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La vulnerabilidad del centro de poder secreto que controla las grandes fortunas

La vulnerabilidad del centro de poder secreto que controla las grandes fortunas

Me propongo hacer una reflexión acerca del sistema de poder que no dispone de ninguna visibilidad, pero ejerce un dominio implacable sobre el mundo desde hace muchos siglos.

Me propongo demostrar que este sistema de poder es vulnerable, en algunos casos, aunque son muy pocas las personas que tienen pruebas fehacientes acerca de ello.

Ahora mismo sé unas cuantas cosas importantes acerca de este misterioso sistema de poder, que no aparece jamás en los periódicos ni los informativos de la televisión, aunque tengo conciencia de que todavía me quedan por descubrir las cosas más importantes de todas.

Existe la opinión de que hay un centro de poder secreto que tiene dimensión mundial y se corresponde a la supuesta secta de los Illuminati. Hay quien asegura que esta asociación secreta se nutre de hermanos masones que han alcanzado el grado treinta y tres y hay quien asegura que es una tapadera que tiene tras ella nada menos que la Orden de los Jesuitas. Las personas que explican estas cosas, por lo general, tienen la mente muy dormida y no saben de lo que hablan.

Para reflexionar, en serio, acerca del centro de poder secreto que ejerce el dominio sobre el mundo hay que huir de las teorías que forman parte del ámbito de la mente dormida y recurrir a la experiencia de los ejecutivos, de primer nivel, que, en el ejercicio de su trabajo profesional, han sido testigos de hechos extraños que tienen que ver con el dinero en mayúsculas y sólo pueden ser comprendidos por alguien que tiene la mente despierta.

Todos los profesionales que han ejercido una responsabilidad, de primer nivel, en proyectos de muchos ceros que acostumbran a ser financiados por instancias multilaterales – Banco Mundial, Banco Inter-Asiático de Desarrollo, etc. – poseen la experiencia de que, en los momentos decisivos de la ejecución del proyecto, se detecta, con toda claridad, la existencia de un centro de poder informal que toma las decisiones que son realmente importantes.

Estas decisiones son la propia elección del proyecto, la magnitud del mismo, la instancia que se ocupa de la financiación cubierta por la garantía soberana del país que lo alberga y, en especial, el tema delicado de las comisiones abultadas que no dejan rastro y son distribuidas entre los expertos, los políticos y los altos funcionarios que son los encargados de explicar el proyecto a la opinión pública, desde los parámetros de la mente dormida, mientras el país contrae una nueva deuda desmesurada e injusta.

El centro de poder al que me refiero tiene dos cualidades: La primera de ellas es que es muy difícil identificar a las personas que lo representan más allá de las que actúan como meras cadenas de transmisión de decisiones y acostumbran a ser funcionarios de las instancias multilaterales y ejecutivos de los bancos comerciales que contribuyen a la financiación de los proyectos de muchos ceros.  

La segunda cualidad del centro de poder oculto es que impone un temor reverencial a los pocos semejantes que tienen conocimiento de su existencia hasta el punto de que hablan del mismo sólo con el amigo de la máxima confianza y lo hacen en voz baja.

Cuando ya llevaba unos cuantos años hablando de este tema, en voz baja con muy pocas personas, el destino quiso que un conocido que era profesor de una escuela de negocios, de máximo prestigio, me relatara la historia de un ejecutivo, amigo suyo, que era más veterano que yo y poseía una experiencia complementaria a la mía acerca del misterioso centro de poder que, al parecer, se manifiesta siempre tras los proyectos de muchos ceros.

Recuerdo que la conversación, que tuvo lugar en el marco relajado del jardín de una casa de vacaciones y en medio de los días festivos de la Semana Santa, no añadió la acción de hablar en voz baja por el hecho de que el anfitrión era un representante genuino de la burguesía más rancia del país y precisaba mostrar que se sentía muy seguro de si mismo en cualquier escenario.

Recuerdo muy bien que escuché, con la máxima atención, las cosas que relató el profesor de estrategias de negocios y sucedieron en el desarrollo de dos proyectos que fueron financiados por un banco público de un país que dedica fondos cuantiosos a la ayuda al desarrollo en América Latina. En ambos casos había sucedido que el país receptor del proyecto no lo precisaba y la deuda que contrajo, por causa del mismo, multiplicaba por más de dos el valor real del proyecto innecesario.

