El concepto de Dios: varias miradas
El proceso evolutivo del ser humano sólo puede ser el proceso de acercamiento a Dios. Es posible demostrar que todas las tradiciones de espiritualidad que preconizan la evolución del ser humano al margen del acercamiento a Dios son fraudulentas aunque estén encabezadas por un señor o una señora que dice cosas que suenan bien.
La escuela sagrada de China no poseía el concepto de Dios pero poseía el concepto del Cielo. En términos humanos el término Dios y el término Cielo pueden contemplarse como sinónimos tal como lo hace el Quijote inmortal. Lo único que importa es desarrollar la sumisión incondicional a un poder superior porque se ha tomado conciencia que, en el largo plazo, tiene la sartén por el margo acerca de todo lo que puede suceder en la vida.
Los caminos de iniciación que desarrollaron las escuelas sagradas, en tiempos inmemoriales, son muy duros de recorrer porque obligan al discípulo a convertirse en un ser completamente humilde y esto exige derramar lágrimas abundantes sin tener la garantía del éxito.
Ha habido personas notables que no tuvieron más remedio que abandonar una escuela sagrada porque fueron incapaces de proseguir el proceso de iniciación y decidieron ejercer de maestros entre comillas con objeto de ganarse la vida.
Los maestros entre comillas, alejados del método científico de conocimiento y provistos del sentimiento de importancia extremo que es propio del hombre que sabe cosas que desconocen los demás, están en el origen del desbarajuste inmenso que contemplamos en el mundo de la espiritualidad donde casi nadie es capaz de distinguir los hechos reales de los delirios subjetivos que no tienen límite ni decoro.
Hay personas que después de pasar unos cuantos años recorriendo distintos caminos del mundo de la espiritualidad han decidido regresar a la iglesia de sus padres porque han añorado los razonamientos de los reformadores cristianos que tenían la mente demasiado dormida para comprender las raíces de la corrupción eclesiástica que les abrumaba, pero se habían pasado muchos años estudiando la obra de los Padres de la Iglesia y los filósofos escolásticos que posee dosis respetables de coherencia y racionalidad mientras que el denominador común de los maestros del “New Age” es la incoherencia y la irracionalidad.
Las iglesias cristianas han deformado el concepto de Dios por razones muy diversas. El Dios de los protestantes acostumbra a tener sabor mental mientras que el Dios de los católicos acostumbra a tener sabor sentimental hasta el punto de que admite el diminutivo de papaíto. Este último concepto de Dios acostumbra a ser rememorado por medio de alegorías que desencadenan el sentimiento de la vergüenza ajena a las personas de mente despierta que las escuchan.
El Dios mental y el Dios sentimental están a años luz del concepto de la suprema armonía que es el más elevado de todos los conceptos filosóficos y el único que puede acercarse a una definición de Dios que permita hacer el consenso entre las personas que tienen la mente despierta.
El Dios mental y el Dios sentimental funcionaron más o menos bien mientras la inmensa mayoría de la población tenía la mente cien por cien dormida. En el momento que hubo una minoría consistente de cristianos dotados de una mente, un poco despierta, sucedió que el Dios mental y el Dios sentimental perdieron la credibilidad y proporcionaron argumentos antirreligiosos y anticlericales de peso a los artífices del racionalismo, el agnosticismo y el relativismo hasta llegar al extremo en que sólo los débiles mentales pueden seguir creyendo las cosas que tienen el sabor del fraude que fue construido con el único objeto de que los poderes religiosos dominaran a la masa más ignorante y más conformista de la población.
Frente al Dios mental de los protestantes y el Dios sentimental de los católicos algunas escuelas de espiritualidad divulgan el concepto del Dios panteísta que posee una historia de cinco milenios en la India pero no forma parte de la cultura religiosa que tiene la matriz en La Biblia.
La Religión Hinduista proporciona algunas de las piezas más valiosas del Plan de Dios al que llamamos Laberinto de la Verdad. La Religión Hinduista posee la peculiaridad de que jamás logró construir un centro de poder unificado a lo largo de los últimos dos mil quinientos años que son los que poseen referencias escritas. Esto significa que esta religión no posee ninguna doctrina y se expresa por medio de una pluralidad ilimitada en la que caben todas las experiencias espirituales imaginables.
Una de las muchas tradiciones espirituales que conviven en el seno de la Religión Hinduista es la que contempla a Dios fundido con la Creación lo cual significa que las criaturas tienen la posibilidad de hallar el sentido de la vida en el momento que descubren que son partículas de Dios al igual que el resto de sus semejantes mientras todos ellos llevan a cabo un proceso de evolución que cumple el cometido de contribuir nada menos que a la evolución del Creador del Universo.
Las tradiciones espirituales del Hinduismo dan lugar a piezas valiosas del Laberinto de la Verdad pero son muy distintas de otras piezas, no menos valiosas, del laberinto que tienen la matriz en La Biblia y dan lugar a los signos de identidad de los cristianos.
El único concepto de Dios que resulta aceptable a los hijos de la Civilización Occidental, que están dotados de un cierto nivel intelectual, es el que tiene las raíces en La Biblia y en el pensamiento de hombres indiscutidos que no fueron religiosos pero construyeron el valor de la fe por medio de su experiencia de la vida. Entre estos hombres pensantes podemos mencionar a Aristóteles, a Newton y a Einstein y podemos asegurar que fueron muchísimos más.
La filosofía de Occidente no ha desarrollado el concepto de la suprema armonía pero si ha reflexionado acerca del concepto del absoluto que puede ser atribuido a Dios y a nada más al igual que los conceptos de la infinitud y la eternidad. Hay muchas personas que no son religiosas pero admiten la hipótesis de la existencia de Dios como la única expresión posible del concepto filosófico del absoluto. Estas personas tienen el convencimiento de que los agnósticos no han pensado lo suficiente en términos estrictamente filosóficos.
Cuando en un seminario de espiritualidad aparece un maestro improvisado que afirma que todos los presentes son Dios sucede que los rebotados del Dios de las diversas catequesis cristianas sienten que están delante de un gran descubrimiento que cambiará su vida. En cambio los hombres y mujeres que han construido la psicología del guerrero se percatan de que el maestro improvisado todavía está más lejos de la verdad que los curas católicos que no tuvieron más remedio que aprobar unos cuantos exámenes con objeto de obtener el diploma académico que les permitiría ser ordenados sacerdotes.
Ahora mismo hay suficiente experiencia seria acumulada entre los judíos, los cristianos y los musulmanes para poner en marcha unas cuantas tesis doctorales que permitirían demostrar que bastantes seres humanos que siguen el camino de acercamiento a Dios que tiene su origen en la experiencia de la escuela sagrada de Occidente descubren, un día u otro, que llevan dentro una especie de chispa de Dios. Este descubrimiento permitiría dar validez científica a la página de la revelación que afirma que el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y también permitiría poner en su lugar la tesis apresurada que afirma que todos somos Dios y que incluso los perros y los gatos también son Dios.
Jesucristo enseñó a sus discípulos a denominar Padre a Dios, en primera persona del plural, en la oración del Padrenuestro. Esto significa que Dios se manifiesta como Padre en el momento que los hombres y las mujeres se sienten hermanos por el hecho de ser hijos de un Padre común. El Dios Padre de Jesucristo sólo funciona en la primera persona del plural y no tiene nada que ver con el Dios mental de los protestantes ni con el Dios sentimental con que se llena la boca el señor que se viste con la sotana de color blanco y sólo resulta sugerente a los semejantes que tienen la mente cien por cien dormida.
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