El misterio de los OVNIS
Hace muchos años tuve la oportunidad de contemplar un objeto extraño en el cielo estrellado de una noche de verano. Viví esta experiencia junto a un ser querido y sucedió que no vimos exactamente lo mismo, lo cual nos despertó la perplejidad.
Al cabo de unos meses tuvimos la oportunidad de ver un programa de televisión que relataba la historia dramática de dos pilotos de aviación comercial que habían contemplado un objeto extraño en el cielo en pleno día. Uno de los dos pilotos logró racionalizar aquella experiencia tremenda y mantener la boca cerrada, pero su compañero no logró hacerlo. El resultado de ello es que se obsesionó por el fenómeno de los OVNIS, perdió su empleo bien retribuido, se divorció de su mujer y prosiguió su vida por medio de una relación fría con sus hijos y dando conferencias, por los pueblos, acerca de un tema que tiene unas posibilidades ilimitadas de generar locura.
Después de ver el programa de televisión los miembros de mi familia no tuvimos ninguna duda de que el fenómeno de los OVNIS tiene carácter real, pero es imprescindible racionalizarlo, desde el prisma de la mente despierta y el lado de la luz de la energía, con objeto de evitar caer en el pantano de delirios, más o menos disparatados, que se origina por causa de los hechos que no encajan en los parámetros del mundo aparente que es el único que es admitido tanto por el pensamiento académico como por la doctrina religiosa.
Al cabo de unos cuantos años, de haber hecho esta reflexión, el destino me llevó a relacionarme con un guerrero de mirada muy poderosa que no escondía haber elegido el lado de la oscuridad de la energía con objeto de poseer poder en la Tierra. El personaje residía en Hong Kong y profesaba, formalmente, el Budismo “Zhen” al tiempo que administraba un patrimonio financiero de ocho ceros y circulaba en un Rolls Royce, de los años cincuenta, del que resultaba difícil apartar los ojos.
El hongkonés, dotado de una mente ciento por ciento despierta, me explicó que Lucifer, al que denominaba con el título respetuoso de “mi maestro”, había conseguido arrebatar a Dios el poder no sólo en la Tierra sino también en otros lugares del Universo. A partir de este razonamiento daba por supuesto que el fenómeno de los OVNIS constituía una señal muy clara del poder de su maestro.
De acuerdo con la Ley Cósmica de la Correspondencia el fenómeno vidrioso de los OVNIS tiene un lado oscuro muy evidente, que se expresa por medio del fraude y el delirio, pero también debe tener un lado luminoso que quizás no se ha manifestado todavía por el hecho de que la oscuridad suele expresarse, de forma aparatosa, mientras la luz lo hace de manera más sutil.
Es probable que los estados mayores de las fuerzas armadas de las grandes potencias tengan mucha información acerca del fenómeno de los OVNIS y también tengan el mandato de mantenerla en secreto. Este hecho muestra hasta que punto los gobiernos de estas potencias están subordinados al centro de poder que mantiene el dominio sobre la humanidad desde hace siglos y milenios.
El fenómeno de los OVNIS tiene la virtud de que permite distinguir, en un instante, a los seres humanos que tienen la mente dormida de los que la tienen más o menos despierta. Los primeros se limitan a reírse del tema y juzgarlo de fantasía. En cambio los segundos se encojen de hombros mientras mantienen los oídos, bien abiertos, con objeto de tratar de acceder a una información más significativa que otras.
El fenómeno de los OVNIS sólo puede ser abordado, en serio, por un hombre o una mujer que han desarrollado la experiencia de la confianza incondicional en la protección de Dios frente a cualquier contingencia de la vida. Cuando un semejante que no posee esta experiencia, que tiene carácter superior a cualquier otra, trata de tomarse en serio un fenómeno, que resulta inexplicable en el marco del paradigma vigente, tiene muchas posibilidades de volverse loco.
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