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El realismo y el pragmatismo signos de identidad de la civilización China

El realismo y el pragmatismo signos de identidad de la civilización China

El Plan de Dios se expresa por medio del conocimiento verdadero de la humanidad que ha sido desarrollado por las diferentes civilizaciones a través de conceptos que siempre provienen de la experiencia humana. Estos conceptos pueden ser coincidentes o pueden ser complementarios y encajar entre ellos. Si las cosas no fueran así no habría una razón para hablar del conocimiento verdadero de la humanidad ni el Plan de Dios.

El conocimiento verdadero procede de las escuelas sagradas que han conformado el hilo conductor del lado luminoso de las civilizaciones y las grandes religiones de la humanidad.

Las escuelas sagradas tenían el deber de no poner jamás por escrito el conocimiento que iban acumulando, siglo tras siglo, con objeto de que no pudiera caer en las manos de las sociedades secretas que agrupaban a los individuos que tenían la pasión de alcanzar el poder o acumular una gran fortuna.

Desde el prisma de la revelación que trasmite la Biblia puede entenderse el concepto del Reino de Dios, que es el mensaje esencial del magisterio de Jesucristo, como el legado de las escuelas sagradas mientras que el legado de las sociedades secretas, que mantienen el dominio sobre el mundo desde hace siglos y milenios, sería el Reino del Diablo.  

He tenido la oportunidad de acceder al conocimiento verdadero de la humanidad por medio de un maestro que es el último eslabón de una estirpe entroncada en la escuela sagrada de China. Mi maestro tiene el convencimiento de que está muy cerca de llegar el momento en que este conocimiento, de carácter superior, podrá ser desvelado lo cual dará lugar a la convulsión mayor de la historia de la humanidad.

Tengo el deber de explicar, en el largo relato novelado que estoy escribiendo, que la escuela sagrada de China es depositaria de un patrimonio intelectual acumulado a lo largo de, por lo menos, cuatro mil años. El hilo conductor de este patrimonio, de valor inestimable, es el “I Ching” que contempla más de cuatro mil situaciones arquetípicas que se obtienen por medio de la consulta al Oráculo y pueden aportar los destellos de luz más inesperados a cualquier escenario de la vida.

El conocimiento acumulado por la escuela sagrada de China es, a la vez, una cosmología y una psicología. La coherencia de este conocimiento descansa en su naturaleza experiencial. Por supuesto que la experiencia incluye el arte de consultar el Oráculo lo cual constituye un fenómeno que, por un lado, tiene naturaleza práctica y, por otro lado, tiene una dimensión grandiosa que no puede ser explicada con palabras.

Mi maestro distingue entre ilustración y conocimiento. La ilustración puede tener carácter académico, pero el conocimiento sólo puede proceder de la experiencia personal de hombres y mujeres que tienen la posibilidad de alcanzar el estado de la mente despierta y mantenerse cuerdos lo cual exige que hayan desarrollado la psicología del guerrero.

El conocimiento entendido, por medio de esta condición, sólo puede ser asimilado una vez se ha entroncado en la experiencia personal del discípulo. Ésta es la razón por la que el conocimiento verdadero de la humanidad no ha podido tener carácter académico y, hasta ahora, no ha podido ser enseñado en ninguna universidad aunque esto cambiará, a lo largo del Siglo XXI, por causa del proceso de evolución de la humanidad.

Los hombres y las mujeres que se han formado en las escuelas sagradas tienen el deber de mantener en secreto el conocimiento que les ha sido transmitido por sus maestros, pero tienen el derecho de comunicar a otras personas las cosas que han aprendido por medio de su propia experiencia. Ahora mismo sucede que las cosas que son fruto de mi propia experiencia empiezan a desbordar la información que me transmitió el hombre más sabio que he conocido lo cual es un hecho que parece imposible que pueda suceder.

En la tradición de la escuela sagrada de China el verdadero maestro es el Oráculo Sagrado cuyas lecciones pueden alcanzar un grado de profundidad y severidad tan inesperada que sólo puede soportarlas un hombre o una mujer dotados de la psicología del guerrero impecable.

A lo largo de los siglos se han desarrollado tradiciones espirituales muy diversas en todas las civilizaciones. Debemos hacer la hipótesis de que en el origen de todas estas tradiciones hubo un maestro entroncado con una escuela sagrada. Una minoría muy pequeña de las tradiciones espirituales se ha mantenido más o menos limpia mientras la mayoría de ellas se han corrompido por completo. Ésta es la causa del desbarajuste inmenso que impera en el mundo de la espiritualidad donde casi nadie es capaz de distinguir las influencias que proceden del lado de la luz de las influencias que proceden del lado de la oscuridad.   

Algunas personas hacen una distinción entre espiritualidad y religión y suponen que la espiritualidad tiene muchas cualidades mientras la religión tiene muchos defectos hasta el punto de que está en el camino de desaparecer de la faz de la Tierra.

Las cosas no son así. La espiritualidad puede tener defectos tan o más grandes que la religión y el más peligroso de todos es la confusión que se transmite a las personas ingenuas que no saben que en el mundo espiritual tiene lugar una confrontación constante entre el lado de la luz y el lado de la oscuridad de la energía. Estas personas tampoco saben que hay espíritus poderosos, del lado de la oscuridad, que tienen la habilidad de manifestarse como seres de luz y realizar milagros que permiten escribir libritos de autoayuda a algunos maestros entre comillas.

Las grandes religiones de la humanidad tienen un lado oscuro muy potente pero también tienen un lado luminoso no menos potente. El lado luminoso procede de la experiencia espiritual de los fieles que se han entregado a la búsqueda de la verdad y han hallado fragmentos de la verdad, mientras que el lado oscuro procede del legado de los individuos que han sentido la necesidad de ejercer el poder religioso y edificar doctrinas e imponerlas a sus semejantes.

La Iglesia Católica posee un lado oscuro muy potente que se expresa por medio del autoritarismo, la ostentación, la codicia, el doctrinarismo, la doble moral, el encubrimiento de delitos, la ambición de poder y la lucha despiadada por el poder que son los signos de identidad de los clérigos que mantienen el dominio sobre el Estado y la Curia del Vaticano.

La misma Iglesia Católica posee un lado luminoso, no menos potente, que se expresa por medio del ejercicio del servicio al prójimo sobre todo el que está más desamparado. Este ejercicio, callado y cotidiano, constituye el signo de identidad de muchos discípulos de Jesucristo que permanecen fieles a la Iglesia de Roma mientras se toman en serio el magisterio del maestro más elevado de la historia de la humanidad. Estos fieles católicos tanto pueden ser laicos como formar parte de las órdenes religiosas.

En las iglesias evangélicas sucede lo mismo. Puede contemplarse el lado luminoso en las comunidades de fieles que tratan de vivir de acuerdo con el magisterio de Jesucristo y el espíritu de la reforma que encabezó Martín Lutero que, sin duda, fue un hombre bienintencionado aunque pudo equivocarse en algunas cosas.

El lado oscuro, de esta tradición religiosa, se expresa por medio de fenómenos de manipulación de las personas que tienen carácter escandaloso y en los negocios desbordantes que se sostienen en el principio de la estafa piramidal.

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