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El Diálogo de Joan y Pierre ( V )

El Diálogo de Joan y Pierre ( V )

Extracto del diálogo que mantienen Joan y Pierre junto al fuego del hogar de la sala de estar de la hospedería del monasterio y forma parte del capítulo 22 del libro que tiene el título de “El Laberinto de la Verdad”.                     

                        –  El caballero templario que se convirtió en mi maestro me dijo que yo era un hombre que reunía las condiciones idóneas para aprender el arte de la guerra por el hecho de ser ambidiestro y trilingüe además de haber desarrollado los músculos de los dos brazos, por un igual, por medio del manejo del hacha. Me explicó que el hecho de ser ambidiestro y trilingüe o por lo menos bilingüe constituye un regalo del destino que me permitiría alcanzar un grado elevado de atención de la mente que es la condición más importante de todas para que un hombre sea invencible en el campo de batalla.

                        –  Yo no puedo ponerme en la piel de un chico que es ambidiestro y bilingüe pero puedo explicarte que el caballero templario que fue mi último maestro me enseñó la técnica de escuchar el discurso de una persona sin tener ninguna distracción. Aquel hombre también me dijo que el hecho de alcanzar un grado elevado de atención de la mente era la condición más importante de todas para que un abogado consiguiera su propósito en la resolución de un pleito. Mi experiencia profesional me demostraría que mi maestro tenía razón.

                        –  El caballero templario que se convirtió en mi maestro me dijo otra cosa que era la última que esperaba escuchar.

                        –  ¿Qué te dijo?

                        –  Me dijo que era el candidato más adecuado de todos para hacer los votos de pobreza y castidad que debían hacer los caballeros templarios y esto era así por el hecho de que había tenido un negocio que me había permitido ganar bastante dinero y había dormido tres años al lado de una mujer de la que estaba muy enamorado y ambos nos habíamos hartado de disfrutar en la cama hasta el punto de haber descubierto un estadio superior de la satisfacción del sexo lo cual constituía, sin duda, una experiencia sagrada que conocían poquísimas parejas.

                        –  ¡Qué fuerte! – dijo Pierre en tono de exclamación -. Reconozco que esta reflexión es la última cosa que esperaba escuchar.

                         –  El caballero templario que sería mi maestro había vivido una historia muy parecida a la mía antes de ingresar en la Orden del Temple a una edad tardía al igual que yo. Mi maestro me explicó que el voto de pobreza de un hombre pobre tiene un valor pequeño y el voto de castidad de un hombre que jamás se ha atrevido a tocar a una chica también tiene un valor pequeño. En cambio el voto de pobreza de un hombre que conoce la manera de ganar dinero tiene un valor grande y el voto de castidad de un hombre que conoce el arte de disfrutar con una mujer en la cama tiene un valor inmenso.

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