¿Es posible una revolución pacífica y exitosa de alcance mundial?
Cuando he explicado la propuesta de la Revolución del Amor a varias personas, de ambos géneros, que son profesionales veteranos, dotados de lucidez probada y acceso a buenas fuentes de información, ha sucedido que los comentarios que he escuchado pueden agruparse en dos opiniones muy distintas.
Las personas de las que hablo reconocen que la propuesta es muy imaginativa. Todas ellas suponen que es técnicamente posible lo cual debo subrayar porque uno de los consultados más veteranos es catedrático de economía. Un vez estas personas han reconocido las virtudes de la propuesta han aparecido las dos opiniones distintas.
La primera opinión dice que el centro de poder secreto que mantiene un dominio férreo sobre el mundo, desde hace muchos siglos, no permitirá jamás que tenga lugar una revolución que terminaría con este centro de poder ilegítimo y lo sustituiría por una institución representativa del conjunto de la humanidad. En la medida que este centro de poder tiene la posibilidad de influir la conducta de los partidos políticos, tanto de derecha como de izquierda, así como la opinión de los medios de comunicación más importantes, significa que la propuesta puede ser magnífica, pero no tendrá el apoyo de nadie relevante por lo que es inviable.
La segunda opinión es mucho más fuerte y me ha sorprendido escucharla, en bocas de personas sensatas, porque reconoce que la propuesta es muy buena y deberá llevarse a la práctica algún día, pero será como resultado de la fuerza y tras un inevitable baño de sangre.
Llevo algo dentro de mí que me ha inclinado a abrazar el principio del rechazo a la violencia en cualquier situación. Este detalle de mi psicología es la razón por la que siempre me he sentido atraído por los movimientos sociales y políticos que han conseguido objetivos importantes por procedimientos cien por cien pacíficos. El más conocido de estos movimientos es el que estuvo encabezado por el Mahatma Ghandi y consiguió nada menos que independizar la India del Imperio Británico.
Es imprescindible examinar el tema tremendo de la violencia desde el conocimiento propio de las escuelas sagradas que es el que está más cerca de la verdad.
Mi maestro tiene el convencimiento de que todo lo que sucede en el mundo aparente, que tenemos a la vista, es una expresión de lo que sucede en el mundo real donde tiene lugar una confrontación muy seria entre un Centro Consciente del lado de la Luz y un Centro Consciente del lado de la Oscuridad. Estos centros conscientes no forman parte del mundo terrenal.
De acuerdo con la tesis de mi maestro el Centro Consciente del lado de la Luz ha inspirado las escuelas sagradas que han vertebrado el lado luminoso de las civilizaciones y las grandes religiones de la humanidad y lo ha hecho por el procedimiento de desarrollar la experiencia humana del amor y la empatía.
De acuerdo con esta tesis los grandes maestros de la humanidad y los fundadores de las religiones habrían sido emisarios del Centro Consciente del lado de la Luz y ésta sería la explicación de que la esencia de sus enseñanzas sea la misma o sea complementaria.
Mientras tanto el Centro Consciente del lado de la Oscuridad ha inspirado las sociedades secretas que han controlado los sistemas de poder y lo ha hecho por el procedimiento de desarrollar la experiencia humana del dominio sobre el prójimo que lleva asociado el ejercicio de la violencia sobre los que se resisten a someterse al sistema de poder.
Las personas que son capaces de contemplar el mundo real, que se esconde detrás del mundo aparente, hasta el punto de adivinar la existencia de los centros conscientes del lado de la luz y el lado de la oscuridad de la energía que no tienen naturaleza terrenal, pero influyen sobre las cosas determinantes que suceden en la Tierra, están de acuerdo en hacer la hipótesis de que las manifestaciones de violencia, de todos los tipos, tienen naturaleza oscura.
Recuerdo a un profesor de filosofía de la escuela secundaria que era un sacerdote escolapio muy culto que explicó que la doctrina católica rechaza la violencia como arma política, pero puede contemplar una excepción que sería el asesinato de un tirano con objeto de liberar a un país de la tiranía.
Recuerdo muy bien que hubo algo dentro de mí que me dijo que la excepción que contempla la doctrina católica era un error e incluso una trampa aunque, en aquel momento de la vida, no fui capaz de explicar el porque de mi intuición.
En aquella misma época sucedía que la revolución que se había hecho en Cuba – y su líder carismático dotado de su barba característica – mantenían un prestigio razonable entre muchas personas de perfil humanista. En cambio yo tenía la duda de que aquella revolución, que sobre el papel tenía muchos ingredientes positivos, no fuera más que una trampa de gran potencia que confundiera la lucha legítima de la humanidad para liberarse, algún día, del sistema de poder que mantiene un dominio injusto sobre ella.
