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La historia detrás de los libros de Bernard Mong Tse

La historia detrás de los libros de Bernard Mong Tse

Bernard Mong Tse conoció a su maestro en el inicio del último año del Siglo XX. A lo largo de aquel año conversó con él varias veces y dejó anotadas, en su ordenador, las cosas más importantes que escuchó de los labios de un hombre del que no tenía ninguna duda que era el más sabio de los que había conocido en su vida y seguramente uno de los más sabios del mundo.

Al final de aquel año tuvo que viajar a Colombia con objeto de estudiar un proyecto recién aparecido. En el marco de aquel viaje tuvo la oportunidad de conocer a una mujer que disfrutaba del afecto de un montón de nietos. La mujer era una sierva incondicional de la Virgen María cuya imagen era venerada en el altar que presidía su modesta vivienda y en el que jamás faltaban las flores frescas y una vela que ardía todas las horas del día. La mujer dijo unas cuantas cosas al visitante que coincidían, de manera asombrosa, con las que habían salido de los labios del maestro entroncado en la escuela sagrada de China.

El maestro de Bernard Mong Tse merecía ser catalogado como uno de los hombres más sabios del mundo. La mujer colombiana debía haber cursado estudios primarios y poco más. El hecho de que dos personajes, que la única cosa que tenían en común era la experiencia de la fe, transmitieran mensajes idénticos, en lugares situados en meridianos contrapuestos del planeta, permitió que el hombre, que dominaba la técnica de redactar memorias de proyectos industriales, tomara conciencia de que era verdad que tenía el deber de escribir una serie de libros que cumplirían la función de ayudar a la humanidad a llevar a cabo nada menos que un cambio de paradigma.

Esta reflexión es muy fácil de plasmar en cuatro líneas, pero le resultó muy difícil de asimilar al hombre que tenía escrito en el Cielo un tema tan singular. Por esta razón precisó de tres años y medio antes de ponerse manos a la obra.

Bernard Mong Tse escribió un texto que ocupó un poco más de cuatrocientas páginas a lo largo del verano y el otoño del año dos mil tres. En aquel texto trató de definir el hilo conductor de algunas cosas que habían sucedido en su vida y tenían en común el detalle de haber obligado a su protagonista a aprender lecciones inesperadas que pueden ser compartidas con poquísimas personas.

Hay que hacer constar que el texto del que estamos hablando fue escrito, en parte, a lo largo de las semanas de las vacaciones del verano y en parte, a lo largo de los meses siguientes, mientras el escribiente del mismo se ocupaba del trabajo profesional con el que se ganaba la vida.  

El autor del texto entregó copias del escrito a varios  hombres y mujeres que gozaban de perfiles muy distintos. A algunas personas les entregó el texto completo y a otras les entregó fragmentos del mismo. Las personas elegidas fueron poco más de veinte.

Una pocas personas leyeron los textos con detenimiento y la mayoría de ellas lo hicieron de una forma superficial. El autor escuchó muchas opiniones de sus interlocutores incluso algunas que tenían carácter antagónico. Pero lo más interesante de todo fue que la mayoría de los lectores de aquellas páginas coincidieron al juzgar su contenido como lo más interesante que habían leído en su vida.

El autor del texto trató de descubrir porque personas que eran muy distintas entre ellas coincidían en que el contenido de aquellas páginas era lo más interesante que habían leído en su vida y llegó a la conclusión de que los lectores adivinaban que escondía una cosmovisión que era muy novedosa, pero resultaba ser coherente.

Después de aquel experimento Bernard Mong Tse no tuvo ninguna duda de que debía ponerse a escribir la serie de libros que cumplirían la función de ayudar a la humanidad a llevar a cabo nada menos que un cambio de paradigma.

En medio de las muchas opiniones que escuchó el autor del texto que ocupaba cuatrocientas páginas, hubo una que le resultó de mayor utilidad que las demás. Alguien le dijo que el propósito que tenía la posibilidad de poner negro sobre blanco podría llevarse a la práctica en forma de novela, pero no en forma de ensayo filosófico y menos en forma de relato autobiográfico.

El autor del consejo usó nada menos que el ejemplo del Quijote. Dijo que si Cervantes se hubiera decidido a desarrollar los pensamientos y los sentimientos de Don Quijote y Sancho Panza, por medio de un ensayo filosófico, habría sido enjuiciado por el Tribunal de la Santa Inquisición, pero el mismo contenido puesto en las bocas de dos personajes de ficción, cuando además sucedía que uno de los dos era un loco que había iniciado sus aventuras luchando contra un molino de viento, había pasado desapercibido a los inquisidores.

