El secreto mejor guardado de la historia de la humanidad
Las dos únicas personas con las que comparto la experiencia de no haber tenido más remedio que elegir entre el dios del dinero y el verdadero Dios y haber hecho la elección correcta, están de acuerdo en hacer una hipótesis que se sustenta en un tema muy delicado que comparto con otros dos profesionales a los que les fue revelada la existencia del rito religioso, del lado de la oscuridad, que se conoce con el nombre del secreto mejor guardado de la historia de la humanidad.
No tengo ninguna manera de saber lo que hicieron los dos profesionales, que ambos eran ejecutivos de primer nivel, cuando fueron invitados a entrar en el mundo de la oscuridad. He perdido de vista a estos dos hombres que residen en otros continentes, pero no me he olvidado de las cosas, sumamente penetrantes, que me fueron reveladas por medio de ellos.
Me tiemblan los dedos sobre el teclado del ordenador, en el momento que me propongo poner, negro sobre blanco, nada menos que el secreto mejor guardado de la historia de la humanidad del que seguramente me fue revelado sólo una parte. Tengo el deber de hacerlo en el momento que dispongo de los elementos para hacer una asociación de conceptos que me permita averiguar la segunda parte del secreto.
Debo tratar de construir un razonamiento que se sustente en una asociación de conceptos que obedezca a las reglas de la lógica aunque sea en un ámbito en el que jamás se han aplicado estas reglas y si alguien lo ha hecho no tengo noticia de ello.
Hace muchos años accedí a una confidencia acerca del tema misterioso de las fiducias que constituyen el instrumento que permiten que un profesional valioso se convierta en titular de un patrimonio financiero domiciliado en un paraíso fiscal. La fiducia va acompañada de la información privilegiada a la hora de ordenar inversiones y desinversiones. La suma del derecho a no pagar impuestos y la información privilegiada, por lo que hace a las inversiones, tiene como resultado que el patrimonio financiero mantenga un crecimiento muy superior a la media de la economía.
Hasta este momento de mi vida no había sido capaz de explicarme cual era la razón por la que alguien pueda ser agraciado con una fiducia que le permitirá acumular un determinado patrimonio financiero hasta el día que la fiducia queda cancelada. Debo recordar que la información que obtuve, en su momento, incluía el detalle de que el titular del capital se beneficiaba de una parte del rendimiento de las inversiones mientras el resto del mismo correspondía al fiduciario y todo ello estaba muy bien especificado en el contrato secreto que se celebraba delante de varios testigos, pero no quedaba ningún rastro escrito del mismo.
También debo recordar que la persona que me habló del tema de las fiducias me obsequió con una larga explicación acerca del origen del mismo que se remontaba a la época en que los nobles ingleses marchaban a Las Cruzadas y dejaban sus bienes a un fiduciario. El hombre me explicó que la tradición había sido mantenida en secreto, siglos tras siglo, por una orden militar que era fiel heredera de una famosa orden de caballería a la que mi interlocutor me invitaba a acercarme con objeto de llevar a cabo el proceso de iniciación que me permitiría acceder a la fiducia que constituiría un premio a mi carrera profesional.
La asociación de conceptos que puedo hacer en este momento de mi vida es clara: La fiducia es entregada precisamente al sujeto que ha celebrado el rito religioso, del lado de la oscuridad, que se sustenta en el sacrificio monstruoso de una criatura, recién nacida, que ha sido engendrada por el iniciado fuera de su matrimonio.
Supongo que es bastante sencillo hallar a una prostituta faltada de autoestima que esté dispuesta a quedarse embarazada de un cliente al que entregará la criatura a cambio de una renta vitalicia que resolverá sus problemas y comprará su silencio.
No tengo ninguna manera de saber porque mi mente hizo la asociación de conceptos entre el tema de las fiducias que conozco desde hace bastantes años y el tema del secreto mejor guardado de la historia de la humanidad del que me he enterado en los años recientes. Esto sucedió en medio de la cena de la Nochebuena mientras escuchaba una conversación que no tenía nada que ver con el tema del que me estoy ocupando, pero se refería a cosas de las que sólo hablan las personas que tienen la mente bastante despierta y tienen información acerca de la magia ritual que practican algunos profesionales que se anuncian en los periódicos.