Existe la tesis que explica que la violencia procede siempre de los poderosos y sucede que llega un momento en que las víctimas de los poderosos no son capaces de soportar más la violencia unilateral y deciden emplearla también ellos en una actitud de legítima defensa y para conseguir un cambio que de lugar a una sociedad más justa.
La experiencia de Ghandi y sus compañeros demostró que es posible soportar la violencia sin renunciar jamás a las formas de lucha enteramente pacíficas. Las cosas sucedieron de esta manera hasta que el sistema de poder opresor agotó todos sus recursos y no tuvo más remedio que resignarse a contemplar la independencia de la India y el Pakistán del Imperio Británico lo cual daría inicio a los procesos de independencia de otros países de África y Asia.
Tengo claro que la independencia de la India de un imperio poderosísimo, asentado sobre las plazas financieras de Londres y Hong Kong y protegido por ejércitos profesionales formados por mercenarios multinacionales, era un tema mucho más difícil de conseguir que la independencia de Cuba a pesar de que España jugó muy fuerte para retener la última de sus colonias que perdería, por fin, por causa de la guerra con los Estados Unidos.
Cuando se estudia el llamado socialismo utópico que se desarrolló en varios países de Europa, en el Siglo XIX, se descubre que posee la raíz nada menos que en el conocimiento antiquísimo de las escuelas sagradas. Esta afirmación puede demostrarse cuando se contempla el desarrollo de determinadas experiencias colectivas que permitieron extender el concepto luminoso de la empatía en forma de cooperación, solidaridad, dignidad generalizada y justicia social.
Por supuesto que el concepto luminoso de la empatía sólo puede divulgarse por medio de experiencias positivas y presupone emplear siempre medios de lucha, cien por cien pacíficos, que sean capaces de transmitir tanto firmeza como esperanza paciente en la victoria que puede hacerse esperar mucho tiempo.
El socialismo utópico sería descalificado por el llamado socialismo científico (Marxismo) que instrumentalizaría los conceptos luminosos, en el plano del discurso retórico, con objeto de justificar nada menos que la conquista del poder del estado por medio de la violencia. Por este procedimiento el llamado socialismo científico daría lugar a una ideología que tendría como objeto central el más oscuro de todos los conceptos hasta el punto de que se convertiría en un somnífero de masas casi tan potente como el nacionalismo.
Con la perspectiva del tiempo puede afirmarse que el socialismo utópico formaba parte del ámbito de la mente despierta mientras el socialismo científico forma parte del ámbito de la mente dormida. Este tema invita a escribir tesis doctorales apasionantes a estudiosos que estén dotados de una mente muy despierta y tengan ganas de descubrir las grandes paradojas de la historia de la humanidad.
La escuela sagrada de China sabe, desde hace muchos siglos, que la labor de extender el concepto luminoso de la empatía debe hacerse tanto por medio de desarrollar la experiencia de la cooperación y la solidaridad, como por medio de desarrollar la experiencia de la fuerza creativa, el trabajo infatigable, el aprendizaje constante y la asumción del riesgo responsable.
En la Sociedad Occidental sucede que los valores de la cooperación y la solidaridad se asocian al pensamiento socialista mientras que los valores de la fuerza creativa, el trabajo infatigable, el aprendizaje constante y la asumción del riesgo responsable se asocian al pensamiento liberal y, más en concreto, al sistema capitalista.
Desde el prisma de la mente despierta es fácil percatarse de que la escisión entre los valores de sabor colectivo y los valores de sabor individual es una trampa ya que es posible armonizarlos, de manera sabia, de acuerdo con la experiencia de las escuelas sagradas.
El arquetipo del guerrero del lado de la luz que es capaz de crear mucha riqueza con una mano y ayudar a muchas personas, con la otra mano, no ha podido ser sustituido por otro arquetipo que sea por lo menos igual de luminoso.
La psicología de los revolucionarios famosos de la historia acostumbra a ser problemática hasta el punto de que queda claro que eran seres humanos incapaces de crear riqueza y ser generosos con ella aunque podían ser esclavos de la afición perversa a repartir bienes robados a otros.
Los campeones de la violencia, que han protagonizado las grandes revoluciones de la historia, son contemplados como personajes menos grandiosos a medida que pasan los años y los acontecimientos que presidieron se examinan de una manera más objetiva.
Los discípulos de Jesucristo, que tratan de vivir de acuerdo con el ejemplo del maestro, saben muy bien que, en nombre de Dios, se puede morir pero no se puede matar a nadie.
Tengo el convencimiento de que la revolución, de alcance mundial, que cumpla el objeto de liberar a la humanidad del centro de poder que mantiene un dominio implacable sobre ella, será posible algún día y tendrá éxito precisamente porque será enteramente pacífica y amorosa.
Add Comment