Los verdaderos actores de la historia de la humanidad
Los historiadores acostumbran a atribuir a los autócratas, de distintas épocas, un protagonismo exagerado en los hechos que han tenido efectos importantes en la historia de la humanidad.
Mi maestro ha elaborado la tesis que dice que los autócratas auténticos son personajes dotados de una seudo empatía que tiene carácter artificial y puede tener su origen en un plano, del lado de la oscuridad, que es ajeno al mundo terrenal.
Algún día deberá ser estudiada, en serio, la psicología del autócrata que no tiene la posibilidad de establecer una relación sincera con nadie mientras consigue que millones de personas, que tienen las mentes cien por cien dormidas, rindan culto a su personalidad artificial y problemática.
La psicología del autócrata suele ser la del paranoico de tipo dominador, cínico, perverso y manipulador. En el inicio del Siglo XXI hay muchos personajes de este tipo al frente de corporaciones multinacionales. Sin embargo este trastorno gravísimo de la personalidad ha sido poco estudiado por la psiquiatría clínica vigente lo cual obliga a hacer una reflexión tremenda a cualquier persona que tiene la mente despierta.
Mientras tanto sucede que el autócrata más famoso de la segunda mitad del Siglo XX, que es un señor provisto de una larga barba poco poblada y blancuzca, sigue siendo un referente positivo para millones de semejantes ingenuos que han renunciado a averiguar la verdad acerca de la historia real del personaje campeón del cinismo y la manipulación del prójimo.
Mi maestro ha desarrollado la tesis que afirma que los verdaderos protagonistas de la historia de la humanidad son los centros conscientes del lado de la luz y el lado de la oscuridad de la energía que son ajenos al mundo terrenal, pero están entroncados en él, por medio de las escuelas sagradas que han dado lugar al hilo conductor, del lado de la luz, de las civilizaciones y las sociedades secretas que han mantenido el dominio férreo sobre los centros de poder desde épocas remotas.
De acuerdo con la tesis de mi maestro los actores reales de la historia de la humanidad son las escuelas sagradas y las sociedades secretas que mantienen un pulso constante, en el plano de la energía, sin tener ninguna visibilidad.
Todas las personas que tienen la mente mínimamente despierta y llevan dentro del corazón el impulso a elegir el lado de la luz de la energía se percatan de que el concepto del poder es oscuro por naturaleza. Las personas de este tipo pueden sentir un respeto por un clérigo que lleva puesto un alzacuello, pero desconfían de otros clérigos que precisan ponerse una mitra ostentosa sobre la cabeza.
De acuerdo con la tesis de mi maestro los grandes autócratas que han dejado su huella en la historia de las naciones serían nada menos que beneficiarios secundarios de la energía invertida. Los autócratas cumplirían una función clave en la estrategia del centro consciente del lado de la oscuridad que es la absorción de la energía mental de millones de semejantes que se mantienen subyugados por la personalidad artificial del personaje. Esto significa que los verdaderos actores de la historia son otras personas.
Las tesis de mi maestro pueden explicar algunas cosas tremendas que han sucedido en mi vida que resultan inexplicables para la filosofía racionalista y la doctrina católica en la medida que, tanto una como la otra, forman parte del ámbito de la mente dormida.
No tengo ninguna duda de que existe un centro de poder secreto que forma parte del ámbito de la mente despierta. Por esta única razón este centro de poder tiene el dominio sobre el dinero en mayúsculas y, por medio de éste, controla los centros de poder de todos los tipos de los que emanan los autócratas tanto los famosos como los discretos.
Tampoco tengo ninguna duda de que los escasos seres humanos que han sido tentados, sin éxito, por el dinero en mayúsculas han adquirido una protección espiritual muy poderosa que tiene carácter específico porque forma parte del ámbito de la mente despierta. Ésta es la razón por la que el nadie podrá impedir la divulgación del relato novelado que estoy escribiendo aunque no tengo ningún indicio acerca del día que podrá hacerse.
Puedo compartir mi reflexión con algunas personas que han vivido una experiencia comparable a la mía y no se han autodestruido por causa del suicidio, la depresión o la psicosis. Estas personas gozan de una mente más despierta que la mayoría de semejantes y prestan credibilidad a la tesis de mi maestro. Estas personas todavía son muy pocas, pero su experiencia es quizás la más interesante de todas.
Cuando las personas, que han vivido experiencias poderosas que tienen que ver con el concepto real del poder que tiene el dominio sobre el mundo, contemplan una serie de televisión que gira entorno de un autócrata famoso se percatan de que todo lo que aparece en la pantalla del televisor forma parte del ámbito de la mente dormida mientras que los hechos realmente importantes que sucedieron, en aquel período de la historia, no aparecen ni por el forro.
Se me ocurre recurrir a un ejemplo que tiene como protagonista a uno de los autócratas más famosos de la historia de la humanidad que es Napoleón Bonaparte.
A la hora de abordar este ejemplo, conviene hacer la hipótesis de que el texto extraordinario que tiene el título de “Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano” fuera influido por algún ilustrado anónimo que permanecía conectado a la escuela sagrada de Occidente. Es posible hacer esta misma hipótesis en relación al texto de la declaración de independencia de los Estados Unidos.