Lo más interesante de todo ha sucedido cuando, a lo largo de los meses del invierno, he explicado esta hipótesis a las dos personas que comparten conmigo la experiencia de no haber tenido más remedio que elegir entre el dios del dinero y el verdadero Dios e hicieron la elección correcta sin saber cual era el precio que deberían pagar.
El hecho de que estas personas hayan compartido la hipótesis en seguida tiene una explicación que sólo podía ocurrírseme a mí por el hecho de tener un maestro entroncado con la escuela sagrada de China a la que fueron reveladas las Leyes Cósmicas de la Correspondencia y la Armonía.
La Ley Cósmica de la Correspondencia tiene la posibilidad de explicar un fenómeno muy extraño que tuvo lugar cuando mis enemigos celebraron ritos extremadamente potentes que tenían el objeto de conseguir mi autodestrucción. Sólo yo conozco las desgracias que ocasionaron aquellos ritos terribles. No tiene sentido rememorar el sufrimiento que tuve que soportar, a lo largo de unos cuantos años, pero recuerdo muy bien los momentos en que mi mente recibió mucha luz y tuvo poder para capturar información que se mantenía almacenada en las mentes de mis enemigos y forman parte del acerbo de la sociedad secreta por lo que jamás pueden ponerse por escrito.
Mis enemigos asumían un riesgo cuando celebraron los ritos que tenían el objeto de conseguir mi autodestrucción por medio del suicidio, la depresión, la psicosis o quizás una dolencia maligna. El riesgo era muy claro: Si mi mente era capaz de soportar las agresiones que procedían de la energía invertida, canalizada por medio de los ritos, se apoderaría de la información almacenada en las mentes de los celebrantes de los ritos. Estas cosas están reguladas por la Ley Cósmica de la Correspondencia que mis enemigos conocen tan bien como yo en calidad de guerreros del lado de la oscuridad.
Resulta que las experiencias de las dos personas, que pasaron por las mismas pruebas de la vida por las que pasé yo, se parecen a la mía como dos gotas de agua. Ahora mismo sucede que estas tres personas nos hemos enterado de algunos secretos que han permitido constituir el centro de poder que tiene el dominio sobre el mundo desde hace muchos siglos.
El primero de los secretos al que hemos accedido las tres personas es el del carácter monstruoso de los ritos más potentes de la religión del lado de la oscuridad. No tenemos ninguna duda acerca de que estos ritos incluyen crímenes rituales aberrantes que suponemos que explican la desaparición misteriosa de niños, adolescentes y adultos que se esfuman para siempre de la faz de la Tierra. Estas desapariciones van seguidas de una cortina de silencio que sólo se explica si se cae en la cuenta de que las sociedades secretas tienen los brazos muy largos.
Una de estas personas ha conseguido captar un elemento de información adicional que no es una broma. Sucede que las fortunas mayores que existen en el mundo permanecen protegidas por Lucifer desde su inicio que tuvo lugar hace varios siglos. Sucede que las fiducias constituyen el negocio estructural que gestionan los gestores de estas fortunas y seguramente son adeptos de Lucifer que han accedido a la cúspide del proceso de iniciación bajo las directrices de su maestro.
Supongo que las tres personas que permanecemos unidas por una experiencia, que no podemos compartir con el resto de nuestro semejante, tendremos la posibilidad de enterarnos de otros secretos que todavía serán más importantes porque no afectan a los postulantes de Lucifer sino a los adeptos del soberano del Infierno a los que su maestro ha concedido no sólo el poder sino también la impunidad en la Tierra.
No quiero ni pensar en esta posibilidad que seguramente traería consigo la celebración de nuevos ritos, por parte de mis enemigos, que podrían ser todavía más potentes y desencadenar desgracias mayores. No tengo más remedio que mantener la confianza incondicional en la protección de Dios. Estoy seguro que esta protección se hará mayor en la medida que sean mayores las agresiones en base a la propia Ley Cósmica de la Correspondencia e incluso a la ley Cósmica de la Armonía que deberá manifestarse, un día u otro, en mi vida tal como asegura mi maestro.
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