El enamoramiento verdadero vs el mito del amor romántico
No es fácil comprender el sentido del proverbio chino que proclama que puede haber más conocimiento en la excepción que en la regla.
Hay una minoría de seres humanos que poseen la experiencia del enamoramiento verdadero. Esta experiencia da la razón al proverbio chino porque sucede que el amante siente más interés por el ser amado que por el resto de sus semejantes.
Los hombres y las mujeres que participan de la experiencia del enamoramiento verdadero sólo pueden compartir algunas de sus vivencias con el ser amado y quizás con otra pareja que también permanece unida por la experiencia del enamoramiento auténtico.
Algunos autores han tratado de describir la experiencia del enamoramiento verdadero en la literatura y el cine aunque han sido muy pocos los que lo han conseguido. Esto ha sucedido porque se trata de una experiencia que resulta difícil de explicar incluso a los que llevan muchos años disfrutando de ella.
La experiencia del enamoramiento verdadero ha dado lugar a los mitos del amor romántico que son muy antiguos y se pusieron de moda en el Siglo XIX. El amor romántico no se asocia al matrimonio que trae hijos al mundo. Por el contrario se asocia al amor imposible y al amor ilícito. Las heroínas de la literatura romántica fueron mujeres infieles que arruinaron la felicidad de sus familias y acabaron la vida de manera trágica. La imagen de Ana Karenina, embarazada, arrojándose a la vía del tren frente a las ruedas de una locomotora da lugar a la imagen definitiva de la tragedia del amor romántico.
La experiencia del enamoramiento verdadero no tiene nada que ver con el mito neurótico del amor romántico. En nuestra opinión la experiencia del enamoramiento verdadero está escrita en el destino de algunos hombres y algunas mujeres que tienen el deber de unir sus vidas con objeto de realizarse plenamente. Estos semejantes, al parecer, son más a medida que transcurren las generaciones aunque, por lo general, no explican sus vivencias a nadie con objeto de evitar ser víctimas de la envidia.
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