El concepto verdadero de la belleza
Extracto del diálogo que mantienen Ismael, Yasmina y Joan y que forma parte del capítulo 133 del libro, “El Laberinto de la Verdad”.
– Os expliqué que, cuando tomé la decisión de constituir una familia, tuve la oportunidad de escoger entre varias chicas que poseían un rostro bastante agraciado y elegí a una de ellas que no gozaba de esta cualidad al igual como yo tampoco gozo de ella – dijo Joan -. Lo cierto es que me sentí atraído por lo que la chica llevaba dentro y resulta que lo que las personas llevan dentro se refleja en su rostro sobre todo en sus ojos y su sonrisa y da lugar a una expresión de la belleza que tiene carácter superior.
– Así es – dijo Yasmina -. El proceso evolutivo de cualquier ser humano se refleja en su mirada y su sonrisa. La sonrisa nunca es neutral. La sonrisa embellece el rostro de una persona luminosa mientras que afea el rostro de una persona oscura y a veces lo hace incluso por medio de una mueca espantosa.
– Tengo el convencimiento de que los grandes iniciados del lado de la oscuridad, que son los dueños del mundo, jamás sonríen con objeto de no delatarse – dijo Ismael.
– Debo explicaros que, por medio de la relación maravillosa que me unió a la mujer que debió ser la madre de mis hijos, descubrí que los cánones de la belleza se rigen por las modas pero existe un concepto verdadero de la belleza que va ligado al grado de perfeccionamiento que ha alcanzado el alma del ser humano – prosiguió Joan -. Este concepto de la belleza responde a un hecho real y no está regido por ninguna moda. Ésta es la razón que explica que el rostro de una anciana pueda ser más hermoso que el de una chica joven.
– Así es – dijo Yasmina
– Os aseguro que cuando contemplaba la sonrisa que dibujaba el rostro de mi mujer, embarazada de siete u ocho meses, veía a la criatura más bella de la población a pesar de que las facciones de su cara no eran agraciadas – concluyó Joan en un tono de voz que no pudo disimular un resto de melancolía.
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