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Conocer la verdad demanda fe y valentía

Conocer la verdad demanda fe y valentía

Los misterios  que desvela El Laberinto de la Verdad pueden resultar inquietantes y turbadores para muchos.  Es información que solo tienen sentido para las personas que han construido el valor de la fe o las que están en el proceso de hacerlo. Sólo las personas que tienen confianza incondicional en el poder supremo de Dios están en condiciones de adentrarse en el conocimiento de la verdad sin desmoronarse.

Debemos recordar que Jesucristo, poco antes de la Última Cena, confesó a sus apóstoles que no les había explicado algunas cosas porque no habrían sido capaces de soportarlas y les prometió que serían reveladas por el Espíritu Santo en el futuro.

En los inicios del Tercer Milenio hay razones de peso para suponer que Jesucristo ha cumplido su promesa y las cosas insoportables han sido reveladas a la humanidad por medio de las escuelas sagradas que han cumplido la función de vertebrar el lado luminoso de las distintas civilizaciones.

Existe un argumento de peso que dice que, desde el momento que los Padres de la Iglesia proclamaron una doctrina acabada, hicieron inviable que la revelación comprometida por Jesucristo llegara a la Iglesia de Roma ya que ésta la habría declarado herejía. Pero resulta que Jesucristo debía cumplir su promesa y la revelación llegaría a la humanidad por medio de las escuelas sagradas vertebradoras del lado luminoso de las distintas civilizaciones humanas y, en especial, de la que hizo todos los inventos prácticos del mundo antiguo.

El señor que se viste con la sotana de color blanco puede considerarse sucesor de San Pedro por el hecho de que es el último eslabón de la cadena que encabezó el apóstol al que Jesucristo confió la piedra sagrada. Este hecho nadie puede negarlo pero hay que reconocer que tiene carácter político y no religioso. A estas alturas de la película no hay más remedio que reconocer que la cadena política se apartó de la piedra sagrada quizás desde el Siglo IV cuando se convirtió en un aparato de poder del estado del Imperio Romano.

Resulta claro que la cadena política no ha mantenido el legado de Jesucristo por el hecho de que existen conceptos esenciales de su magisterio que no forman parte de la doctrina due la Iglesia Católica y por el hecho, más grave, de que el más importante de todos los conceptos que es el del Reino de Dios es explicado, por esta institución, de una forma que sólo resulta convincente a las personas que tienen la mente cien por cien dormida con el resultado dramático de que cada año que pasa son menos las familias que bautizan a los hijos.

La más impactante de las profecías de Jesucristo es la que anuncia una Gran Tribulación que traerá consigo el triunfo de la maldad y el enfriamiento del amor de la mayoría de las personas. Después de declamar estas palabras tremendas, el maestro aseguró que los que fueran capaces de aguantar firmes hasta el final se salvarían.

El Laberinto de la Verdad confía firmemente en todas las promesas de Jesucristo porque da por descontado que dispone de poder suficiente para cumplirlas aunque sea en el larguísimo plazo en la medida que el dueño del dinero y el tiempo humano sigue siendo el Diablo.

El Laberinto de la Verdad va dirigido a los hijos de todas las civilizaciones que están dispuesto a mantenerse firmes hasta el final sin saber cuando será el final ni como será el final, pero tienen claro que se trata del final de un mundo presidido por la mentira y entienden que sólo podrá ser seguido por un mundo presidido por la verdad al que los cristianos podrán dar el nombre de Reino de Dios y los hijos de otras civilizaciones podrán dar otros nombres.

El Laberinto de la Verdad cumple el propósito de definir la sociedad global que tendrá la misión de armonizar las grandes contradicciones que permanecen activas en el segundo decenio del Siglo XXI y dar un sentido a la larga historia de la especie humana creada a imagen y semejanza de Dios.

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