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La Biblia:   una mirada crítica

La Biblia: una mirada crítica

Algunos estudiosos han llegado a la conclusión de que la Biblia tiene un valor discutible. Esto ha sucedido cuando han descubierto que muchos de los relatos bíblicos no son otra cosa más que reproducciones de leyendas antiguas de las civilizaciones de Egipto y Mesopotamia.

Es posible que los estudiosos, que han llegado a esta conclusión, estén en lo cierto y los mitos de la Biblia tengan una procedencia más antigua lo cual significa que no son originales y, en consecuencia, tampoco son auténticos. También es posible que algunos de los grandes protagonistas de la Biblia, como es el caso de Moisés, no sean personajes de la historia sino héroes positivos de la imaginación humana.

Existe una manera seria de entender la Biblia si se hace la hipótesis de que los autores de los libros que la conforman utilizaron la técnica de depositar perlas escondidas en medio de la paja.

La paja puede estar inspirada en una leyenda antigua o puede haber surgido de la imaginación del autor, pero las perlas son grandes lecciones de conocimiento que resultan muy difíciles de explicar sino se acepta la existencia del concepto de la revelación divina que está presente en el origen de las civilizaciones y las grandes religiones de la humanidad.

Es fácil aceptar que los Diez Mandamientos constituyen el punto de partida de la Civilización Occidental. Es posible que el relato de la Biblia que explica que las dos tablas de piedra, que llevaban grabados los mandamientos en la lengua de los hebreos y fueron entregadas a Moisés nada menos que por el mismísimo creador del Universo, sea fruto de la imaginación humana. Nadie puede saber lo que sucedió realmente en la cumbre del Monte Sinaí, pero es difícil no estar de acuerdo en que los Diez Mandamientos sean uno de los tesoros más grandes que el Cielo ha hecho llegar a la Tierra a lo largo de la historia de la antigüedad.

Lo más razonable que pueden hacer las personas sensatas es establecer el acuerdo de que el contenido de los Diez Mandamientos es un tema muy serio, mientras que la forma como llegaron al conocimiento del antiguo Pueblo de Israel es un asunto irrelevante.

Es posible hacer la hipótesis de que en el origen de todas las civilizaciones hubo una revelación primigenia que, en las cosas esenciales, sería coincidente. Ésta es la razón por la que en todas las civilizaciones existen valores coincidentes. Estos valores son el respeto a los padres, la educación de los hijos, la protección de los ancianos y las personas desvalidas, la fidelidad entre los amigos y los esposos, el deber de trabajar y el derecho a tener un empleo, el deber de ser pacífico y no poner la mano encima de nadie, la obligación de decir la verdad, el deber de cumplir los contratos, pagar las deudas y no apoderarse de nada que no sea propio y pocas cosas más.

Existen dos principios morales que son comunes a todas las civilizaciones. El primero de ellos dice: “no hagas a los demás lo que no deseas que te hagan a ti”. El segundo dice: “Haz el bien y no mires a quién” que, en lengua castellana, da lugar a una rima afortunada. Estos principios constituyen el origen del derecho natural y pueden ser explicados por medio del argumento de que exista una revelación primigenia común a todas las civilizaciones pequeñas y grandes.

Es posible hacer una segunda hipótesis que es un poco más audaz y dice que el Plan de Dios ha decidido proporcionar a las civilizaciones elementos de revelación comunes y otros de distintos. Estos últimos serían los más interesantes de todos ya que sólo podrían ser aceptados por las personas que poseen suficiente humildad para percatarse de que los hijos de otra civilización se han beneficiado de algo que desconocieron sus antepasados.

Es posible que el Plan de Dios incluya un descubrimiento que resulta inaccesible a los dogmáticos y los intransigentes, de todos los perfiles, mientras sea muy fácil de comprender a aquellas personas que tienen la capacidad de ponerse en el lugar de sus semejantes que tienen la piel de otro color y creen en conceptos espirituales distintos de los propios, pero que pueden ser sugerentes e incluso complementarios con estos.

La Iglesia Católica posee dos dogmas que permanecen metidos en un cajón porque producen vergüenza a todos los fieles de esta iglesia que son personas que tienen la mente un poco despierta. El primero de estos dogmas proclama que fuera de la Iglesia de Roma no hay salvación posible. El segundo de ellos proclama que el señor que se viste con la sotana de color blanco dispone del don de la infalibilidad cuando habla “ex-cátedra”.

Estos dogmas se mantienen encerrados en un cajón, pero no han sido derogados de manera oficial. Este detalle muestra la potencia del lado oscuro de la Iglesia Católica. De acuerdo con la Ley Cósmica de la Correspondencia la existencia de un lado oscuro muy potente indica que el lado luminoso de la institución es igual de potentes.

Es difícil discutir que el Estado y la Curia del Vaticano permanezcan sumergidos en la oscuridad más tenebrosa cuando se constata que la lucha por el poder constituye el primer signo de identidad de estas instituciones. Este fenómeno permite hacer la hipótesis de que la piedra sagrada, sobre la que Jesucristo edificó la Iglesia, sea un hecho místico que conforme el signo de identidad del lado luminoso de la Iglesia Católica que tiene una potencia muy elevada y se manifiesta tanto en las comunidades parroquiales como en las órdenes religiosas entregadas al servicio al prójimo desamparado incluso en circunstancias heroicas.

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