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La desaparición de las clases sociales

La desaparición de las clases sociales

Algunos pensadores lúcidos explican que están desapareciendo las clases sociales tradicionales y este fenómeno da lugar a una sociedad distinta que contempla, por un lado, a los ciudadanos que se sienten beneficiados por el sistema y, por otro lado, a los que permanecen excluidos del sistema.

Parece claro que tanto el sector de los beneficiados como el de los excluidos son transversales a las antiguas clases sociales. También parece claro que los partidos políticos tratan de adaptarse a esta transformación de la sociedad y saben muy bien que si no lo consiguen desaparecerán del mapa más pronto o más tarde.

La frontera entre los beneficiados por el sistema y los excluidos del mismo es difusa hasta el punto de que es posible contemplar a un matrimonio, de mi generación, a cuyos cónyuges espera la máxima pensión al tiempo que disponen de ahorros confortables, pero sienten que forman parte de los excluidos del sistema porque se percatan de que sus hijos no podrán alcanzar lo que tienen ellos.

Todo hace pensar que, a medida que transcurra el Siglo XXI, el par de cuernos del Diablo, conformado por la ideología liberal y la ideología socialista, dará lugar a un nuevo par de cuernos del Diablo que estará conformado por un populismo, de los beneficiados por el sistema, que tendrá signo conservador y un populismo de los excluidos del sistema que tendrá signo contestatario y, a su vez, podrá tener carácter pacífico o carácter más o menos violento.

Lo que acabo de escribir no constituye ninguna novedad y lo cierto es que me ha sido inspirado por artículos de prensa escritos por sociólogos, bien informados, que llevan varios años estudiando la sociedad más o menos global del siglo recién estrenado.

Algunos de estos pensadores tratan de adivinar como serán las clases sociales de la sociedad del futuro. Para ello definen la clase de los beneficiados por el sistema, la clase de los excluidos que estarán dispuestos a hacer un esfuerzo muy grande para abrirse un hueco en el sistema y la clase de los que tendrán el convencimiento de que no lo lograrán jamás. Estos últimos podrán añadirse a las culturas de la contestación o la marginalidad.

Los estudiosos que hablan del sistema son muchos. Sin embargo hasta la fecha no ha habido nadie, que yo sepa, que haya sido capaz de definir, de manera rigurosa, el sistema de poder que tiene carácter global. Esto sucede porque este sistema no puede ser vislumbrado desde el prisma de la mente dormida y sólo puede serlo desde el prisma de la mente despierta.

Tengo claro que el sistema de poder tiene carácter global desde mucho antes de que a los sociólogos se les ocurriera el término de la globalización. También tengo claro que el sistema de poder se sostiene en una religión secreta del lado de la oscuridad y en el entramado de las sociedades secretas que encuadran a los semejantes que siguen el laborioso proceso de iniciación que, en el caso que consigan culminarlo, los llevará a convertirse en guerreros del lado de la oscuridad que serán capaces de celebrar los ritos espantosos que les permitirán entregar el alma, a Lucifer, a cambio de que éste les conceda el poder e incluso la impunidad en la Tierra.

También tengo claro que existe el mecanismo secreto de las fiducias que permite a un profesional, que ha demostrado ser muy bueno en lo suyo a lo largo de una decena de años, convertirse en titular de un patrimonio financiero cuantioso que permanece domiciliado en un paraíso fiscal y se acrecienta por medio de la información privilegiada a la hora de ordenar las inversiones y las desinversiones adecuadas.

Tengo menos claro el tema más misterioso de todos que es el hecho de que en el origen de un gran patrimonio – y, más en concreto, de un oligopolio – deba haber forzosamente un acto injusto. Si las cosas son así significa que el poder de Lucifer en la Tierra es muy superior a lo que jamás ha sido descrito. Este tema es difícil de creer a pesar de que hay indicios claros y repetidos que indican que responde a la verdad.

Supongo que he logrado entender, en lo esencial, la naturaleza verdadera del centro de poder que tiene el dominio sobre el mundo y también he logrado entender el porque de la autoridad absoluta que posee sobre unos cuantos miles de semejantes (quizás decenas de miles), que están dotados de gran ambición además de gozar de una mente despierta, que son los titulares de los patrimonio financieros cuantiosos que tienen su origen en las fiducias.

Me percato de que ahora mismo es imposible que los intelectuales, que poseen el signo de identidad de la cultura altamente secularizada, puedan ni siquiera contemplar la hipótesis de la existencia de un centro de poder que tiene el dominio sobre el mundo y se sostiene en la fuerza de los ritos religiosos que tienen la posibilidad de conformar nada menos que el concepto del dinero en mayúsculas. Dicho esto debo añadir que para Dios no hay nada imposible. Este último pensamiento debe animarme a proseguir la reflexión.

En el momento que he logrado entender la naturaleza del centro de poder, que posee el dominio sobre el mundo, tengo la posibilidad de recurrir a las Leyes Cósmicas de la Correspondencia y la Armonía y tratar de adivinar cual puede ser el contra-poder que también posea carácter global y tenga la posibilidad de plantear una alternativa que pueda funcionar.

Parece claro que este contra-poder reside en Internet y en los múltiples instrumentos que han surgido por causa de la existencia de la red. Es posible que, a lo largo de unos cuantos años, los vaivenes de la Ley Cósmica de la Correspondencia den lugar al predominio del lado oscuro de Internet, pero existe la posibilidad de que se manifieste la Ley Cósmica de la Armonía en un momento no lejano.

En el plano de las ideologías políticas existen dos cuernos del Diablo muy potentes que pueden dar lugar a un número ilimitado de vaivenes, típicos de la Ley Cósmica de la Correspondencia, a lo largo de los primeros decenios del Siglo XXI. Estas ideologías, en lo esencial, son el liberalismo y el socialismo. Los movimientos populistas conservadores y contestatarios podrán improvisar variantes de estas ideologías, pero los cuernos del Diablo serán los mismos.

Tengo claro que frente a la potencia de los cuernos del Diablo, perfeccionados a lo largo de un siglo, la Ley Cósmica de la Armonía sólo podrá manifestarse por medio de una iniciativa, de ámbito global, a la que se de el nombre de Revolución de la Armonía o quizás mejor Revolución del Amor ya que este concepto es más sencillo de explicar. Es obvio que no resulta sencillo construir el programa de esta revolución, pero tengo el deber de hacerlo en medio del largo relato novelado que estoy escribiendo.

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