Por fin yo expliqué la parte más superficial de mi experiencia profesional que había tenido lugar en el otro extremo del mundo. Aquella tarde hablé poco porque hubo algo, dentro de mí, que me empujó a ser prudente.

Recuerdo, por último, que aquella noche cenamos en casa del profesor y, a la hora de la sobremesa, éste explicó que el presidente Wilson dejó escrito en sus memorias que había tenido la oportunidad de conversar con los líderes de las corporaciones más emblemáticas de la industria, el comercio y las finanzas de su país y había observado que todos aquellos caballeros, en el seno de una conversación con el mismísimo presidente de los Estados Unidos, sintieron la necesidad de hacer alusión a un centro de poder misterioso que estaba por encima de ambos y lo hicieron en voz baja.

Las cosas que escuché aquel día de la Semana Santa me causaron una impresión singular y las dejé bien documentadas en el diario que escribo todos los días. A lo largo de unos cuantos años he releído, varias veces, este texto del diario.

En este momento de mi vida estoy en condiciones de dejar escritas dos cosas más importantes que otras. La primera de ellas es fruto de la experiencia tanto mía como de otras personas más o menos cercanas y permite tener la certeza de que existen uno o varios centros de poder que tienen carácter secreto y sólo son detectados por los profesionales que han ejercido una responsabilidad, de primer nivel, en proyectos de muchos ceros cuyos titulares acostumbran a ser consorcios o poderes públicos y la financiación acostumbra a proceder de los bancos multilaterales.

La segunda cosa importante que debo dejar escrita es la observación de Woodrow Wilson que afecta a las cosas que conocían los líderes de las grandes corporaciones de la industria, el comercio y las finanzas que sintieron la necesidad de hablar, en voz baja nada menos que con el presidente de los Estados Unidos, del misterioso centro de poder que estaba por encima de ambos.

Debo suponer que las apreciaciones acerca de un centro secreto de poder que tenían los líderes de las corporaciones estadounidenses de la industria, el comercio y las finanzas, hace cien años, son idénticas a las que tienen los sucesores de aquellos líderes y también suceda que hablen, en voz baja, de este tema sólo con alguien que les merece la máxima confianza.

Las personas que han pasado por la experiencia de no tener más remedio que elegir, entre el dios del dinero y el verdadero Dios, han averiguado algo más acerca de este tema tan delicado. En primer lugar porque, cuando alguien trató de atraerlos, a alguno de los tentáculos del pulpo que debe tener la cabeza en el Club de los Dueños del Mundo no tuvo más remedio que explicarles alguna cosa que jamás aparece en ningún periódico.

Estas personas han averiguado que el concepto del poder que puede poseer un ser humano va unido al grado de consciencia de la realidad que ha alcanzado. Ésta es la razón de que algunos hombres y mujeres que, además de poseer currículos profesionales impecables, se han propuesto ser guerreros del lado de la luz, son tentados por las sociedades secretas con objeto de que se conviertan en guerreros del lado de la oscuridad por medio del proceso de iniciación, propio de la sociedad secreta, que tiene como premio la obtención de una fiducia sobre un patrimonio financiero cuantioso.

Lo más importante que han averiguado estas personas tiene un carácter todavía más penetrante. Sucede que cuando alguien tiene el coraje de rechazar una oferta de alguno de los tentáculos del pulpo, que tiene la cabeza en el Club de los Dueños del Mundo, rompe una regla general que tiene cumplimiento obligado y se hace acreedor a un escarmiento, en el plano de la energía, que tiene el objeto de conseguir su autodestrucción por medio del suicidio, la depresión, la locura o incluso una dolencia maligna.

Esta afirmación ahora mismo obliga a encogerse de hombros a cualquier persona inteligente, pero no pasarán muchos años antes de que pueda ser demostrada por medio de tesis doctorales serias. Este ejercicio podrá hacerse porque son bastantes las personas que han pasado por esta experiencia y se mantienen cuerdas. Hasta donde yo sé todas estas personas han sufrido agresiones, en el plano de la energía de extrema densidad que ponen en marcha los ritos religiosos del lado la oscuridad, pero ha sucedido que estas agresiones espantosas no han conseguido la autodestrucción de la víctima aunque han tenido alguna consecuencia sobre su salud física y mental. Mientras tanto el sujeto no ha tenido más remedio que experimentar un salto asombroso en el nivel de consciencia de la realidad lo cual será verificable por la tesis doctoral seria.

