La guerra y la paz
Las fronteras de todos los países del mundo han sido trazadas con sangre. Al parecer hay muy pocas excepciones a esta regla general.
La guerra es el hilo conductor más evidente de la historia de la humanidad. Por medio de la guerra los estados han dirimido sus diferencias hasta el punto de hacer de ella el sustento de la diplomacia. Por medio de la guerra civil los hombres y los grupos ambiciosos se han confrontado para decidir cual de ellos dominaría el estado. La guerra ha permitido que los países fuertes se apoderaran de territorios de los países débiles y, por fin, sucedería que una decena de potencias, dotadas de los ejércitos más poderosos de todos, se repartirían el conjunto del mundo en el Siglo XIX.
El hecho de que un porcentaje relevante de los hombres jóvenes hayan muerto, por causa de las guerras, a lo largo de la historia de la humanidad y la razón de esta desgracia fueran los personajes, desprovistos de empatía, que precisaban saciar su ambición de poder, incluso de forma arbitraria e histérica, es un hecho tan espantoso que hasta parece mentira que sea verdad.
El Siglo XX daría lugar a la apoteosis de las guerras que, esta vez, tendrían alcance mundial. En estas guerras perecieron un número muy elevado de seres humanos que en Alemania, Polonia, Lituania, Bielorrusia, Ucrania y Rusia representaron más de la quinta parte de la población.
La Segunda Guerra Mundial culminó con la experiencia terrible de las bombas atómicas que añadieron el ingrediente de matar a varias decenas de miles de seres humanos en menos de diez segundos.
El poder terrorífico de las armas atómicas consiguió meter el miedo en el cuerpo de los gobernantes de las grandes potencias y evitó que estallara una tercera guerra mundial que pudo haber destruido a la humanidad entera.
Hay quien piensa que las dos guerras mundiales fueron una sola guerra que ocupó un tercio del siglo ya que los contendientes fueron los mismos y los propósitos de unos y otros, que eran hacerse con territorios, materias primas y mercados, también eran los mismos.
Mi maestro explica que la Segunda Guerra Mundial fue muy distinta de la primera, pero esto sólo puede comprenderse cuando se cae en la cuenta de que los verdaderos actores de la historia de la humanidad son los Centros Conscientes del lado de la Luz y el lado de la Oscuridad de la energía que no tienen naturaleza terrenal.
De acuerdo con la opinión de mi maestro, el Centro Consciente del lado de la Luz sabía que el triunfo del Nazismo y el militarismo japonés tendrían, como consecuencia, una involución irreversible de la humanidad que no está contemplada en el Plan de Dios. Por esta razón este centro consciente tuvo la posibilidad de usar la Ley Cósmica de la Correspondencia hasta el punto de influir algunos hechos que jugaron un papel determinante en el desenlace de la guerra y el resultado fue que el Nazismo y el militarismo japonés fueron derrotados por completo.
De acuerdo con la información que me transmitió mi maestro sucedió que las ruedas de oración, encabezadas por comunidades de indios y chinos que residen en todos los países del mundo a las que se añadieron algunas iglesias evangélicas y grupos de católicos autónomos, consiguieron confundir a los oráculos que aconsejaban a Hitler y a un almirante japonés que era uno de los líderes más destacado del partido militarista hasta el punto de empujarlos a cometer los grandes errores que determinaron el desenlace de la guerra.
Ha habido bastantes estudiosos que se han sorprendido por el hecho de que Hitler mostrara ser un estratega muy brillante los dos primeros años de la guerra y cometiera errores garrafales e incluso histéricos a partir del tercer año de la misma. Estas cosas no pueden ser examinadas desde el prisma de la mente dormida, pero pueden serlo desde el prisma de la mente despierta.
La Segunda Guerra Mundial terminó con la derrota total del Nazismo y el militarismo japonés, pero, para que ello fuera posible, debió pagarse el precio de que se constituyera un centro de poder científico, industrial y militar en los Estados Unidos que se convertiría en el verdadero gobierno del país. El presidente Eisenhower fue el primero en desvelar este tema, de una forma un poco enigmática, en medio del discurso que pronunció el día que se despidió de su cargo.
La segunda mitad del Siglo XX ha contemplado un gran número de guerras, de tipos muy diversos, en todos los continentes. Son muchas las personas lúcidas que se han percatado de que el objeto de estas guerras ha sido alimentar el negocio de las armas y el control de determinadas materias primas sobre todo el petróleo.
Existe la tesis que afirma que el centro de poder científico, industrial y militar, que constituye el verdadero gobierno de los Estados Unidos, tiene el propósito de hacer guerras que no persiguen una victoria militar sino la perpetuación de conflictos que precisarán del consumo de armamento, a lo largo de muchos años, mientras justificarán mantener el presupuesto astronómico de defensa que impide crear un sistema sanitario público que beneficie al conjunto de la población del país que sigue siendo la primera potencia del mundo.
Un ejemplo muy claro que permite afianzar esta tesis es la Guerra de Irak cuyo verdadero propósito habría sido empujar hacia arriba el precio del petróleo y desatar el caos político en el país vencido. Esto último tendría como consecuencia que se formara un ejército insurreccional que controlaría una región rica en petróleo, lo cual aseguraría el consumo de gran cantidad de armas, a lo largo de muchos años, además de la formación de células de profesionales del terror que se encargarían de asesinar a personas inocentes en los lugares más inesperados de los cinco continentes.
Cuando se acepta la hipótesis de que las cosas relevantes que suceden en la Tierra estén influidas por la confrontación que tiene lugar entre los Centros Conscientes del lado de la Luz y el lado de la Oscuridad, que no forman parte del mundo terrenal, no hay más remedio que dar un paso más y tratar de averiguar cual es el propósito que determina las acciones de uno y otro de estos dos centros conscientes.
Las personas que tienen la mente despierta deben estar abiertas a la tesis de las escuelas sagradas que dice que la extensión de la experiencia del amor y la empatía incrementa el volumen de la energía primordial que son capaces de canalizar los seres humanos que participan de estas experiencias sagradas.
Estas personas también deben contemplar la tesis que explica que las actitudes negativas de los seres humanos dan lugar a la inversión de la energía primordial. El proceso de inversión puede alcanzar una dimensión muy grande a medida que se generalizan los sentimientos del miedo y el odio que es el más destructivo de todos.
De acuerdo con esta tesis las guerras tendrían el objeto de conseguir la inversión de la energía divina, a gran escala, con objeto de constituir la materia prima en la que se sustenta el Reino de Lucifer en la Tierra.
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