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La sabiduría que encierra la alegoría de la pagoda

La sabiduría que encierra la alegoría de la pagoda

La escuela sagrada de China posee una alegoría muy sencilla que permite explicar el proceso de evolución de la consciencia. La alegoría es la pagoda que es un edificio, propio de la Religión Budista, cuyo origen se pierde en la noche de la antigüedad.  

Cualquier persona puede entender que, desde el primer piso de un edificio, se distingue un detalle de su entorno que no se distinguía desde la planta baja. Este fenómeno se hace más evidente cuando se asciende al segundo piso y así sucesivamente.

La evolución de la consciencia funciona de la misma manera. En un momento dado sucede que aparece una vivencia nueva en nuestra vida que cumple la función de resituar todo lo que se había acumulado en nuestra memoria como resultado de la experiencia anterior. Esto significa que hemos ascendido a la primera planta de la pagoda alegórica de la escuela sagrada de China.

La mayoría de las personas pasan toda la vida en la planta baja de la pagoda y si leen este texto le sonará a chino. Sin embargo hay una minoría significativa de semejantes que poseen la experiencia de que, en un momento dado de su vida, percibieron algo importante y la percepción no procedió de los ojos ni los oídos.

A esta misteriosa percepción se le ha dado el nombre de llamada interior, llamada de Arriba e incluso llamada de Dios. Hay muchos seres humanos que han descubierto su vocación o han llevado a cabo un gran cambio en su vida a partir de una manifestación de esta misteriosa percepción que, en algunos casos, puede incluir una frase muy clara que el sujeto no olvidará jamás.

De acuerdo con la experiencia de la escuela sagrada de China las percepciones que pueden ser descritas como una llamada interior forman parte de la primera planta de la pagoda de la evolución de la consciencia. Los seres humanos que han gozado de una percepción de este tipo son muchos, pero son pocos los que han conseguido ascender a la primera planta de la pagoda y permanecer en ella.

De acuerdo con la experiencia de la escuela sagrada de China todo ser humano dispone de fuerza de voluntad suficiente para ascender a la primera planta de la pagoda e instalarse en ella de manera sólida, para ello debe seguir, con rigor, dos disciplinas.

La primera de ellas es conseguir no expresar impresiones negativas de ningún tipo en ningún momento. Esto comporta no quejarse de nada ni criticar a nadie incluso en el caso de tener toda la razón del mundo. La práctica de esta actitud abre la mente del sujeto e impide que germinen en su corazón los sentimientos negativos del tipo de la envidia y el rencor.

Recuerdo muy bien que aprendí esta disciplina en los años adolescentes. Me la enseñó un joven que había cumplido media docena de años más que yo y era un cuadro destacado del escultismo. Recuerdo que el joven nos exhortó a no hacer jamás un comentario negativo ni siquiera acerca del tiempo atmosférico por malo que fuera. Me percato de la importancia que ha tenido para mí haber seguido esta norma sabia desde que la aprendí y también me percato de que en el origen del escultismo seguramente hubo un maestro de la escuela sagrada de Occidente.

La segunda disciplina que forma parte de la escuela sagrada de China resultó novedosa para mí cuando mi maestro me habló de ella. Se trata de conseguir mantener la atención de la mente intacta mientras se sigue el discurso de otra persona, en silencio, sin perder ningún detalle del mismo.

Había aprendido esta disciplina de una forma poco rigurosa, pero suficiente para ser capaz de dominar la negociación comercial de un proyecto industrial complejo que se lleva a cabo con un traductor de confianza por en medio. Luego me percataría de hasta que punto es difícil aprender esta disciplina hasta el punto de no perder ningún detalle del discurso de una persona cuando éste tiene carácter tedioso, pero puede suceder que, en el momento más inesperado, aparezca una perla en medio de la paja.

Es demostrable que cuando una persona sigue estas dos disciplinas, a lo largo de un número razonable de años, le sucede que ve las cosas de otra manera por la razón de que el canal que lleva dentro se libera de obstáculos y tiene la posibilidad de dejar circular más energía primordial que transcurre, sin cesar, del Cielo a la Tierra y de la Tierra al Cielo.

La disciplina que permite alcanzar la segunda planta de la pagoda es la misma aunque no hay más remedio que desarrollarla en circunstancias más difíciles. Esto sucede porque, a partir de la primera planta de la pagoda, no permanecemos nunca solos. Sucede que descubrimos una fuera misteriosa que nos ayuda a proseguir nuestro proceso de evolución al tiempo que detectamos otra fuerza que trata de impedir este proceso y, en el corto plazo, puede estar dotada de una fuerza asombrosa.

La segunda planta de la pagoda se corresponde con el concepto de la iluminación tal como es explicado por los budistas de tipo serio que no son muchos en comparación con los que no son serios. El Budismo tiene luz y oscuridad al igual que todas las grandes religiones de la humanidad.

La experiencia acumulada por la escuela sagrada de China enseña que la ascensión a la primera planta de la pagoda debe ser hecha por el sujeto con la única ayuda de la fuerza de voluntad. En cambio la ascensión a la segunda planta de la pagoda, en la mayoría de los casos, requiere de la ayuda de las fuerzas cósmicas que tienen naturaleza espiritual.

De acuerdo con la experiencia de mi maestro y la mía propia existe una forma apasionante de ascender a la segunda e incluso a la tercera planta, de la pagoda de la evolución de la consciencia, que es viviendo a caballo entre el lado de la luz y el lado de la oscuridad de la energía.