Ahora mismo sucede que las escasas personas, que tienen un mínimo de información acerca del tema delicadísimo que me ocupa, acostumbran a estar de acuerdo en dar validez a esta hipótesis a la espera de que pueda adquirir la categoría de tesis científica el día que pueda ser demostrada por medio de unas cuantas tesis doctorales.

Tengo el deber de proseguir la reflexión acerca del tema del poder real. Esta reflexión es muy delicada porque es obvio que resulta muy difícil descubrir una instancia humana que alberga un poder inmenso y, antes que nada, lo usa en perfeccionar el propósito de permanecer oculta.

Mi experiencia personal acerca de este centro de poder demuestra que es vulnerable por lo menos cuando trata de conseguir la autodestrucción de un guerrero del lado de la luz que se ha propuesto ser un discípulo de Jesucristo.

Pablo de Tarso dejó escrito, en una de sus cartas, una reflexión muy interesante que tiene la virtud de guiar a los discípulos de Jesucristo cuando no tienen más remedio que pasar por una prueba dura de la vida. Pablo dijo que si Jesucristo no hubiera resucitado la fe de los cristianos no tendría sentido.

Las treinta perlas de conocimiento, que he hallado escondidas en medio de la paja de los relatos evangélicos, se mantendrían intactas si Jesucristo no hubiera resucitado, pero su valor no sería el mismo. El hecho de tener la certeza de que el maestro volvió a la vida después de permanecer muerto unas treinta y pocas horas, que formaron parte de tres días, permite al discípulo tomar consciencia de que la muerte puede ser vencida.

El maestro venció la muerte en mayúsculas, pero todos los discípulos pueden hacerlo en minúsculas si logran seguir el mandato que explica muy bien la alegoría del grano de trigo que sólo, cuando muere, da fruto abundante.

Los pocos hombres y mujeres que conozco que han vivido la experiencia que describe la alegoría del grano de trigo participan de dos características: La primera es que algunos de ellos están bautizados y otros no los están, pero todos ellos están convencidos de que la energía mental de Jesucristo es la única fuerza que tiene poder para diluir los efectos de los ritos terribles del lado de la oscuridad que influyen los flujos del dinero hasta el punto de conseguir hundir a cualquier compañía, por competitiva que sea, mientras logran levantar un determinado negocio millonario hasta el punto de que adquiera carácter de oligopolio.

Supongo que deberán pasar bastantes años hasta que sea posible elaborar estudios rigurosos acerca del poder de la energía mental de Jesucristo cuando es canalizada por un rito religioso de carácter inter-confesional. Esta tarea no será sencilla porque las personas que han pasado por las experiencias tremendas que he relatado acostumbran a sufrir secuelas de las mismas que pueden ser contempladas como trastornos de personalidad e incluso cuadros psicóticos graves que obligan al sujeto a permanecer ingresado en un centro psiquiátrico.

Tengo el convencimiento de que contemplaremos, algún día, la jugada maestra de Jesucristo que permitirá demostrar que es el salvador de la humanidad nada menos que por medio de un procedimiento científico que alcanzará validez entre la minoría de hombres y mujeres que tienen la mente despierta, han elegido el lado de la luz de la energía, poseen información verdadera acerca de la manera como funciona el mundo y desconfían, por principio, de los poderes religiosos con independencia del tipo de gorro que sus representantes llevan puesto sobre la cabeza.

El señor que se viste con una sotana de color blanco es sin duda el representante más destacado del poder religioso. Ahora mismo hay unos cuantos millones de hombres y mujeres, de todos los continentes, que siguen, con curiosidad, las acciones del nuevo pontífice de la Iglesia Católica porque están dotadas de un gran atractivo aparente que se aparta mucho del guión tradicional.

Los hombres y mujeres que tienen experiencia real de la vida saben muy bien que deben estar a la espera de los hechos porque las acciones pueden no ser sinceras sobre todo cuando, en los ojos de su protagonista, no se detecta ni un rastro de veracidad.

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