El cerebro, la mente y sus aún insondables misterios
Existe un consenso bastante generalizado en el mundo académico que reconoce que, a pesar de que se han averiguado muchas cosas acerca del funcionamiento del cerebro humano, todavía se ignoran las cosas esenciales acerca de la mente y resulta que la mente es la clave de todo.
A lo largo de la segunda mitad del Siglo XX se han sintetizado algunos fármacos que han logrado combatir la ansiedad y la depresión. Hay estudios que indican que sin la existencia de estos fármacos, que aparentan tener resultados milagrosos, la sociedad de algunos países, más avanzados que otros, se habría derrumbado.
En las postrimerías del segundo decenio del Siglo XXI, hay miles de profesionales que son neurólogos, farmacólogos y bioquímicos que tienen su lugar de trabajo en los departamentos de las universidades, los institutos de investigación y los laboratorios farmacéuticos. Entre estos profesionales hay veteranos que han adquirido un conocimiento bastante profundo acerca del funcionamiento de los neurotransmisores cerebrales. Hay que reconocer que este conocimiento acerca del cerebro, que sin duda tiene carácter empírico y riguroso, no ha permitido avanzar nada en el conocimiento de la mente que sigue siendo un misterio inescrutable.
La escuela sagrada de China sabe que la mente tiene carácter material y tiene carácter espiritual, a la vez, y lo sabe desde hace unos dos mil quinientos años. Este conocimiento proviene de la experiencia acumulada acerca de los ritos de iniciación que no ha habido más remedio que mantener en secreto, a lo largo de los siglos, con objeto de que no pudiera caer en poder de las sociedades secretas que constituyen el sustento de los sistemas de poder que son la causa de todos los males de la humanidad.
La experiencia acerca de los ritos de iniciación, que ha sido acumulada por la escuela sagrada de China, todavía no puede ser revelada pero puede explicarse que gira en torno del concepto de que la mente humana es un canal abierto entre el Cielo y la Tierra por el hecho de que tiene naturaleza material y también tiene naturaleza espiritual.
Existe un símil afortunado para definir la mente humana que es el de la molécula de agua que contiene dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno, pero trasciende las cualidades de ambos gases hasta el punto de que adquiere la naturaleza líquida. A la mente le sucedería lo mismo: posee un elemento de materia y un elemento de espíritu pero trasciende las cualidades de la materia y las cualidades del espíritu.
La mente no puede ser comprendida por los estudiosos del cerebro material ni por los estudiosos del alma espiritual porque resulta que trasciende ambos conceptos. Sin embargo la mente ha podido ser estudiada por las escuelas sagradas desde que descubrieron su esencia verdadera hace varios miles de años.
La experiencia de las escuelas sagradas muestra que la mente sólo puede ser estudiada por medio de un largo proceso de iniciación que trae consigo ascender, uno tras otro, los pisos de la pagoda de la evolución hasta un determinado hito que es distinto para cada persona. Es difícil que alguien se atreva a poner en cuestión una experiencia consolidada a lo largo de varios milenios.
Hemos dicho en otra ocasión que el conocimiento verdadero de la humanidad proviene de la ciencia empírica, y sus aplicaciones prácticas, sobre todo en el momento que alcanzan la escala industrial y están obligadas a conseguir la máxima eficiencia. Debemos recordar que, al margen de la ciencia empírica, puede haber ilustración y especulación intelectual pero no hay conocimiento verdadero acerca de nada. Resulta que las cosas son así por causa de las características de la mente humana y no pueden ser de ninguna otra manera.
Para reconocer la verdad acerca del concepto auténtico del conocimiento y acerca de la naturaleza material y espiritual de la mente humana no habrá más remedio que llevar a cabo un cambio de paradigma. En China no será muy difícil hacer este cambio en la medida que la cultura general permanece vertebrada por el valor del pragmatismo. En cambio en Occidente este cambio será muy complicado y tendrá consecuencias traumáticas para un segmento relevante de la población que mantiene la mente profundamente sumida en el estado del sueño psíquico por causa de la identificación con las variantes sucesivas del pensamiento teórico y los tópicos de la filosofía racionalista que están destinados a derrumbarse como un castillo de cartas.
