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La transmutación de la energía

La transmutación de la energía

Supongo que me mantengo cuerdo porque fui capaz de comprender el fenómeno de la transmutación de la energía en el momento más delicado de mi vida.

El concepto de la transmutación de la energía pudo ser comprendido, de una forma supongo que definitiva, en el momento que un grupo de personas muy especiales tuvieron la oportunidad de fusionar el conocimiento que procede de la escuela sagrada de China y el conocimiento que procede de la escuela sagrada de Occidente. Esto sucedió a medianos del Siglo XX en la época que empezaban a venir al mundo los miembros de mi generación.

La escuela sagrada de China conocía el concepto de la inversión de la energía del lado del Yang que da lugar a la energía del lado del Yin que sigue siendo la misma aunque haya cambiado la polaridad. El conocimiento de este fenómeno tenía carácter empírico y había surgido del estudio de la fuerza extraña que tienen los sentimientos negativos más potentes y destructivos que son el miedo, la envidia, el rencor y el odio.

La escuela sagrada de China era depositaria del testimonio de algunos maestros que habían alcanzado la capacidad de transmutar, por medio de grandes sacrificios, la energía que había sido invertida por la acción de los sentimientos negativos con objeto de que recuperara la naturaleza de la energía primordial que sostiene el Universo.

La escuela sagrada de Occidente conocía las enseñanzas de Jesucristo que proclaman que hay que amar al enemigo, hay que perdonar setenta por siete veces y hay que parar la otra mejilla cuando se recibe una agresión o una ofensa.

Las enseñanzas de Jesucristo poseen una profundidad que sólo se adivina cuando se conoce el concepto de la transmutación de la energía que puede ser estudiado por un procedimiento científico.

La escuela sagrada de China conocía la existencia de las Leyes Cósmicas de la Correspondencia y la Armonía que explican la relación que existe entre espíritu y materia y entre el lado del Yang (la luz) y el lado del Yin (la oscuridad) de la energía así como que, en el largo plazo, sólo puede asistirse al triunfo de la luz por medio de la manifestación de la armonía en un plano superior.

La escuela sagrada de China tenía claro que la armonía es el más elevado de los conceptos filosóficos. Esto supone que el concepto de la suprema armonía es el único que admite el calificativo de absoluto y convierte en relativos el resto de conceptos filosóficos entre los que se cuentan todos los que forman parte del pensamiento académico y han llenado miles y miles de páginas de especulaciones diversas.

La escuela sagrada de Occidente mantenía como eje principal del conocimiento el concepto de Dios que fue revelado a Abraham, a Moisés, a Job, a Jesucristo, a Muhammad y a los autores de los salmos y también sabía que el ser humano había sido creado a imagen y semejanza de Dios e incluso contemplaba este hecho como el punto de partida de la revelación que transmiten la Torá, el Nuevo Testamento y el Corán.

En el momento que se fusiona el Absoluto de la escuela sagrada de China, que es el concepto de la Suprema Armonía, con el Absoluto de la escuela sagrada de Occidente que es el Dios Creador del Cielo y la Tierra, aparece una definición de Dios que es la que más se acerca a la verdad.

A partir de la comprensión del concepto de Dios, que más se acerca a la verdad, es posible hacer una deducción apasionante porque resulta que el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, lleva dentro un elemento armonizador que constituye nada menos que el instrumento clave del fenómeno de la transmutación de la energía.

La escuela sagrada de China había descubierto el elemento armonizar que el ser humano lleva dentro por medio de la experiencia del arte de la sexualidad consciente que, al parecer, tuvo su origen en una escuela sagrada de la India. Este arte sagrado permite que un hombre y una mujer que han alcanzado el estado de la mente despierta y han elegido el lado de la luz de la energía, logren estadios de satisfacción, en la relación íntima de pareja, que resultan inimaginables a las personas que tienen la mente dormida.

Tengo el convencimiento de que el arte de la sexualidad consciente constituye un elemento decisivo de la construcción de empatía y, en consecuencia, de la creación de consciencia.

Existen escuelas de espiritualidad que asocian el perfeccionamiento humano a la represión de la sexualidad. Estas escuelas pueden desarrollar experiencias respetables, en el plano de la mente dormida, pero no tienen ninguna posibilidad de acercarse al plano de la mente despierta que hace posible el desarrollo de la empatía y la consciencia.

Los guerreros del lado de la luz que han abrazado el destino que tienen escrito en el Cielo son objeto de agresiones que proceden del lado de la oscuridad. Estas agresiones pueden sustentarse en los sentimientos negativos de la envidia, el rencor y el odio y alcanzar una potencia destructiva enorme cuando van acompañadas de los ritos terribles que son propios de la religión del lado de la oscuridad.

El fenómeno de la transmutación de la energía trae consigo que un guerrero del lado de la luz que es capaz de soportar todas las agresiones que proceden del lado de la oscuridad, sin autodestruirse, tenga la posibilidad de acceder a la información que sus enemigos mantienen en la mente en el momento que celebran los ritos terribles pero no consiguen alcanzar sus objetivos.

Este fenómeno resulta incomprensible a las personas que no han pasado por una experiencia que seguramente es la más dura de todas, pero algún día podrá ser estudiado, por medio de tesis doctorales serias, al igual que otros fenómenos que se sustentan en las Leyes Cósmicas de la Correspondencia y la Armonía.

Por medio de la transmutación de la energía es posible que pase, del lado de la oscuridad al lado de la luz, información muy importante que se refiera nada menos que al sistema de poder que tiene el dominio sobre la humanidad desde hace siglos y milenios.

Supongo que este fenómeno está previsto en el Plan de Dios y tendrá carácter clave en el proceso de cambio que debe hacerse en el mundo y que, de acuerdo con lo que piensa mi maestro, se iniciará a partir del tercer decenio del Siglo XXI.

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