Bernard Mong Tse decidió tomarse en serio aquel consejo y se dispuso a escribir una serie de novelas de las que tenía clara la trama de la primera. Por fin sucedería que la serie de novelas sería muy larga hasta el punto ocupar el período de tiempo que se corresponde a un poco más de media generación.

Las cosas que estamos relatando sucedieron a lo largo de los últimos meses del año 2003 y los primeros del año 2004. En medio de aquellos meses tuvo lugar un fenómeno literario de los que sucede uno cada muchos años. Nos referimos a la aparición de la novela que llevaba el título “El Código da Vinci” de la que se editarían decenas de millones de copias, se traduciría a un montón de lenguas y se llevaría al cine.

Bernard Mong Tse pensó que el fenómeno de “El Código da Vinci” arropado por una campaña de marketing inusual, justo en el inicio del Siglo XXI, no podía suceder por casualidad y decidió elegir la hipótesis que plantea esta novela como el hilo del que partir con objeto de llegar al ovillo que sería la cosmovisión novedosa que, andando los años, adquiría el nombre de Laberinto de la Verdad.

Así pues el libro que tiene el título de “El Código Sagrado” parte de la hipótesis que plantea  “El Código da Vinci”  pero pronto sucede que la hipótesis queda desbordada por otra que posee una profundidad mayor. Esta nueva hipótesis da lugar al concepto de “El enigma de Jesucristo” que proporciona el título al segundo libro de la serie.

El largo relato literario, que ocupa quince libros y cerca de trece mil páginas, sigue el procedimiento de contemplar las distintas facetas de cada hipótesis hasta que ésta se agota y da a luz a una hipótesis de carácter superior. Este tránsito, de una hipótesis a otra, se reproduce bastantes veces a lo largo de los quince libros y se refleja en los títulos de los mismos.

Los libros de Bernard Mong Tse se dividen en tres partes de acuerdo con el criterio de elegir los tránsitos más destacados en las hipótesis que permitirían construir el largo hilo que lleva al ovillo.

El sitio web de Editorial Mong Tse reproduce las portadas de los cuatro libros que conforman la primera parte de la obra y los otros cuatro que conforman la segunda parte. De todos ellos añade una sinopsis muy breve. El primero de los libros es el que tiene el título de “El Código Sagrado” y ya ha sido editado. Ahora mismo hacemos la previsión de editar todos los libros que conforman la primera y la segunda parte, a lo largo de los próximos dos años, aunque dejamos este tema en manos del Cielo al igual como hacemos con todas las cosas importantes.

La tercera parte de la obra de Bernard Mong Tse está conformada por siete libros que se editarán a continuación de los que forman parte de la primera y la segunda parte. En el sitio web se anuncian los títulos de estos libros, pero todavía no han sido diseñadas sus portadas.

El maestro de Bernard Mong Tse explicó a su discípulo que, en su opinión, el cambio de paradigma que precisa hacer la humanidad se iniciaría entorno del año 2020 y se prorrogaría a lo largo de una generación o incluso de un período de tiempo más largo. Añadió que el Plan del Cielo dispondría de un gran número de instrumentos que harían posible un hecho extraordinario que, en su opinión, no tenía ningún precedente en la historia de la humanidad. El maestro explicó, por último, que los libros que debería escribir su discípulo sería uno más de estos instrumentos y añadió que estos escritos – cuando su autor ya hubiera muerto – se convertirían en material de estudio en las universidades del mundo entero.

Debemos suponer que el maestro de Bernard Mong Tse no se equivocó mucho en las previsiones que hizo en medio del segundo año del Siglo XXI. Hasta este momento hemos identificado unos cuantos temas que pueden ser instrumentos del Plan del Cielo encaminados al cambio de paradigma. La mayoría de ellos son vídeos e incluso series de vídeos que gozan de un éxito discreto. Estos vídeos pueden ser localizados en Youtube por las personas que son muy persistentes por medio del procedimiento de buscar perlas en medio de una montaña inmensa de paja y cizaña.  

Tenemos el proyecto de adaptar la publicación de los libros, de los que estamos hablando, a la aparición de otros temas que adivinemos que también son instrumentos del cambio de paradigma y puedan ser complementarios a nuestro proyecto.

Haremos las cosas de esta manera con objeto de conseguir una aportación recíproca de credibilidad ante un proceso que será, cien por cien, pacífico, pero traerá consigo la mayor de todas las sacudidas de la historia de la humanidad. Ésta es la razón por la que el proceso seguramente se desarrollará a lo largo del transcurso de una generación o incluso de un período de tiempo más largo.

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