Una vez hecha la hipótesis de lo que sucedió, por el lado de la luz, conviene hacer una segunda hipótesis de lo que sucedió, por el lado de la oscuridad en uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la Civilización Occidental.
Parece claro que Napoleón tenía mucho talento militar, sobre todo en el uso de la artillería, hasta el punto de que sus ocurrencias revolucionarían las técnicas que empleaban los ejércitos cuando se enfrentaban en una gran batalla.
Napoleón estaba dotado de una gran astucia en el ejercicio de la política, pero esto no indica que fuera el actor principal de la historia de Francia a lo largo de los años que fue primer cónsul de la República y luego emperador.
Se me ocurre recurrir a dos personajes que tuvieron un protagonismo decisivo en los acontecimientos que sucedieron en Francia desde el día que el último monarca absolutista convocó los Estados Generales, lo cual daría lugar al inicio de la revolución, hasta el día que Napoleón desapareció del mapa de forma definitiva y se implementaron las resoluciones del Congreso de Viena lo cual supondría el regreso al absolutismo con la diferencia de que el grupo de personas que detentarían el poder, en cada reino, no lo harían en calidad de representantes de los dueños de la tierra sino de los dueños del capital financiero.
Los dos personajes a los que me refiero son Charles Maurice de Talleyrand y Joseph Fouché. Ambos gozaron de un grado elevado de astucia que les permitió salir indemnes de todos los episodios de la revolución al tiempo que el primero se convertía en el hombre clave de la diplomacia y el protocolo, mientras el segundo se convertía en el hombre clave de la seguridad del estado y los servicios secretos.
Ambos personajes demostraron no tener ningún tipo de escrúpulo en gran número de episodios que sucedieron en sus carreras como hombres de estado. Fueron expertos en el arte del engaño, la traición, el crimen de estado, la manipulación del invento reciente de la prensa e incluso el baño de sangre que desencadena el miedo definitivo de la población.
Talleyrand y Fouché mantuvieron pulsos tremendos por el poder, pero, a la hora de la verdad, se entendieron y desarrollaron entre ellos complicidades inconfesables lo cual les permitió mantenerse siempre en los lugares clave del poder del estado incluso cuando Napoleón fue apartado del mismo.
El detalle más importante que tuvieron en común los dos personajes es que se convirtieron en los dos hombres más ricos de Francia.
Mi maestro tiene el convencimiento de que los auténticos poseedores del poder son hombres que han seguido el proceso de iniciación propio de una determinada sociedad secreta hasta el punto de haber alcanzado un grado muy elevado de consciencia, por el lado de la oscuridad, lo cual les permite celebrar ritos religiosos terribles que constituyen la clave del poder terrenal. Estos hombres no tienen ninguna visibilidad y se limitan a mantener el control sobre otros hombres cuya pasión es llegar a ser los más ricos del cementerio. Estos últimos son los actores reales de la historia por el hecho de que el dinero en mayúsculas tiene el poder de tapar casi todas las bocas y comprar casi todas las voluntades.
Mi maestro explica que los actores reales de la historia son los arrimados a un centro de poder real e incluso los atrapados por el centro de poder por causa de algún tema inconfesable. Tanto unos como los otros se ven obligados a alcanzar un grado crítico de despertar de la mente con objeto de sobrevivir en el entorno próximo del poder real que permanece plagado de intrigas.
Supongo que Talleyrand y Fouché formaron parte de los arrimados a un centro de poder secreto que, por supuesto, no dejó ningún rastro en las crónicas que manejan los historiadores. Supongo que en las cortes de ambos personajes es posible detectar a los arrimados y los atrapados al centro de poder que, en el inicio de la historia, tenía el control sobre los titulares de la tierra y, al final de la historia, lo tendría sobre los titulares del capital financiero que sería el instrumento que harían posible la Revolución Industrial y las operaciones de especulación del suelo urbano que darían lugar al proceso tremendo de acumulación de capital que tendría lugar en los distintos reinos de Europa a lo largo del Siglo XIX.
De acuerdo con la tesis de mi maestro, Napoleón habría sido un beneficiario secundario de la energía invertida que procede de los ritos terribles y cuyo manejo constituye el “know how” principal de las sociedades secretas. Es posible que el emperador destronado, que sin duda era un hombre que tenía una mente bastante despierta, llegara a esta misma conclusión en su amargo destierro en la isla desolada de Santa Elena.
No debo acabar esta reflexión sin recurrir a la Ley Cósmica de la Correspondencia que explica que las grandes explosiones de oscuridad, que emanan de los centros del poder real, van acompañadas de grandes manifestaciones de la luz que tienen lugar en otros contextos. En este caso debemos pensar en los niños que inauguraron la escuela pública y gratuita de Francia y debían estudiar la “Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano” ya que nadie lograría ocluir este texto impresionante, aprobado por la Asamblea Nacional en el inicio de la revolución.
La “Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano” inspiraría el Código Civil, el Código de Comercio y varias leyes importantes que serían aprobadas en Francia en la época que estuvo bajo el poder de Napoleón y algunos historiadores, de mente dormida, han atribuido nada menos que al genio del emperador.
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