China, las creencias religiosas y las experiencias espirituales
Extracto del diálogo que mantienen Ismael, Yasmina, Joan y Pierre, y que forma parte del capítulo 72 del libro, “El Laberinto de la Verdad”.
– Hace un rato hemos conversado acerca del gran defecto de todas las religiones que están dominadas por doctrinarios que tienen la mente profundamente dormida hasta el punto de que afirman que la fe consiste en creer algo que no admite comprobación racional y luego juzgan de infieles y herejes a los seres humanos que tienen creencias religiosas distintas de las suyas – dijo Joan.
– Así es – dijo Pierre.
– También hemos dicho que tenemos la certeza de que los ritos religiosos que celebran las sociedades secretas que agrupan a los adeptos de Lucifer, que son los dueños del poder real en todos los reinos, son los mismos en todas partes en la medida que los individuos que tienen la mente despierta y eligen el lado de la oscuridad son pragmáticos y escogen las cosas que funcionan con independencia de cual sea su procedencia – prosiguió Joan -. Por lo que veo China constituiría un caso único en la medida que la cultura general no se sustenta en las creencias religiosas que han sido generadas por hombres que tienen la mente dormida sino que se sustenta en las experiencias espirituales que poseen los hombres que tienen la mente despierta con independencia que hayan elegido el lado de la luz y o el lado de la oscuridad de la energía.
– Exacto las cosas son como has dicho – dijo Ismael.
– Entiendo muy bien que China es un país distinto de cualquier otro – dijo Pierre en un tono de voz que reflejaba la importancia del descubrimiento que acababan de hacer.
– En el momento de la historia en que uno de los reinos tuvo capacidad de conquistar todos los demás y crear el Imperio del Centro, la vieja costumbre campesina que estaba en el origen de los ritos, en que se sostenía el estado de cada uno de los reinos, dio lugar a los ritos que celebraba el emperador y los altos dignatarios del estado definitivo en un templo erigido al Cielo para aquel único cometido – prosiguió Ismael -. Así pues el Templo del Cielo no formaba parte de ninguna religión mientras era el edificio más singular de todos los que albergaban la administración del estado. En el momento que sucedió este hecho también sucedió que la vieja costumbre campesina dio lugar a una cosmología que resultaría convincente a los súbitos del reino por el hecho de que era ciento por ciento práctica y funcionaba bien año tras año.
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