Su Tienda de libros para el despertar de la mente y la consciencia
Free Call +34 666269517
El misterio del arco ojival

El misterio del arco ojival

Hay quien atribuye a Bernard de Claraval el invento de la arquitectura gótica. Lo cierto es que Bernard imaginaba un templo provisto de paredes acristaladas por las que entrara la luz sin impedimentos. Esto sucedía en una época en que el vidrio era una rareza que obtenía un monje en el horno de su taller de forja una vez había descubierto que la arena, de una determinada procedencia, podía fundirse hasta el punto de dar lugar a un material transparente.

Es probable que el primer templo que construyeron los monjes del Císter, con objeto de llevar a la práctica la intuición de Bernard de Claraval, dispusiera de ventanales dotados del arco romano de medio punto en los que se sustituyeron las láminas clásicas de alabastro traslúcido por laminitas de vidrio sostenidas por perfiles de madera que más tarde sería reemplazada por plomo.

Es probable que el invento funcionara bien y los monjes decidieran construir un arco más ambicioso con objeto de que entrara más luz en el templo. Es probable que el experimento funcionara hasta el día que el arco, mayor de todos, se derrumbó por causa de que no fue capaz de soportar las toneladas de piedra que conformaban la bóveda del templo.

Es probable que, después del derrumbamiento del arco de medio punto, dotado de diámetro excesivo, hubiera un maestro de obras dotado de más talento que sus colegas que decidiera experimentar con la estructura triangular con objeto de ver si era capaz de soportar un peso superior que el arco tradicional.

Debemos hacer la hipótesis de que el maestro de obras construyera una estructura en forma de un triángulo isósceles atrevido y comprobara que era capaz de soportar una carga enorme.

Debemos hacer la hipótesis de que, en aquel momento clave del experimento, apareciera un monje iluminado que tuviera la percepción de que la estructura triangular no era transmisora de belleza y tenía un efecto pernicioso sobre la mente del hombre o la mujer que la contemplaban.

Debemos hacer la hipótesis de que, ante aquel dilema tan delicado, apareciera otro monje no menos iluminado y tuviera la ocurrencia de fusionar las cualidades del triángulo isósceles con los del arco románico. El resultado de la ocurrencia sería la aparición del arco ojival que traería consigo una revolución de la arquitectura por el hecho de que demostraría que era posible construir un templo abierto a la luz diurna por todos los lados.

Parece ser que el primer templo dotado de arcos ojivales no lo construyeron los monjes del Císter sino los monjes benedictinos. Más tarde sucedería que los caballeros templarios, que también eran hijos de Bernard de Claraval, serían los grandes maestros de la arquitectura gótica que contiene algunos secretos que sólo están al alcance de las personas que tienen la mente despierta.

Existe la creencia de que el Renacimiento fue una época luminosa que puso fin a la oscuridad de la Edad Media. Es fácil demostrar que esta creencia no se corresponde a la verdad cuando se contempla un templo renacentista provisto de gruesos muros en los que la luz sólo penetra, en serio, a través de los amplios ventanales de la cúpula que cumplen la función de alumbrar el presbiterio que es el lugar de referencia del poder religioso.

Muchos templos de la época del Renacimiento fueron construidos por medio del procedimiento de vender la salvación a cambio de dinero. La Basílica de San Pedro de Roma también fue construida por medio de este procedimiento hasta el punto de que dio lugar al escándalo que estuvo en el origen de la Reforma Protestante.

Pocas personas han pensado en la involución monstruosa que trajo consigo el Renacimiento tanto por lo que hace a la arquitectura de los templos como a la forma de financiar la obra.

Es probable que la Reforma Protestante se hubiera reconducido a cambio de demoler la basílica edificada por medio del procedimiento de vender la salvación a cambio de dinero. Mientras tanto la tesis de Lutero acerca de la justificación por la fe pudo ser integrada en la doctrina oficial en la medida que no constituía ninguna novedad para las personas que poseen una experiencia religiosa madura y se percatan de que la fe y las obras de amor son dos caras de una misma moneda.

Esta posibilidad resultó abortada cuando hubo alguien que prefirió la división de la Iglesia porque consideró prioritario que la basílica demoníaca se mantuviera en pie y se convirtiera en la sede del poder religioso de carácter autoritario y el lugar más suntuoso del mundo.

Add Comment