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El diálogo de Karin y Sophie:  una consulta al  I Ching

El diálogo de Karin y Sophie: una consulta al I Ching

A continuación se reproduce un fragmento de un diálogo que contiene la consulta al oráculo del “I Ching” que llevan a cabo dos mujeres en la época de la vida en que ambas se estrenan en la experiencia de la maternidad.

La escena tiene lugar en un hotel de Pekín donde Robert y Sophie han viajado, desde Nueva York, para adoptar dos criaturas que han cumplido los mismos meses que la niña de Karín que es hija de su sangre.

Karín y Sophie prepararon los biberones de las dos niñas de la segunda de ellas. La joven que lucía la cola de caballo de tono rubio de peluquería dio el pecho a su hija y Meilán y Dajié dieron los biberones a las hijas de la joven de Nueva York.

Acabado el evento Meilán no pudo resistirse a tomar una nueva iniciativa y conminó a Karín y Sophie a ir a la cafetería, que estaba en la planta superior del edificio del hotel, donde tendrían la oportunidad de conversar y explicarse cosas personales. Mientras tanto, ella y Dajié, se harían cargo de velar por las tres niñas que dormían en sus cucos. Cuando apareciera Michael, Dajié se iría a la cafetería de la planta baja, donde tenía la cita con Christopher, Robert se juntaría con Mouslim y Uthman iría a buscar a las dos jóvenes que estarían conversando en la cafetería del piso de arriba con objeto de que reanudaran el ejercicio de la maternidad.

Karín y Sophie se fueron pitando a la planta superior del edificio del hotel donde había una cafetería que giraba, muy despacio, sobre el paisaje urbano. Aquella tarde del mes de mayo la contaminación atmosférica era muy elevada y las luces de los coches, que circulaban por la gran avenida que cruza la ciudad de Pekín de este a oeste, se difuminaban a una distancia que debía ser de poco más de un kilómetro.

La cafetería estaba presidida por un buffet en el que figuraban unas bandejas muy grandes repletas de ensaladas que gozaban de todos los tonos del verde. Karín las contempló y tuvo una ocurrencia inesperada.   

                        –  ¿Te apetece comer una ensalada?

                        –  No me apetece comer nada – respondió Sophie -. Hace menos de una hora que hemos terminado de cenar en el restaurante italiano. ¿Qué sentido tiene que ahora comamos una ensalada?

                        –  Tiene el sentido de que en el restaurante italiano no hemos ingerido ni una gota de fibra y en el almuerzo tampoco y resulta que el cuerpo humano precisa ingerir fibra todos los días con objeto de que los intestinos funcionen bien y tengan lugar las deposiciones de manera regular – respondió Karín mientras permanecía plantada frente a las ensaladas monumentales.

                        –  No se que decidir – dijo Sophie después de girar sus ojos hacia las más policromadas de las ensaladas monumentales.

                        –  Propongo que yo me lleve una ensalada abundante y una bebida del buffet y tú sólo te lleves una bebida. Luego las dos compartiremos la ensalada con los mismos palillos y la cena nos saldrá más barata. ¿Qué te parece?

                        –  Me parece bien.

                        –  Las dos jóvenes ocuparon una mesa. Karín colocó sobre ella la bandeja que contenía el plato repleto de ensalada policromada a la que había añadido seis langostinos pequeños pelados. Sophie puso los vasos y las latas de agua tónica a los lados de la bandeja. Después de ello ambas jóvenes se dispusieron a disfrutar de aquella velada inesperada que les había sugerido la amiga común.

Karín inició el evento capturando un rábano diminuto con los palillos, lo acercó a la boca de la joven de los grandes ojos verdes y le dijo que debía aprender a tomarlo con los dientes sin rozar los palillos. Sophie aprendió a hacerlo y mientras masticaba el rábano, Karín tomó la palabra:     

                        –  Tenía ganas de conocerte porque Meilán me había hablado muchas veces de ti.

                        –  Yo también tenía ganas de conocerte desde que mi amiga me explicó que eres capaz de averiguar cosas de las personas por medio de las cartas astrales y usas las monedas para consultar el oráculo – dijo Sophie después de tragar el rábano.

                        –  El oráculo lo uso bastante a menudo y me ayuda mucho a aclararme, pero las cartas astrales las levanta un astrólogo profesional que es quien me suministra la información. Si te parece bien pediremos un mensaje al oráculo acerca de la velada que nos espera en este lugar y, de esta manera, verás como funciona.

                       – Estoy de acuerdo, quiero que pidamos este mensaje al oráculo.

Karín apartó la bandeja que presidía la mesa. Puso su bolso en aquel lugar y extrajo la muñeca rusa, que la acompañaba a todas partes, junto con una libretita y un lápiz. Abrió la muñeca rusa y mostró su contenido a la joven sentada frente a ella.

                        –  ¿De que época son estas monedas? – preguntó Sophie después de volcar en su mano el contenido de la muñeca rusa.

                       –  Son de la última dinastía – respondió Karín -. Puede ser que tengan cien años o un poco más. En las casas de antigüedades de Hong Kong sólo pueden conseguirse monedas de la última dinastía. Las monedas de las dinastías más antiguas están muy buscadas por los coleccionistas y tienen un gran valor. En cambio éstas me costaron menos de diez dólares.

                        –  Estas monedas están muy gastadas lo cual indica que circularon muchos años de mano en mano – dijo Sophie mientras recordaba otras tres monedas de bronce que también eran de la última dinastía y había tenido, en sus manos, en aquella ciudad en una ocasión pero era un hecho del que no debía hablar nunca con nadie.

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