Todas las personas que acceden al estado de la mente despierta se percatan de que existe una realidad escondida que es mucho más potente que la realidad convencional hasta el punto de que esta última tiene carácter aparente y está condicionada por la primera. Estas personas también se percatan de que la mente de todo ser humano puede ser influenciada por otra mente que no forma parte del mundo material. Hasta que no se comprende que el mecanismo de la influencia exterior es incluso más importante que los mecanismos de la negación y la proyección, que fueron enunciados por Sigmund Freud, no es posible edificar una psicología de la mente despierta.
En otra publicación nos hemos referido a dos enseñanzas básicas que son fruto de la experiencia de las escuelas sagradas. La primera es la necesidad de no expresar nunca impresiones negativas de ninguna clase y la segunda es la necesidad de aprender a escuchar el discurso de otra persona sin caer en momentos de distracción con objeto de no perder el hilo conductor del discurso. Estas dos enseñanzas han sido experimentadas por muchas personas de Asia, desde tiempos inmemoriales, hasta el punto de que han creado una cultura de la mente despierta que puede regirse por supersticiones del tipo del “Feng Tsui” que funcionan muy bien desde hace muchos siglos.
A lo largo de la segunda mitad del Siglo XX, estas dos enseñanzas básicas han sido adoptadas por algunas escuelas modernas de psicología y algunas iglesias cristianas, más serias que las demás, hasta el punto de que su validez ha empezado a ser experimentada por millones de seres humanos de todas las naciones de la Tierra.
En el segundo decenio del Siglo XXI son muchos los hombres y las mujeres que aplican estas enseñanzas en el ámbito de la familia y en el ejercicio de la labor profesional en entornos más o menos complicados. Estos hombres y mujeres consiguen alcanzar el primer piso de la pagoda de la evolución y experimentan la sorpresa de descubrir que, en este plano de la existencia, las cosas son distintas a como eran en la planta baja del edificio.
La filosofía racionalista ha permitido edificar una psicología de la mente dormida que funciona bastante bien en la planta baja de la pagoda pero deja de hacerlo en el primer piso de la misma. Esto sucede porque, en este plano de la existencia, actúan las fuerzas cósmicas tanto del lado de la luz como del lado de la oscuridad que tienen una acción protectora del sujeto las primeras y mientras las segundas la tienen desestabilizadora. Este fenómeno constituye una novedad para la mente hasta el punto de que si la persona, que ha alcanzado el primer piso de la pagoda, no ha consolidado la conducta de no expresar nunca impresiones negativas y atender siempre el discurso de otra persona, sin perder el hilo conductor del mismo, no tiene ninguna posibilidad de mantenerse cuerda.
En la planta baja de la pagoda es posible hallar personas que por la mañana se comprometen a hacer una cosa y, por la tarde, deciden hacer otra sin saber el porque del cambio de su actitud. A estas personas también puede sucederles que un día hagan un discurso y el día siguiente hagan otro que sea contradictorio con el primero y tampoco sepan el porque de un hecho tan aberrante.
Las anomalías que hemos descrito y otras parecidas se apaciguan en el primer piso de la pagoda, pero por poco tiempo hasta que aparece la fuerza misteriosa que las resucita a menos que el iniciado haya conseguido consolidar la conducta de no expresar nunca impresiones negativas y atender el discurso de otra persona sin perder el hilo conductor del mismo.
La fuerza misteriosa que empuja a las personas a no descubrir el destino que tienen escrito en el Cielo, o incluso a no entregarse al mismo cuando ya no albergan ninguna duda acerca del mismo, tiene naturaleza extra-material. Lo mismo sucede con la fuerza, no menos misteriosa, que tiene carácter protector y siempre acaba teniendo más fuerza que la fuerza obstructora en la experiencia de todas las personas que han abrazado el destino que tienen escrito en el Cielo.
