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La Biblia:   entre la luz y la oscuridad

La Biblia: entre la luz y la oscuridad

Las personas sensatas han descubierto que en la Biblia hay textos que merecen el calificativo de Palabra de Dios y también los hay que no tienen nada que ver con la Palabra de Dios.

Algunos autores han ido más lejos todavía y han hecho la hipótesis de que el dios que preside algunos de los textos del Antiguo Testamento y protagoniza acciones injustas y crueles, contra los seres humanos, sea un arquetipo del Diablo.

Es posible que estos autores tengan razón. En este caso la Biblia debería ser contemplada por medio de la Ley Cósmica de la Correspondencia que explica que allí donde hay poca luz también hay poca oscuridad mientras que allí donde hay mucha luz también hay mucha oscuridad.

Resulta sencillo comprobar que en la Biblia hay mucha luz y también hay mucha oscuridad. En algunas ocasiones, no resulta sencillo distinguir donde termina la luz y empieza la oscuridad. Este fenómeno se manifiesta en textos que fueron manipulados, con la máxima malicia, pero los manipuladores no pudieron eliminar algunas sentencias sagradas por el hecho de que permanecían vivas en la tradición oral que tenía mucha fuerza en la época que el noventa por ciento de la población no sabía leer ni escribir. 

 Las Leyes Cósmicas de la Correspondencia y la Armonía constituyen la cúspide del conocimiento humano. Hay que suponer que el conocimiento humano más importante proceda de la revelación divina. También hay que suponer que exista una revelación primigenia que es común a todas las civilizaciones y un segundo tipo de revelación que es específica de cada una de ellas.

De acuerdo con este descubrimiento es necesario distinguir entre las grandes religiones de la humanidad que todas ellas están en el origen de las grandes civilizaciones y las religiones que han surgido al margen de las civilizaciones. Estas últimas todavía están en una fase de inmadurez y, la prueba de ello, es que precisan competir, por medio de la difusión de creencias extrañas que son contrarias al sentido común y la práctica del proselitismo, más o menos implacable, en el seno del segmento del mercado de las religiones que agrupa a muchos millones de seres humanos que tienen la mente profundamente dormida.

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