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El misterio de la inversión de la energía

El misterio de la inversión de la energía

Mi maestro me descubrió el proverbio que proclama que en la excepción puede haber más conocimiento que en la regla. Este proverbio encierra una sabiduría muy refinada al igual que el que afirma que hay cien maneras de equivocarse y una sola de acertar.

Las personas que permanecen indiferentes cuando escuchan las sentencias, que encierran la sabiduría muy refinada, muestran tener la mente dormida y las que levantan un instante las cejas, cuando se percatan del misterio que puede encerrar la excepción, muestran tener la mente despierta.

En las escuelas de negocios se desmenuzan, hasta la saciedad, las reglas que se descubren en todos los procesos de creación de riqueza. En ninguna de estas escuelas (que yo sepa) se reflexiona acerca de algunas excepciones a las reglas súper estudiadas y resulta que en estas excepciones puede estar encerrado el conocimiento más importante de todos, pero sucede que este conocimiento es patrimonio de las sociedades secretas y sólo es accesible a los adeptos que son capaces de llegar hasta el final de un proceso de iniciación que supongo que dura muchos años.

Las reglas que presiden los procesos de creación de riqueza no son difíciles de descubrir. La primera de todas es la del trabajo infatigable y la búsqueda de la excelencia. Por lo general, en el inicio de todas las compañías importantes, hubo una persona o un grupo de personas que fueron trabajadores infatigables y trataron de hacer algo que fuera mejor que lo que hacían los demás.

Hay una segunda regla que interviene en los procesos de creación de riqueza que es la que proclama que nadie se hace rico trabajando. Digamos que el trabajo infatigable es una condición necesaria pero no suficiente para que se desencadene un proceso de acumulación de capital. Para ello hace falta un segundo ingrediente que, en muchos casos, es la innovación creativa que permite hacer algo que pueden hacer muy pocos competidores por lo menos durante un determinado período de tiempo.

Hay una tercera regla que era poco importante, en los procesos de creación de riqueza que se desarrollaban hace cien años, pero cobraría una importancia creciente a medida que transcurrió el Siglo XX y los mercados fueron madurando. Esta regla explica que lo más difícil de todo no es producir algo, que sea realmente singular, sino venderlo con un margen aceptable.

Hay una cuarta regla que interviene en los procesos de creación de riqueza, que se desarrollan en el Siglo XXI, que es la selección de empleados entre personas dotadas de autoestima elevada y campeones de la empatía y la conformación de equipos de cuadros comprometidos, compenetrados entre ellos y retribuidos de manera justa. Este tema acostumbra a ser el elemento más difícil de resolver una vez se posee la innovación creativa y se dan por descontado el trabajo infatigable y la complejidad de la estrategia comercial.

ay una última regla que es la que aborda el tema más delicado de todos que es conseguir los recursos financieros adecuados al proyecto. Ha habido muchos proyectos que reunían todos los ingredientes del éxito, pero fracasaron constreñidos por la falta de dinero que, a la hora de la verdad, muestra ser extremadamente cobarde.

Ha habido algún estudioso, dotado de una mente muy despierta, que se ha propuesto indagar en el tema de los proyectos innovadores que fracasaron por falta de recursos financieros. En más de un caso los estudiosos se han topado con algún misterio que tiene que ver con el dinero y no han sido capaces de esclarecerlo.

Ha habido algún estudioso, más persistente que otros, que se ha propuesto examinar un tema excepcionalmente innovador que resultó ser un fracaso estrepitoso porque le sucedió algo extraño al autor de la innovación, pero luego sucedió que otra persona lo desarrolló, con éxito, hasta el punto de que dio lugar a una compañía muy importante e incluso a un oligopolio.

La escuela sagrada de Occidente tuvo la oportunidad de recuperar un descubrimiento muy penetrante que, al parecer tiene una antigüedad de tres mil quinientos años. Esto sucedió como fruto de la reflexión dolorosa que siguió a la supresión de la Orden del Temple.

Es sabido que la conspiración infame, que acabó con la Orden de los Caballeros Templarios, fue encabezada por el Rey de Francia y el Papa de Roma, pero es fácil hacer la hipótesis de que estos dos personajes, que sólo pretendían liberarse de sus deudas, tenían la mente dormida y fueron manipulados por una sociedad secreta que agrupaba a usureros judíos y burgueses cristianos que tenían la mente despierta. Sucedió que fueron estos últimos quienes se apoderaron del cuantioso capital circulante de la banca comercial inventada por la Orden del Temple.

El descubrimiento muy penetrante, al parecer, fue hecho por los discípulos del patriarca Job cuando examinaron las vicisitudes que se habían sucedido en la vida de su maestro. Estos discípulos fueron, al parecer, los iniciadores de la “Tradición de los Justos” que es el nombre que algunos dan a la Escuela Sagrada de Occidente que ha vertebrado el lado luminoso de la Religión Judía, la Religión Cristiana y la Religión del Islam.

El descubrimiento muy penetrante es el que permite afirmar que en el origen de un gran patrimonio debe haber un acto oscuro e injusto y, sin esta condición, es imposible que se forme el gran patrimonio.

Este descubrimiento así como los ritos de la religión secreta, del lado de la oscuridad, que tienen la posibilidad de desencadenar el acto injusto, que está en el origen del gran patrimonio, se conoce como el secreto mejor guardado de la historia de la humanidad.

No resulta fácil desarrollar la tesis de que, en el origen de un gran patrimonio, haya habido un proceso de inversión de la energía que era capaz de canalizar un elegido del lado de la luz que poseía la fuerza creativa de la que se apoderarían los titulares del gran patrimonio que incluso podrá alcanzar la dimensión de un oligopolio.

Esta tesis ahora mismo parece la ocurrencia de un loco, pero quizás no está lejos el día en que pueda ser demostrada por medio de tesis doctorales serias.

 

 

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