Las parejas jóvenes que se proponen desarrollar las dos enseñanzas que proceden de la experiencia de las escuelas sagradas tienen la posibilidad de conseguir esta proeza si son capaces de desarrollar, en paralelo, un tercer cometido que además tiene carácter muy gratificante: Nos referimos al arte de la sexualidad consciente que, al parece, fue inventado por la escuela sagrada de la India y desarrollado por el resto de las escuelas sagradas de Asia.
Los libros de Bernard Mong Tse dedican unos cuantos capítulos a explicar el arte de la sexualidad consciente por medio de divulgar las experiencias de parejas que viven en tres continentes y pueden ser representativas de la inmensa mayoría de las parejas. Todos estos libros serán publicados a lo largo de los próximos años.
El arte de la sexualidad consciente tiene la peculiaridad de que ha sido experimentado por las escuelas sagradas pero no lo ha sido por las sociedades secretas por el hecho de que este tema puede desarrollarse en el ámbito de la luz mientras resulta impermeable al ámbito de la oscuridad. Este detalle permite percatarse de hasta que punto el arte de la sexualidad consciente será un instrumento decisivo del proceso de la liberación de la humanidad de los sistemas de poder que la han mantenido dominada a lo largo de siglos y milenios lo cual dará lugar a la llegada del Reino de Dios a la Tierra tal como piden todos los cristianos cuando rezan la oración del Padrenuestro.
La escuela sagrada de China acuñó la metáfora de subir al Cielo para describir la experiencia de una pareja que domina el arte de la sexualidad consciente y tiene la posibilidad de acceder a un grado de satisfacción continuada, en la práctica de la relación íntima, que las personas que permanecen en la planta baja de la pagoda no pueden ni siquiera imaginar.
Las parejas que dominan el arte de la sexualidad consciente saben que las relaciones sexuales deben ser poco frecuentes con objeto de alcanzar la máxima intensidad y han aprendido a que deben girar entorno de una ceremonia que siempre debe introducir alguna novedad con objeto de no hacer ninguna concesión a la rutina que constituye la puerta de la crisis de cualquier matrimonio.
La humanidad no sabe nada relevante acerca de la mente y, en consecuencia, tampoco sabe nada relevante acerca de la sexualidad. Existe la disciplina de la sexología que se estudia en las universidades. Esta disciplina se sustenta en la experiencia de los hombres y las mujeres que permanecen toda la vida en la planta baja de la pagoda de la evolución y no tiene ninguna utilidad para las parejas que han empezado a despertar del estado del sueño psíquico.
En la primera planta de la pagoda de la evolución es posible hacer la hipótesis de que la sexualidad masculina provenga de la sexualidad de los mamíferos, mientras que la sexualidad femenina constituya un misterio que sólo admite solución cuando se cae en la cuenta de que los miembros del género masculino no tienen más remedio que feminizarse si quieren disfrutar en serio en la cama con su pareja o incluso para evitar que ésta pueda caer en los brazos de un competidor.
Existen bastantes parejas que aprenden el arte de la sexualidad consciente en la época que están entregadas a la educación de los niños y los adolescentes. Estas parejas tienen la posibilidad de experimentar la gran verdad descubierta por las escuelas sagradas que dice que la vida debe recorrerse sobre el pie del sacrificio y el pie de la satisfacción. El primer pie se expresa por medio del sacrificio permanente que hay que hacer por los niños y el segundo pie se expresa por medio de la satisfacción extraordinaria que se merecen los padres cuando tienen la posibilidad de liberarse de los pequeños con objeto de pasar la mañana, de un día festivo, disfrutando en serio en la cama.
El momento que estas parejas afortunadas deciden reflexionar en serio acerca de su experiencia pueden llegar a la conclusión de que lo que ha empezado a ocurrir en su vida es una manifestación de la Ley Cósmica de la Armonía que, un día y otro, pone todas las cosas en su lugar.
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