La experiencia de vivir a caballo entre los dos lados de la energía puede sustentarse en la enseñanza de Jesucristo que dice que la mano izquierda no debe saber lo que hace la mano derecha. Por ejemplo la mano izquierda puede ocuparse de ganar mucho dinero mientras la mano derecha se ocupa de ayudar a personas que precisan de dinero en un momento duro de la vida.

En mi caso sucedió que la aventura apasionante, de vivir a caballo entre los dos lados de la energía, terminó el día que no tuve más remedio que elegir entre el dios del dinero y el verdadero Dios que, tal como enseñó Jesucristo, son incompatibles. Esta experiencia fue unida a otra enseñanza que divulgó el fundador de la Religión Cristiana por medio de la parábola del grano de trigo.

Jesucristo dijo textualmente que si el grano de trigo no muere permanece intacto, pero si muere – cuando germina en la tierra – da fruto abundante.

La enseñanza de Jesucristo es clara. Hay que morir en la Tierra y renacer en el Espíritu con objeto de acceder al Reino de Dios.

Lo más asombroso de todo es que la enseñanza de Jesucristo coincide con la experiencia de la escuela sagrada de China que explica que en la tercera planta de la pagoda tiene lugar el proceso de muerte y renacimiento, pero añade que en este lugar existe lo que tiene el nombre de punto de la bifurcación de los caminos. Esto significa que el proceso de renacimiento tanto puede ser hecho por el lado de la luz como por el lado de la oscuridad.

En este tema concreto no hay más remedio que reconocer que la revelación, que procede de la escuela sagrada de China, es más completa que la que procede de la Biblia.

Esta afirmación puede escandalizar a algunos pastores cristianos que sin duda son personas de buena voluntad. Estos profesionales de la religión deben contemplar la hipótesis de que los procesos de iniciación, que siguen las sociedades secretas, tienen el objetivo de que el adepto consiga completar el proceso de muerte y renacimiento, por el lado de la oscuridad, lo cual le permitirá entregar el alma a Lucifer (por medio de un rito terrible) a cambio de que su maestro le conceda no sólo el poder sino también la impunidad en la Tierra.

Jesucristo anunció el concepto del Reino de Dios por medio de múltiples alegorías y lo explicitó, con gran claridad, en la conversación que mantuvo con Nicodemo en el seno del encuentro clandestino que celebró con el representante de la minoría de hombres honrados que formaban parte del Sanedrín. Este paquete tan completo de revelación no forma parte del patrimonio de la escuela sagrada de China y da lugar a un signo de identidad de la Religión Cristiana.

Cuando se fusiona la revelación de la Biblia con la que es propia de la escuela sagrada de China se llega a la conclusión de que el Reino de Dios forma parte del ámbito de la mente despierta y lo mismo sucede con el Reino de Lucifer.

Mientras tanto sucede que las doctrinas de las iglesias cristianas, en la inmensa mayoría de los casos, forman parte del ámbito de la mente dormida. Por esta razón las cosas que explican los catecismos acerca del Reino de Dios todavía están lejos de la verdad.

El conocimiento, cien por cien experiencial, acumulado por la escuela sagrada de China, a lo largo de muchos siglos, ha identificado un centro consciente del lado de la luz y un centro consciente del lado de la oscuridad. Ambos centros conscientes tienen, a la vez, naturaleza espiritual y naturaleza terrenal y mantienen un pulso constante entre ellos. De acuerdo con la revelación cristiana. El centro consciente del lado de la luz se corresponde al Reino de Dios, anunciado por Jesucristo, mientras el centro consciente del lado de la oscuridad se corresponde al Reino de Lucifer del que se habla muy poco a pesar de que posee el dominio sobre los centros de poder relevantes que existen en la Tierra desde hace unos cuantos milenios.

El Reino de Dios está en proceso de construcción al igual que el Reino de Lucifer. La construcción de ambos reinos se lleva a cambo por medio de procesos de evolución de la consciencia de los seres humanos. Estos procesos pueden estar regidos por el propósito del desarrollo de la empatía y el servicio al prójimo. En este caso forman parte del lado de la luz.

Estos procesos también pueden estar regidos por el propósito de desarrollar la ausencia total de empatía y el dominio sobre el prójimo hasta el punto de construir la personalidad del tiburón acorazado o paranoico dominador. En este caso forman parte del lado de la oscuridad de la energía.

A lo largo de los siglos ha sucedido que el Reino del Diablo ha llevado la delantera y, por esta razón, ha mantenido el dominio férreo sobre el mundo incluso sobre los centros del poder religioso lo cual da lugar a la más brutal de todas las paradojas.

Mi maestro piensa que la correlación de fuerzas entre el lado del Yang y el Lado del Yin de la energía está a punto de alcanzar un cambio de calidad. Yo también soy capaz de detectar una batalla inconcebible de fe y consciencia entre guerreros del lado de la luz y guerreros del lado de la oscuridad que pueden seres terrenales o no serlo.

Puedo hacer la hipótesis de que el significado verdadero del Juicio Final sea el de un plebiscito de consciencia que hará posible el triunfo definitivo de la luz sobre la oscuridad, pero para que ello sea posible no hay más remedio de que hayan muchos hombres y mujeres que estén dispuestos a alcanzar la condición de guerreros de lado de la luz y sean capaces de transmutar dosis respetables de la energía invertida en la que se sustenta el sistema de poder que mantiene un dominio inexorable sobre el mundo desde hace siglos y milenios.

Me percato de que será muy difícil que las cosas que han aparecido en mi reflexión puedan ser aceptadas por los filósofos cristianos atrapados, si remedio, en los parámetros del pensamiento propio de la mente dormida desde hace muchos siglos. Debo pensar que Jesucristo tiene la solución ante este problema tan complicado que desborda, por completo, cualquier solución de matriz humana.   

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