencia, que tiene carácter inequívoco, han iniciado el ascenso a la pagoda de la evolución.
El ascenso a la pagoda de la evolución trae consigo descubrir que, tras el entorno escuálido que se observa desde la planta baja, existe un entorno que se hace cada vez más amplio a medida que se asciende por los pisos de un edificio que puede alcanzar las nubes del cielo.
No es prudente tratar de ascender más allá del segundo o el tercer piso de la pagoda hasta que no se ha construido la psicología del guerrero de acuerdo con los caminos de iniciación que fueron inventados por las escuelas sagradas en tiempos inmemoriales.
Las personas que ascienden más allá del tercer piso de la pagoda sin haber construido la psicología del guerrero corren el riesgo de caer en confusiones monumentales en el momento que descubren algunos detalles del horizonte que nadie puede visualizar desde la planta baja del edificio. En este momento crítico del proceso de evolución, el guerrero tiene la posibilidad de elegir entre la cordura y la locura. En cambio, el hombre o la mujer que no han desarrollado la psicología del guerrero no tienen más remedio que enloquecer de forma irremediable. Esto es lo que le sucedió a Don Quijote de la Mancha que es el más famoso de todos los locos por el hecho de que inició sus aventuras atacando a un molino de viento al que confundió con un gigante malévolo.
En la planta baja del edificio tiene lugar el fenómeno de la reproducción de locura al que recurren muchas personas débiles que precisan de la protección de la sociedad. Esto significa que la locura verdadera forma parte el ámbito de la mente despierta mientras la reproducción de locura forma parte el ámbito de la mente dormida.
La psiquiatría clínica vigente también forma parte del ámbito de la mente dormida hasta el punto de que no tiene ninguna posibilidad de establecer la diferencia que existe entre la locura verdadera, que es propia de personajes grandiosos como el Quijote, y las mil formas de reproducción de locura que permanecen clasificadas en un diccionario que es La Biblia de los profesionales que se ocupan de las enfermedades de la mente.
La humanidad vive inmersa en una cultura general que nunca va más allá de las expresiones propias de la mente dormida. Las materias que se enseñan en las universidades, en la inmensa mayoría de los casos, tampoco van más allá del ámbito de la mente dormida.
A pesar de estos fenómenos, que sin duda tienen carácter catastrófico, existe una componente del sentido común que se mantiene viva y va mucho más allá del ámbito de la mente dormida. Esta componente del sentido común procede de los proverbios incombustibles que existen en todas las lenguas e incluye el legado de algunos grandes autores que tenían la mente despierta y lo dejaron claro en su obra a veces por medio de perlas escondidas en medio de la paja. Entre estos autores están Dante, Shakespeare, Cervantes, Tolstoi, Julio Verne y muchos más.
En la civilización occidental los proverbios incombustibles proceden de los destellos de la revelación que permanecen vivos en algunos libros de La Biblia y también están presentes en las raíces de la cultura que proceden de las civilizaciones antiguas de Egipto, Siria y los pueblos que se asentaron en el litoral del Mar Mediterráneo hace muchos miles de años.
Los creadores de las civilizaciones fueron hombres y mujeres que tenían la mente completamente despierta. El Laberinto de la Verdad tiene el origen en el descubrimiento del paralelismo que existe entre las experiencias del Patriarca Job y el maestro Mong Tse acerca del concepto de la fe incondicional en el poder superior que para el patriarca judío era Dios y para el maestro chino era el Cielo. La experiencia superior de la fe tiene, como consecuencia, la posibilidad de ascender a la pagoda de la evolución sin que la mente sucumba a la locura. Esta experiencia está en la raíz tanto de la Civilización Occidental como de la Civilización China.
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