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Morir para renacer:  la necesaria transformación del ser para el despertar de la mente

Morir para renacer: la necesaria transformación del ser para el despertar de la mente

El ser humano ordinario piensa que puede tomar decisiones, con entera libertad, de acuerdo con las circunstancias que condicionan su vida. Existen personas que están convencidas de que son dueñas de su destino. De acuerdo con la experiencia de la escuela sagrada de China mientras el ser humano permanece sumido, en el estado del sueño psíquico, no dispone del don de la libertad y está muy lejos de ser dueño de su destino.

Jesucristo explicó a Nicodemo que hasta que un ser humano no lleva a cabo el proceso de renacer del espíritu no puede acceder al Reino de Dios. Este mandato del maestro es explicado, en forma de alegorías, a lo largo de los evangelios. La más clara de las alegorías es la del grano de trigo que si no muere permanece intacto, pero si muere – cuando germina en la tierra – da fruto abundante.

Mi maestro no conocía la alegoría cristiana del grano de trigo. Después de escucharla estuvo de acuerdo en que constituye la explicación, más clara de todas, del proceso de muerte y renacimiento que deben hacer todos los seres humanos con objeto de despertar del estado del sueño psíquico y acceder al estado de la mente despierta.

Debo celebrar que la Civilización Occidental posea la definición de consciencia, más exacta de todas, que es la que forma parte del Libro de Job y también posea la definición más clara, del proceso de despertar del estado del sueño psíquico, tal como fue enunciado por Jesucristo por medio de la parábola del grano de trigo.

Me complace hallar argumentos que muestran que la Civilización Occidental puede mirar, de igual a igual, a la civilización más madura de todas que, sin duda, es la Civilización China.

El proceso de muerte y renacimiento que debe hacer el ser humano, con objeto de alcanzar el estado de la mente despierta o mente consciente, está descrito en todas las grandes religiones de la humanidad e incluso en algunas escuelas filosóficas que son más serias que las demás.

El proceso de muerte y renacimiento que debe hacer el ser humano, con objeto de alcanzar el estado de la mente despierta, es inevitablemente duro ya que es imprescindible que muera la personalidad inmadura del sujeto con objeto de que nazca la personalidad definitiva que será un reflejo del alma que lleva dentro. Ésta es la razón por la que esta enseñanza ha sido desvirtualizada por los poderes religiosos y académicos y por todos los pensadores que no han tenido coraje para cumplir con su deber en relación a ellos mismos.

En la Religión Budista se usa el término de la iluminación que no se corresponde exactamente al término del renacimiento que precisa de una muerte previa. Es muy interesante contemplar esta diferencia que sólo es apreciada por las personas que poseen experiencia real de estos temas.

La escuela sagrada de China posee la alegoría de la pagoda de la evolución de la consciencia que tiene muchos pisos hasta el punto de que puede alcanzar las nubes del cielo. Esta alegoría se sustenta en el hecho evidente que muestra como, desde cada planta del edificio a la que se asciende, pueden observarse detalles del horizonte que resultaban invisibles desde la planta inferior. Cualquiera puede imaginar el valor pedagógico que tiene la alegoría cuando es explicada, sobre el terreno, mientras se ascienden los pisos de la pagoda, uno tras otro.

El concepto de la muerte y el renacimiento, enunciado por Jesucristo, se corresponde al proceso de ascensión a la tercera planta de la pagoda, después de haber ascendido a las dos primeras, lo cual indica que no puede hacerse de un día para otro y, por lo general, requiere de un período que dura unos cuantos años.

De acuerdo con mi propia experiencia la primera planta de la pagoda se corresponde con el primer destello claro del mundo real que se esconde tras el mundo aparente y, un buen día, se revela en la mente del sujeto hasta el punto de que jamás podrá olvidarse del mismo.

Hay bastantes personas que han alcanzado la primera planta de la pagoda en algún momento de la vida. Algunas de ellas se asustan de su vivencia y deciden regresar a la planta baja donde se sienten más seguras. A otras de ellas les sucede que se sienten importantes por sus nuevas vivencias que les permiten contemplar, por encima del hombro, a sus vecinos y compañeros de trabajo. Las personas de este tipo gozan de percepciones singulares, pero éstas no son sólidas y les puede suceder que sean víctimas de delirios y trastornos de personalidad muy graves.

Prosiguiendo con mi experiencia debo explicar que la segunda planta de la pagoda se corresponde con un destello del mundo real que tiene carácter definitivo y hace que la vida del sujeto, a partir de aquel día, no podrá ser igual que antes. El concepto de la iluminación tal como es entendido por los budistas, de tipo serio, se corresponde a la segunda planta de la pagoda.

La tercera planta de la pagoda, de acuerdo con mi experiencia, se alcanza por medio del proceso de reflexión racional que tiene lugar cuando se dispone de experiencia suficiente para encajar un buen número de hechos, propios del mundo aparente, con percepciones del mundo real lo cual permite empezar a identificar piezas del laberinto de la verdad que han permanecido muy bien escondidas a lo largo de la historia de la humanidad.

