El legado de la civilización que alcanzó un grado de madurez superior a las demás
Tengo la certeza de que si he conseguido mantenerme protegido de la autodestrucción que han perseguido mis enemigos, por medio de ritos terribles que se han sucedido a lo largo de los últimos años de mi vida, es porque he tenido muy claro que el concepto de la consciencia se explica por medio de dos alegorías:
La primera de ellas es la pagoda que tiene muchos pisos que se corresponden a niveles progresivos de consciencia y la segunda es la moneda que tiene dos caras una de las cuales es la fe y la otra es la cordura.
He comprobado, de forma reiterada, que la consciencia permanece en estado de evolución. La señal inequívoca de la existencia de consciencia es que ésta permanece en estado de evolución día tras día. Cuando no hay evolución significa que la consciencia ha caído en estado de letargo o incluso de involución lo cual también he podido comprobar por mi mismo.
También es cierto que la consciencia es una moneda que tiene dos caras y, una de ellas, es la experiencia de la fe y la otra es la experiencia de la cordura. La reflexión abundante acerca de la alegoría de la moneda, que tiene dos caras, me ha ayudado a permanecer relativamente intacto frente a las agresiones de mis enemigos. Lo mismo me ha sucedido con la alegoría de la pagoda que tiene muchos pisos y alberga, en su interior, una escalera que tienen muchísimos peldaños. Algunos peldaños se ascienden por medio del incremento de la fe y otros se ascienden por medio del incremento de la cordura.
La evolución de la consciencia es el resultado de la evolución de la fe y la evolución de la cordura. Tengo la certeza de que este fenómeno es muy parecido en todos los seres humanos y no tiene nada que ver con la religión en la que han sido educados e incluso con la ausencia de religión que es un fenómeno, cada vez más frecuente, entre los semejantes que llevan dentro un potencial evolutivo destacado lo cual da lugar a otra de las grandes paradojas de nuestro tiempo.
Conozco a varias personas que tienen una cierta experiencia tanto de la fe, como de la cordura y la consciencia a pesar de que no tienen afición a los servicios religiosos. También conozco algún clérigo que tiene la mente profundamente dormida y no tiene ninguna experiencia de la fe, la cordura y la conciencia. Este fenómeno es indicativo de las paradojas asombrosas que son propias de la sociedad contemporánea.
El concepto de la evolución de la consciencia, sustentado en las alegorías sencillas de la moneda que tiene dos caras y la pagoda que tiene muchos pisos, permite construir una antropología y una psicología que tienen carácter cien por cien científico. Esto es así porque estas alegorías no se sustentan en ninguna teoría sino en la experiencia del camino del guerrero tal como ha sido recopilada por la escuela sagrada de China a lo largo de los siglos.
El concepto de la fe, cuando se lo libera de la creencia religiosa, adquiere una potencia inesperada. Mi maestro dice que la definición correcta de fe es la de confianza absoluta que tiene, en si mismo, el ser humano que se sabe protegido por el Cielo por el hecho de que se entrega a cumplir el destino que tiene escrito precisamente en el Cielo y lo hace de acuerdo con los mensajes que el propio Cielo le hace llegar.
Si hubiera escuchado las cosas que explica mi maestro hace cinco años me hubiera encogido de hombros. Pero cuando la vida me ha obligado a escalar por los peldaños empinados de la escalera, que asciende por la pagoda de la evolución, me sucede que todo lo que dice este hombre me parece claro como el agua del arroyo de la sierra.
La grandeza de las enseñanzas de mi maestro es que tanto son válidas para un cristiano, un budista o un musulmán e incluso para un agnóstico que esté dispuesto a arrodillarse ante el misterio de la existencia y escuchar los mensajes que, sin duda, le transmitirá el misterio en el momento más inesperado. Este hecho paradójico, pero real, también podrá ser demostrado por medio de una tesis doctoral seria.
La Civilización China es la más madura de todas las civilizaciones humanas. La prueba de ello es que todos los grandes inventos de la humanidad, anteriores a la Revolución Industrial, se hicieron en el Imperio del Centro y no se hicieron en ningún otro lugar. Es conveniente enumerar los más importantes de estos inventos que son el ábaco que daría lugar al cálculo numérico, el telar mecánico que exigió desarrollar la rueda dentada, la leva y otros artilugios, la brújula, la pólvora, la medicina más madura de todas que incluye la acupuntura y una farmacología natural que raya la perfección, la porcelana, el papel y las artes gráficas.
China cayó en una decadencia estrepitosa en el Siglo XIX. En el Siglo XX el país logró renacer de las cenizas por medio de un gran movimiento de masas de raíz campesina. El movimiento de masas tenía la fuerza de la amplitud y alcanzó carácter interclasista, pero tenía el problema de que se sustentaba en una ideología ajena al acerbo cultural del país que fue el marxismo. China logró sobrevivir a los traumas que son el resultado de las ideologías totalitarias y se reencontró con el hilo conductor de la civilización que es el realismo y el pragmatismo. Ahora mismo el país mantiene un sistema político imperfecto, pero la sociedad permanece articulada por los valores del realismo y el pragmatismo e incluso por el legado del Confucianismo que ha demostrado ser incombustible a pesar de ser demasiado elitista. Todo ello da lugar a los signos de identidad modernos de la civilización que alcanzó, hace muchos siglos, un grado de madurez superior a cualquier otra.
No deberá extrañar a nadie que la escuela sagrada de China que vertebró el lado luminoso de la civilización más madura de todas, a lo largo de los siglos, se convierta en un referente, que tenga validez para el mundo entero, en el momento que China, además de ser el primer creador de riqueza del mundo, sea un ejemplo en ámbitos diversos sobre todo cuando las condiciones demográficas permitan acabar con la política del hijo único que ha marcado a una generación entera de ciudadanos que no tienen hermanos.
Hay bastantes países en los que las actividades de las comunidades chinas y las inversiones de sus corporaciones no dan lugar a una experiencia positiva para el resto de la población. Ésta es otra de las paradojas de nuestro tiempo
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