La tercera planta de la pagoda se corresponde al proceso de la muerte que resulta imprescindible para que se produzca fruto abundante que es lo que le sucede al grano de trigo cuando germina en la tierra.

El acceso a la tercera planta de la pagoda exige haber empezado a construir el valor de la fe que tendrá la posibilidad de mover alguna montaña y el valor de la cordura que es paralelo a este nivel de fe. Cuando sucede esta experiencia se descubre que la fe y la cordura son las dos caras de una moneda que es precisamente la conciencia.

El acceso a la segunda planta de la pagoda puede ser muy gratificante mientras que el acceso a la tercera planta puede tener carácter traumático, a lo largo de un período de tiempo más o menos largo, aunque la resolución del mismo será todavía más gratificante.

La escuela sagrada de China explica que el ascenso a la primera planta de la pagoda debe ser hecha por medio del esfuerzo de voluntad del iniciado. En algunos casos este criterio rige también para la segunda planta. En cambio el acceso a la tercera planta de la pagoda no puede ser hecho, por ningún guerrero, sin la ayuda de una fuerza superior que no forma parte del mundo terrenal y tanto puede proceder del lado de la luz como del lado de la oscuridad.

El desbarajuste inmenso que reina en el mundo de la espiritualidad se debe a los maestros entre comillas que tienen una cierta experiencia de la segunda planta de la pagoda, pero ni siquiera sospechan la existencia de la tercera planta. Los maestros entre comillas, por lo general, no distinguen la ayuda que procede del lado de la luz de la que procede del lado de la oscuridad y trasmiten la confusión a los que los escuchan.

Ahora mismo la religión de la “Nueva Era”, que tiene la peculiaridad de no haber nacido en Asia o en África, es una montaña ilimitada de confusión y poco más. Los pensadores serios de Occidente tienen el deber de ocuparse de esta religión con objeto de que genere un lado luminoso sólido al igual como ha sucedido con todas las grandes religiones de la humanidad.

En la tercera planta de la pagoda se halla lo que la escuela sagrada de China denomina el punto de la bifurcación de los caminos. El guerrero que alcanza este lugar tiene la posibilidad de elegir el lado del Yang (lado de la luz) o el lado del Yin (lado de la oscuridad) de la energía. Incluso tiene la posibilidad de elegir vivir a caballo entre los dos lados de la energía lo cual constituye una experiencia apasionante, pero que tiene un límite porque hay un momento en que no hay más remedio que hacer la elección definitiva que, en mi caso, fue entre el dios del dinero y el verdadero Dios.

La moral católica explica que el ser humano tiene la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, entre la gracia y el pecado, etc. Con el máximo respeto debo decir que estas explicaciones forman parte del ámbito de la mente dormida. Los conceptos del pecado original, el pecado mortal, la gracia santificante, etc. tienen carácter abstracto y nadie puede saber si se corresponden a hechos reales o surgieron de la intención de crear una creencia que tendría una cierta coherencia y cumpliría la función de mantener encuadrada a la población en una época en que la inmensa mayoría de las personas tenían la mente completamente dormida.

De acuerdo con mi experiencia la verdadera elección es la que incumbe al lado de la luz y el lado de la oscuridad de la energía y sólo puede ser hecha por un hombre o una mujer que han alcanzado el estado de la mente despierta hasta el punto de distinguir los dos lados de la energía en el seno de fenómenos diversos que forman parte del mundo aparente, pero son determinados por otros fenómenos que suceden en el mundo real.

Hay muchísima experiencia acerca de fenómenos materiales influidos por la energía primordial que procede del lado de la luz. Estos fenómenos acostumbran a recibir el nombre de milagros. Hay menos experiencia acerca de otros fenómenos materiales influidos por la energía invertida que procede del lado de la oscuridad y también pueden tener carácter prodigioso sobre todo en el ámbito de los flujos del dinero. La experiencia humana acumulada, acerca de estos temas, es lo suficiente clara para que pueda ser estudiada por medio de tesis doctorales serias y pueda ser incorporada al conocimiento académico y el conocimiento religioso. 

Tengo el convencimiento de que, en algún momento del Siglo XXI, la Iglesia Católica no tendrá más remedio que archivar los conceptos del pecado original, el pecado mortal, la gracia santificante, etc. y se ocupará de construir una nueva teología en base al estudio científico de las influencias que ejerce la energía primordial y la energía invertida sobre todo lo que sucede sobre la Tierra.

Este estudio será posible porque existen los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía que se sostienen en una relación misteriosa entre materia y espíritu y son muchas las personas que lo han observado a pesar de que los ritos sagrados se hayan degradado por causa de la fe insuficiente que muestran poseer la mayoría de los clérigos aunque, en todas las épocas, ha habido excepciones encomiables e incluso heroicas entre los profesionales de la religión.

El cambio que deberán llevar a cabo las iglesias cristianas en su teología será una de las señales más evidentes del cambio de paradigma que espera a la humanidad.    

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